Utopía

Capítulo 19.- Princesa

Intenté dormir, pero me era imposible. ¿Cómo Niel, con sólo un beso, había logrado que no durmiera en toda la noche?

Pensaba y pensaba, me enojaba, me enervaba, me enfadaba… Odiaba sentirme así. Ni siquiera Marcus Enzensberg lograba que sintiera ese odio. Niel me había robado mi primer beso. Mi atesorado y puro primer beso… Sólo había sido un estúpido beso robado… Aunque si lo pensaba bien, sólo había sido un roce de labios. Nada importante, una chiquillada. Teóricamente, mi primer beso adulto debía tener intercambio de saliva. Era asqueroso si lo ponía así, pero funcionó para relajarme y poder dormir un rato.

……………………………

-Beth- la pequeña mano de Aidan me zarandeaba por el hombro suavemente y su voz era dudosa.

-¿Qué ocurre?- pregunté aún con sueño y sin abrir los ojos.

-El abuelo ya llegó- estaba preocupado.

-¿Qué abuelo?- pregunté aún sin reaccionar -¡Espera!- Abrí los ojos de golpe y me incorporé -¿El Director ya llegó?

Vi a Aidan ya vestido asintiendo, mirándome con sus enormes ojitos de color marrón… ¿Por qué cambiaban de color a cada rato? Bueno, tenía que vestirme. Eso era más importante.

Aidan salió, y aproveché para buscar ropa en mi mochila, y cogí un jean oscuro y un suéter grande de color rojo con cuello vuelto, con el que no necesitaba más abrigo. Vi que Aless y Esme, ya se habían despertado, dado que su cama ya estaba hecha.

El siguiente paso era asearme, así que saqué mi neceser y corrí al baño de la parte superior… para encontrarme con la sexy espalda de Niel y una toalla alrededor de su cintura.

-¡Ah!- grité cuando reaccioné -¡Lo siento!- me disculpé cuando cerré la puerta de un golpe.

¡De todos los momentos del día! Él tenía que bañarse cuando necesitaba lavarme los dientes… Y yo estaba despeinada y horrible. Me senté en el suelo apoyada en la puerta apretando mi cara contra mi ropa. ¡AHHH! Si existía algo o alguien que controlaba mi suerte, se estaría desternillando ahora mismo, o si tenía un ángel guardián, daba asco…

-¡Buen día, Beth!- me dijo muy alegre, mientras yo lo miraba desde el suelo cuando abrió la puerta.

Me levanté enseguida, mientras él se reía y se iba a otro cuarto. Yo sólo cerré la puerta e intenté controlar un grito de frustración que me invadía… Me lavé la cara, los dientes y todo lo demás. Me vestí y antes de salir, respiré. ¡Yo era la Heredera de Utopía! Si ganaba el Torneo… ¡Pero era muy buena estudiante! La segunda de la clase… ¡Tenía el mayor poder Mágico de Primer Año de Especialización! Y no podía aprovecharlo…

Ni siquiera servía para animarme a mí misma…

Bajé las escaleras hacia la cocina, después de ordenar todo en mi mochila y hacer la cama. Niel puso la sonrisa más enorme que pudo antes de cubrirse, disimuladamente, una risa. ¡Lo odiaba! ¡Definitivamente, lo odiaba!

-Buenos días, señor Director- respondí ignorando al molesto adolescente -. Buenos días- repetí, esta vez hacia los abuelitos y la mamá de Esme -. Hola chicas- dije fingiendo una sonrisa.

-Buenos días- me respondieron los adultos ignorándome mientras seguían conversando algo tensos.

-¿Todo bien?- preguntó Esme curiosa y preocupada.

-Sí- respondí comiendo mi parte del pastel que no había comido ayer con leche y un bocata de la carne asada de ayer -. ¡Sabe mejor hoy!- exclamé maravillada por el sabor.

-La magia de la cena recalentada- respondió Niel poniendo sus manos en mis hombros.

Yo salté en respuesta y casi me riego la leche con café encima.

-Tranquila- respondió sentándose a mi lado con una risa.

Terminé mi desayuno ignorándolo por completo y, enseguida, después de lavar los platos, salí a jugar con Aidan.

Observé a Aless en la ventana, triste y ausente con sus ojos lechosos y me preocupé.

-Espérame un segundo, por favor, Aidan- dije atrapando la pelota que pateaba.

-¿Qué sucede?- me preguntó preocupado.

-Nada- mentí sonriendo lo mejor que pude y le acaricié el cabello -. Creo que por ahí acabo de ver un conejo- dije indicándole un árbol cualquiera, pero tuvo su efecto y Aidan se fue curioso.

-¿Qué ocurre?- le pregunté a Aless desde fuera de la ventana.

-¿Qué?- me preguntó a su vez volviendo a la realidad.

-¿Por qué estás triste, Aless?

-Creo que he visto demasiado a futuro… Intento hacer lo mejor para ti… pero no sé si estoy haciendo lo correcto- miraba a todos lados evitando ver mi rostro.

-¿A qué te refieres?- pregunté confundida.

-Bueno… No ahora… pero creo que he hecho mal…

-¿Qué pasa Aless?- pregunté más nerviosa.

-Mi Misión Sagrada eres TÚ- me dijo muy seria mirándome a los ojos -. Eso significa que debo protegerte, incluso con mi vida- iba a hablar, pero me detuvo con su mano -… y no soy la única. Los otros aún no lo saben, pero necesitas a tus 7 guardianes. Y los vamos a encontrar y vas a cumplir tu misión…

-Sí, la dichosa Puerta- interrumpí aburrida de la misma cantaleta de siempre.




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