Utopía

Capítulo 31.- El tesoro más brillante

-¿Voy a ir con Thomas?- pregunté a Aless detrás de mí, sin dejar de ver los ojos de odio de Thomas hacia mí.

-Era la única forma de que pudieras clasificar- dijo sin la mínima sorpresa sonriendo a la cámara que pasaba frente nuestros rostros.

-¿Qué quieres decir?- pregunté asustada por la posible manipulación de Aless en el Torneo.

-¡Muévete!- me susurró molesta cuando no subía a la plataforma donde ya estaba esperando Thomas -¡Sube de una vez!- volvió a repetir en el mismo tono entre dientes en una sonrisa mientras me empujaba, fingiendo estar relajada ante la cámara.

Avancé con duda, con cada músculo de mis piernas temblando, amenazándome con desplomarme en cualquier segundo. El Director me miraba inexpresivo como siempre. Los chicos y chicas que aún no habían sido emparejados me miraban a cada paso que daba, algunos esperando para reírse si me caía, otros con miedo y nerviosos como Esme esperando su turno de ser nombrados. Niel estaba molesto, lo notaba en las arrugas de su frente, pero forzaba la sonrisa para darme ánimos y eso lo valoraba mucho mientras caminaba temblando hacia Marcus Enzensberg. Su mirada no era hielo, era puro desprecio, como si intentase que un rayo me fulminase mientras ascendía a la plataforma donde ya habían pasado los otros equipos, y Thomas estaba esperando en el frente del atrio, justo detrás de una caja donde se encontraba nuestra prueba en forma de esferas dentro de una oscura caja.

Llegué a su lado y di un vistazo rápido al público que nos veía expectante… Me paralicé al ver que estaba siendo grabada, y no reaccioné hasta que Thomas me empujó por el hombro con la esfera ya en la mano, para que avanzásemos hacia su padre. Lo sentí grosero, pero no iba a hacer una escena delante de todos… no cuando estaban grabando todos mis movimientos.

-Su ingreso se definirá en las montañas, al igual que con el resto, se guardarán los detalles para evitar cualquier inconveniente- suponía que eso era por mí, y por inconvenientes, supongo que se referían a Gontran o Nathan -, pero su pista será leída a continuación- dijo mostrando la esfera con el dibujo de un pico nevado, para luego girar una mitad y abrirla, liberando un papel que desenrolló y se dispuso a leer después de aclararse la garganta -. Y dice así:

<<Brilla en la cima, con la esperanza del mañana,

con su luz ampara las ilusiones de los valles,

llave de la entrada encerrada,

la luz muestra el primer ladrillo amarillo,

a unos pasos del helado castillo,

habita el fuego inmortal del mañana,

para entrar al torneo, su inicio y final

debe ser entregado.>>

Thomas se cruzó de brazos incómodo… No sabía qué significaba… y yo tampoco.

-Sigan por el pasillo a su izquierda, por favor.

Estiró su brazo, y siguiendo la dirección de sus dedos extendidos, giré mi cabeza desde su mano a la puerta por la que ya estaba cruzando Thomas. Detrás de aquel pórtico, había un pasillo y seguí a Thomas hasta la última puerta que estaba abierta. La tercera de 10. La sala no tenía nada de especial. Era un lugar frío, totalmente blanco, con un sillón de 3 plazas gris que parecía nuevo. Tenía una ventana que daba hacia un paisaje nublado y desolado, de nubes grises oscuro y árboles sin hojas cubiertos de nieve que impedía que la luz natural entrase y todo fuera brutalmente muerto, como una sala de hospital. Ni una alfombra, ni madera, el suelo era de baldosa negra, y sólo había otra puerta a la izquierda de la ventana, a parte de la fontal por donde entramos. La única decoración, también era neutra y diferente; una muestra de arte abstracto de pintura negra en forma de líneas informes sobre un lienzo blanco…

-Was könnte die Antwort sein?- susurró Thom mientras se peinaba frenéticamente un flequillo demasiado corto por su nuevo peinado hacia atrás.

-¿Qué?- pregunté un poco recelosa.

-Estaba hablando conmigo mismo- respondió moviendo la mano sin siquiera mirarme.

-Puedo tolerar que quieras evitarme- dije separando ligeramente mis piernas mientras estiraba mis brazos y los soltaba como cuando iba a pelear -. Puedo comprenderte, incluso- giró hacia mí notando mi tono enfadado -. Pero no voy a dejarte que no muestres la más mínima muestra de respeto hacia mí.

-¿Ah, sí?- preguntó divertido -¿Qué respeto mereces?

-El que merezco como persona… y como amiga- añadí apretando los dientes debido a que mi voz me falló y se quebró -. Puedes fingirte todo lo idiota que quieras frente a tu padre, pero recuerda que a mí me mostraste como eres realmente… y puedes casarte con Magdalene y tener cien hijos, que seguirás amargado sin llegar a llenar las expectativas de tu padre. Siempre te mirará con desprecio y hará contigo lo que le dé la gana…

-¡Cállate!- me gritó -¡Tú no sabes nada!- se acercó de manera violenta y me asustó cuando puso sus duras manos en mis brazos, justo debajo de mis hombros -¡Tú no sabes nada!- repitió con los ojos desorbitados en un tono bajo que me heló la sangre.

Iba a defenderme como Maritte me había enseñado contra oponentes más altos… Pero a esa distancia, vi la marca verdosa amarillenta que estaba desapareciendo del pómulo derecho de Thomas… y otra en su frente… y en su mandíbula…




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