Utopía

Capítulo 39.- El baile del príncipe, el sapo y la diosa.

-¡Arriba de nuevo!- el Director gritaba a lo lejos cómodamente sentado, mientras leía su libro y bebía su té.  

Me impulsé como pude con mis manos. Estaba despeinada, sudada y cubierta de barro en el patio de esa hermosa casa rodeada de árboles, tan altos y tupidos, que impedían ver nada a mi alrededor. Aquellos negros triángulos afilados me dejaban ver únicamente el cielo blancuzco tirando a gris helado que amenazaba con llover en cualquier momento, como había hecho por semanas desde que había llegado a ese lugar.  

-¡Vuelva a la pelea!- me gritó de nuevo cuando me entretuve en mis pensamientos.  

-¡Quiero mi Magia!- le exigí poniéndome en guardia con la espada que ya, más o menos, podía cargar con cierta gracia.  

-No tendrá más sangre hasta que su cuerpo se haya fortalecido y me demuestre que podría contra uno de los monstruos de Nathaniel sin nada más que una espada- respondió alisando las arrugas de su traje.  

-¡Pero el Torneo es en 3 días! Esos estúpidos adelantaron el evento que iba a ser para junio. Ahora el 21 de mayo suena demasiado cercano. Y ya le gané a su armadura encantada 7 veces hoy- dije desanimada…  

Aunque no me dio tiempo de regocijarme en mi sufrimiento, porque la armadura llena de abolladuras por mis extensos entrenamientos arremetió contra mí elevando su espada de acero con ganas de separar mi brazo de mi cuerpo desde el hombro. Lo paré con las justas, pero mi trasero recibió el golpe de lleno cuando caí al suelo por no haber estado atenta a un charco de lodo que estaba detrás de mí.  

-¡Ya no puedo más!- grité agotada, sufriendo el dolor de mis músculos cansados por el entrenamiento y quitando mi flequillo pegado a mi cara por el sudor.  

-¿Cree que Nathaniel va a tener contemplaciones con usted sólo porque se cansó?- preguntó Friedrich colocando su mano en la espalda de la armadura que se desmoronó como un castillo de naipes haciendo un ruido horrible -¿Cree que todo va a ser fácil?  

-No… la última vez casi muero…- respondí limpiando el sudor de mi cara con la manga de mi chaqueta de algodón azul mientras observaba disimuladamente las cicatrices imperceptibles que Esme había casi borrado hacía meses.  

-Por la misma razón, debería entrenar más duro- dijo pasando a mi lado como si yo no estuviese presente, con su mirada enfocada a la puerta trasera de la casa de campo.  

-No creo que manejar una espada me sirva para ganar el Torneo- respondí más para mí misma.  

-Aunque no lo crea, es muy necesario- seguía sin verme, pero sujetó la puerta de vidrio grueso para que yo entrase -… pero puede que no lo sea en el Torneo.  

-Gracias- le dije entrando a la enorme casa ausente, para derrumbarme en uno de sus viejos sofás rojo burdeos.  

-Tome su sangre- dijo extendiendo la botella metálica hacia mí.  

Resultó que mi “medicina”, en realidad, era una especie de sangre sintética de Polimorfo que Nathan había dejado cuando huyó de la casa donde vivíamos en Londres… La mala noticia, era que apenas quedaba y el Concejo no se atrevía a hacerme probar sangre de algún mago, ya que podría cambiar el destino y todo ese rollo aburrido de siempre… y aún no aparecían los otros miembros de los 8 de Utopía.  

-¿Todavía queda suficiente sangre para el Torneo?- pregunté cuando me acabé el líquido espeso.  

-Es probable que no sea suficiente- respondió Friedrich dándome la espalda yendo a la cocina.  

-¿Cómo?- pregunté, pero fui ignorada olímpicamente.  

-Vamos a almorzar para seguir con su entrenamiento en la tarde- dijo colocando su servilleta encima de su regazo -. Sólo queda 1 día para que empiece Torneo…  

-¿¡No empezaba el 21!?- pregunté escupiendo el zumo por el impacto de la noticia -Lo siento Sylvana- me disculpé con la bruja anciana que empezó a limpiar la mesa por mi culpa.  

-No te preocupes, niña- dijo muy amable con una sonrisa -. La vas a pasar muy mal- y empezó a reírse como una bruja de película infantil mientras limpiaba la mancha de zumo de la mesa como si nada.  

-¿A qué se refiere?- pregunté confundida como siempre por sus comentarios.  

-El Torneo nunca ha sido sólo un concurso- Friedrich colocó esmeradamente su servilleta cubriendo su regazo -. No es como un examen de magia. También entran en juego el carisma y cómo habla con la prensa, su ropa, si logra conectar con el público y sus fans... es un verdadero dolor de cabeza. Generalmente, los profesores se encargan de todo, coordinando con los alumnos, sponsors y familiares, pero dado que Nathan nos atacó y la Academia se cerró, todos los participantes de Utopía corren con desventaja.  

-No creo que Thomas vaya a entrar con desventaja... Tampoco Aless, ella es demasiado inteligente como para eso- estaba completamente segura de eso.  

-Los favoritos de Utopía son Nathaniel- por un momento me puse tensa al escuchar ese nombre, pero me di cuenta de que se refería a Niel y no al psicópata -, Alessandria, Margueritte y usted, señorita- dijo Sylvana como si nada mostrando sus dientes faltantes en una sonrisa.  

-¿Cómo lo sabes?- pregunté sorprendida -¿No está Thom entre los favoritos?- no me lo podía creer con el padre que tenía.  

-Los recluidos son ustedes dos, no las personas del servicio. No podemos salir, pero tenemos una tele en la sala de servicio- respondió como si nada.  

-¿Es posible saber algo más?- preguntó Friedrich cruzando sus manos delante de su barbilla, para apoyar su cabeza.  

-No puedo- dijo Sylvana levantándose de la mesa con lentitud -. ¿Me comprende, verdad?- Friedrich asintió -No es posible que le diga que es muy probable que el vestido del baile debe ser vistoso o que su habilidad en la pista de baile puede influenciar en los votos para el emparejamiento en las pruebas.  

-Gracias, Sylvana- sonreí y ella me guiñó con su ojo bueno -. Pero... ¿dónde voy a encontrar un vestido para un baile de gala- pregunté mirando al Director -sin salir de aquí?  




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