Utopía

Capítulo 34.- El Diario, parte I.

-¡Oiga! ¡No me empuje!- gritaba Thom sorprendiéndonos a todos apareciendo en uno de los portales del Director, antes que el Círculo de bordes deformes desapareciese cuando el brazo de Friedrich se esfumó. 

-Hola, gusano- saludó Aless. 

-¿Qué pasó?- preguntó mi pequeñín bostezando. 

Salté a mi cama y lo abracé con fuerza. 

-Me estrujas, Beth- se quejó. 

-Es porque te amo- dije antes de hacerle cosquillas y besarlo por toda la carita redondita que tenía. 

-¡Oigan! ¿Qué pasó?- volvió a preguntar Thom molesto al ser ignorado. 

-Yo también te quiero- dijo Esme uniéndose a Aidan y a mí. 

-Awww. ¡Yo también!- dijo Aless lanzándose sobre todos. 

-No quiero descolarme- Maritte se unió. 

-Faltan ustedes- se quejó Aidan sonriendo a Niel y Thom. 

Se quedaron mirando por unos segundos, pero cuando les molestamos se unieron al abrazo sobre Moon. Que se quejó del peso y se marchó al armario. 

-Me encanta estar así- dijo Aidan abrazando mi cara -. Los quiero mucho a todos. 

Todos soltamos una exclamación por la ternura de mi bebé, incluso el amargado de Thom, sonrió al oír eso. 

-No es por arruinar el momento pero, ¿por qué estoy aquí?- preguntó Thom estirando su camisa, volviendo a estar molesto y amargado. 

-Elizabeth va a abrir el Diario- respondió Aless con una mirada recriminatoria por dañar el momento. 

-¿Qué diario?- volvió a preguntar confundido. 

-El Diario de la Gran Maga- respondió Maritte como si Thom tuviese dificultad en el aprendizaje. 

-¿Esta vez sí va a funcionar?- preguntó Niel un poco reacio. 

-Esta vez sí- dije poniéndome de pie. 

-¿Adónde vas?- preguntó Aidan cuando entré al armario. 

Tomé el collar de la mesilla de noche. 

-Beth necesita concentrarse- Aless amenazó a Thom justo en el momento en el que iba a preguntar. 

-Está bien- refunfuñó sentándose en la cama. 

Era cierto que él era el único que no había estado presente la vez anterior… en la que nada pasó. Esta vez notaba algo diferente en el ambiente de mi habitación, una electricidad que atravesaba la luz blanca del cuarto, sobre la alfombra con el sello de la Academia Utopía, donde colocaba en círculo los elementos que una vez habían pertenecido a la Gran Maga, rodeando el raído y desgastado diario que observaba de rodillas en silencio, evitando las miradas de los presentes. 

-¿Quieres que lo haga yo?- preguntó Aless poniendo su mano en mi hombro. 

Asentí y me puse de pie, para dejarla colocarse en mi lugar. 

Recuerdo que la primera vez, Aless empezó a hacer gestos extraños con todo su cuerpo, como una extraña danza tribal alrededor de los objetos, intentando invocar al fantasma de Angelique con un cántico extraño; pero al final todo resultó una broma de mal gusto, que acabó con Aless desternillándose de risa en el suelo abrazándose a sí misma. Pero de repente, se congeló. Esta vez fue diferente. Lo noté en su expresión asustada cuando titubeó por un segundo antes de colocar sus manos en el aire sobre el diario. Ahí de pie, tan delgada y alta, se veía indefensa cuando un viento huracanado empezó a descolocar las cosas de mi habitación en el momento en el que un Círculo Mágico horizontal se formaba sobre todos los objetos que había colocado en la alfombra. 

Nadie decía nada y yo no podía apartar la mirada de la esfera de luz que se formaba sobre el Círculo. Sentí la mano de Thom en mi hombro, el agarre asustado de Esme a mi camiseta en el lado izquierdo, el abrazo nervioso de Aidan a la altura de mi cadera, el agarre fuerte de mi mano derecha de Niel y el suave balanceo de Maritte al sujetarse de Esme. Pero nada quitaba mi foco de atención de la esfera de luz que empezaba a tener forma humana, translucida y blanquecina; no tenía ojos, sólo esferas blancas sin color ni relieve, pero aún así sabía que me estaba mirando… 

-¿Angelique?- pregunté dudosa cuando estiró su mano hacia mí y retrocedí instintivamente, aunque cuando pasó el límite del Círculo, se deshizo y al regresar su extremidad, volvió a aparecer. 

Después de sujetar su extremidad reaparecida con una expresión de pena, volvió a mirarme y asintió levemente. 

-Voy a descansar un rato- dijo Aless agotada tumbándose en la alfombra -. Después me des… 

Me asusté porque no acabó de hablar. Me solté de todos y me arrodillé a su lado observando el hilo de sangre que brotaba de su nariz y recorría su mejilla. 

-¡Aless!- grité levantándola como pude por los hombros. 

>>Está bien. Sólo está cansada- dijo Angelique en mi cabeza, tal como lo había hecho Daisy en el laberinto, y regresé a ver su silueta de color blanco. 

-¿Quién dijo eso?- preguntó Maritte asustada, retrocediendo detrás de Niel, mostrándome que nos estaba hablando a todos en ese momento. 

Todos estaban ligeramente sorprendidos y asustados, menos mi pequeño, suponía por su poder de Espiritual. 

>>Fui yo- respondió Angelique colocando su mano sobre el pecho señalándose ella misma con una expresión tranquila y burlona. 

-¿Seguro va a estar bien?- pregunté hacia Angelique. 

-Todo va a estar bien, mami- respondió Aidan con sus ojos violeta en un tono blanquecino. 

Respiré un poco más tranquila, dejándola descansar cuando Esme me ofreció una almohada y la coloqué debajo del cuello de Aless. Tomé otra bocanada de aire y me puse de pie, dispuesta a conocer todo lo que Angelique sabía y yo no. 

-¿De verdad eres la Gran Maga?- preguntó Thom antes de que pudiese decir nada. 

>>La historia me ha llamado así- respondió subiendo los hombros -. No siento que haya hecho nada especial, realmente. 

-Tu diario está casi destruido, borrado y mohoso... Relátanos lo que dice- pedí impaciente. 

>>Tienes unos pésimos modales- respondió cruzándose de brazos muy enfadada. 




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