Utopía

Capítulo 24.- Tesoro robado

-¡Todo esto es una locura!- gritó una chica desesperada.

-¡Incluso los profesores salieron lastimados!- le respondió otra chica en el mismo tono -Y ella es la culpable.

-¡Creo que asesino a esas personas! ¡Está loca!

Me giré en la camilla incómoda por los gritos y abrí los ojos molesta y adolorida.

-¡Despertaste por fin!- exclamó muy alegre Esme, abrazándome por los hombros demasiado fuerte -¡Lo siento!- respondió cuando me quejé.

-¡Estuviste fantástica!- añadió Aless apretando mi brazo sano emocionada.

-¿Qué pasó?- pregunté levantándome con esfuerzo -¿Están bien Niel y Thom?- estaba preocupada.

-Bueno… les rompiste un par de huesos. A ellos y a los profesores- dijo Aless mirando algunas camillas en la parte trasera -. Pero Esme y algunos Energéticos ya los curaron- añadió sonriente.

Me giré como pude, esperando sus miradas de reproche por lastimarlos, pero sólo vinieron preocupados.

-Lo lamento, chicos- les dije sin poderlos mirar a la cara.

-¿Por ser una estúpida inconsciente y enfrentarte sola a asesinos?- preguntó Thom sonriendo sentándose en la camilla al lado de mis rodillas.

-Y por lanzarlos por los aires- levanté la vista tímidamente.

-¡Hey! Eso fue increíble… Estúpido, pero muy alucinante- añadió Niel con los brazos cruzados -. Buen “Escudo”- respondió mirándome significativamente, aunque nadie se dio cuenta.

-Aunque le rompiste el brazo y le dislocaste el pie a Thomas, y le dislocaste el hombro y le rompiste una pierna a Niel- añadió Esme nerviosa frotándose las manos -. También lesionaste a tres profesores antes de desmayarte…

-¿Qué tan malo fue?- pregunté avergonzada.

-Nada que no se pudiera arreglar- Aless apartó a Esme y me sonrió, intentando animarme en vano.

-Bueno… Algunos no creen que seas peligrosa, sino lo que sigue- me respondió Esme sin mirarme -. Muchos no quieren estar cerca de ti -señaló la falta de pacientes en las camillas cercanas a las mías.

-¡Soy un monstruo!- dije abrazando mis rodillas y ocultando mi cara -¿Realmente… los seres que aparecieron… están…?

-¿Muertos?- completó Aless mientras los otros miraban a otros lados.

-No sé qué me pasó… Sólo pensaba en protegerlos a todos… Me invadió una ira que no pude controlar… No quería que nadie saliera herido…

Empecé a llorar nerviosa, ¿era una asesina?

-No murieron- dijo Thom sujetando mis hombros, mientras levantaba mi cara para que lo viera -… Al menos no aquí.

-El Director se los llevó… Van a ser juzgados ante el Concejo- añadió Aless -. Aunque a estas alturas, creo que ya se suicidaron.

-¿Por qué se suicidaron?- pregunté confusa.

-Hay cosas que no sé- respondió Aless alzando los hombros.

-Creo que deberías descansar- dijo Niel peinando sus rizos -. Agotaste tu Magia protegiéndonos a todos, te envenenaron y te hirieron- empezó a elevar la voz para que el resto escuchara -¿Acaso alguien no ha visto cómo vinieron a matar a cualquiera que se interpusiera?

-Quisiera ir a mi habitación- dije molesta por la situación, no quería más peleas por un día.

-Pero tienes que descansar- añadió Esme en un tono muy profesional -. Guarda reposo.

-¡Yo te acompaño!- exclamó Aless rápidamente.

-No te ofendas Aless, pero… Ahora quisiera estar sola- dije poniéndome de pie agotada y adolorida -. ¿Puedo pedirles que cuiden de Aidan?- pregunté tímida, sin saber si era demasiado pedirles.

-Yo lo cuido- respondió Niel -. Te vino a ver, pero lo mandamos con el resto de los niños a la Biblioteca.

-Gracias- dije antes de avanzar hacia las escaleras, ignorando sus miradas cómplices de preocupación.

Mientras caminaba atravesando el Santuario, la Sala de Juegos, y el primer pasillo hacia las habitaciones, sentí mil ojos en mi espalda y murmullos que preferí evitar. Era molesto que hablaran de mí, pero era peor que me tuvieran miedo todos… Me sentía horrible. Había perdido los papeles por evitar que nadie saliera lastimado… y me había convertido en un demonio para todos.

-¡Beth!- me llamó Thom cuando llegaba corriendo -¡Espera!

-¿Qué sucede?- pregunté enfadada, más conmigo misma.

Pero estaba débil y mareada por haber gastado demasiado de mi poder Mágico, no alcancé a sujetarme de la barandilla de las escaleras, y vi como la imagen en frente de mí empezó a rotar. Cerré los ojos esperando el golpe… pero no llegó. Al abrir los ojos, sentí un movimiento como una ola y acabé en brazos de Thom. Había usado su poder de Aire, para salvarme de un golpe bastante feo.

-Gracias- dije avergonzada por estar tan cerca -, pero ya me quiero bajar.

-Déjate ayudar- dijo molesto en volumen suficientemente bajo para que sólo yo lo oyera, apretándome más fuerte con sus brazos -. Ya nos defendiste a todos tú sola y venciste a 5 asesinos muy peligrosos… Creo que puedes dejarme subirte a tu habitación… Aunque podrías abrazarme para hacerlo más fácil... ¡No estás gorda!- añadió nervioso haciéndome reír -. Creo que has adelgazado, la verdad, pero es incómodo…




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