Utopía

Capítulo 29.- La otra mitad

-Yo- titubeé con la voz estrangulada -… Yo…

Niel sólo sonrió, miró hacia la puerta vacía de la sala de entrenamiento por un momento, y se levantó apoyando las rodillas a cada lado de mi cuerpo, me asusté, pero lo hizo para luego impulsarse y extender su mano hacia mí cuando se encontraba totalmente de pie.

-Creo que jamás he sido tan paciente con una chica- dijo mientras me levantaba -… Supongo que no te gusto y le prefieres al idiota de Thomas… Pero alguien que se ausenta mucho, en poco tiempo deja de hacer falta…

Su esperanza y alegría eran irritantes... Y contagiosas. Casi podía sentir que el intento de asesinato por parte de mi hermano o la casi muerte de él, habían sucedido hacía fechas. 

Caminamos un poco alejados. Yo me sentía incómoda, y él lo sabía, pero intentaba que el camino a mi habitación fuera menos tortuoso… Lo intentaba al menos.

A pesar de que en pocos minutos apagarían las luces, los pasillos estaban a rebosar de estudiantes, al menos de los que no se habían ido corriendo a sus casas por los ataques de Nathan, y eso que no habían sabido nada del último de la Quimera…

-… Y le arrancó un brazo a su novio- cuchicheaba demasiado alto una de las chicas del pasillo, suponía de uno 12 o 13 años.

-¿Quién es su novio? ¿Con sus propias manos?- preguntó sorprendida su amiga.

-¡Celeste lo vio con sus propios ojos! ¡Parecía un demonio cubierto de sangre!- añadió un tercer compañero- Su novio es el pobre chico que camina con ella… Tal vez está con ella por miedo.

No podía atender la historia que Niel sobre la vez que escaló una pared rocosa sin ningún arnés ni seguridad… Los chismes realmente eran indescriptiblemente extraños y me hacían sentir mal.

-… y no le importa asesinar a criaturas mágicas- era otra conversación de unos chicos de unos 14 -. ¡Enterró vivos a 5! ¡Los asesino sin remordimientos!

Eso sí me sentó como una patada en el estómago…

-¡Anteayer hizo algo peor!- respondió otro sin siquiera querer bajar el volumen de su voz -Salió de la Academia para saciar su sed asesina y llegó a la puerta cargando la cabeza de una bestia cubierta en su sangre… Creo que le da poderes…

Todos pararon de hablar y me quedaron viendo, encogiéndose de terror. No sé cuál sería mi cara realmente, si terror por lo que pensaban de mí o enojo por las mentiras y exageraciones…

-Vamos, Beth- susurró Niel a mi oído -. Ellos no saben nada.

Me dejé arrastrar sin ganas de explicar que había intentado protegerlos… No quería que me viesen como una asesina despiadada, pero parecía que era lo único que pensaban de mí: “Tiene los ojos de un demonio”, “Siempre que hay problemas, ella está cerca”, “Ama bañarse en la sangre de sus enemigos”, “Lo mejor va a ser alejarse de ella”, “¿Alguien realmente quiere estar cerca de ella?”, “¿Amenaza a los chicos que siempre pasan con ella para que sean sus amigos?”…

Cuando llegué al piso de Aidan, me di cuenta de que éste estaba diferente. Dejé de lamentarme por mi asquerosa vida de cautiva incomprendida, y me fijé en el grupo de niños y adolescentes que se arremolinaban alrededor de la puerta de Aidan. Tuve un mal presentimiento y me acerqué sin importarme que los otros estudiantes se alejaran de mí… Y casi me muero, al ver a Aidan con sangre saliendo de su nariz, su ojo izquierdo hinchado con una sombra que más tarde se haría un profundo morado, y su labio partido e hinchado. Estaba en el suelo, recibiendo más golpes por parte de un chico de cabello negro y piel nívea que se veía mayor que él. Ni siquiera lo pensé, me solté del agarre de Niel y aparté a los mocosos y no tan mocosos que veían impávidos la pelea. Agarré al estúpido niño pálido por la chaqueta y lo empujé lanzándolo lo suficientemente lejos para revisar a mi pequeño. Revisé su cara hecha pedazos, su ropa desgarrada, pero él estaba bien… Me abrazó y empezó a llorar avergonzado. Lo consolé como pude, ocultándolo de los otros.

Sentí el golpe de alguien en el hombro, y sólo me bastó girar y verlo directamente a los ojos, para que se arrepintiera y se asustase con sus 8 años.

-Vuelves a tocarle un solo cabello, y juro que te entierro vivo donde nadie pueda encontrarte- le dije sin pensar realmente.

Niel me levantó del suelo, donde me había arrodillado y cargó a Aidan hasta el último piso, justo antes de que llegara uno de los profesores a ver qué sucedía.

-¿Qué te pasó campeón?- preguntó Niel sonriente, aunque sabía que en el fondo estaba tenso.

Mi niño, sólo sacudió la cabeza intentando no llorar mirando al suelo. Yo, en cambio, no paraba de caminar de un lado hacia otro, casi arrancándome la trenza del enojo.

-¡Vamos! A mí puedes contármelo- dijo extendiendo su puño.

Aidan lo quedó viendo por un rato, dudando de hablar o no, y luego me miró a mí con carita de dolor. Entonces, Niel, me regresó a ver significativamente, y supe que tenía que salir…

Fui corriendo a buscar a Esme en el piso inferior, ella podría curar fácilmente a Aidan… Pero Celeste estaba conversando alegremente con sus amigos y algunos chicos de tercero. Al parecer la fama que le brindaban mis chismes, la hacían sentirse admirada… Esa fama nunca le duraría y tarde o temprano, yo dejaría de ser el centro del mundo de todos los de la Academia. Era una vida vacía y estúpida que yo había experimentado en el colegio, cuando mi mejor amiga había sido la primera en perder la virginidad y yo, abusando de su confianza, había contado a todas las chicas lo que ella me había confiado a mí… sólo para sentirme aceptada… Al igual que estaba haciendo Esme.




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