-En realidad, no lo sé -hice una pausa y dudé un poco, pero Terence no parecía peligroso, y Marko había demostrado ser de confianza-. ¿Me crees si te digo que me lo ha dicho Utopía?
Si Aless me había obligado a tomar su sangre, debía ser para ver a Terence y conectar con Utopía, ¿verdad?
-¿¡Puedes hablar con la Gran Maga!? -Terence casi pegó su cara al cristal, emocionado.
Asentí, un poco incómoda. -No exactamente. Ella es un fantasma sin rostro. Incluso para mi amiga Aless, que es una Vidente excepcional, es imposible encontrarla si ella no quiere. Sus encuentros son más como... ¿lecciones?
-¡Cuéntame más- pidió Terence casi rogando -! ¿Estás conectada a ella?
-La mayoría del tiempo veo recuerdos que no son míos. A veces me enseña cosas, como partes de su historia... Una vez me enseñó a tocar el arpa- sonreí involuntariamente recordando el recital en el que Thom, Aless y yo opacamos a Magdalene, la prima del príncipe.
Regresé a ver a Marko, que estaba pensativo mordiendo su labio y moviendo sus ojos de un lado al otro sin decir nada.
-Angelique me mostró el Aurum Spectra en una visión- no tenía ni idea de por qué antes de eso había visto su baile.
Terence silbó suavemente, retrocediendo un paso dentro de su habitación burbuja. Su expresión cambió de asombro a concentración analítica.
-¿Puedes encontrarlo?- preguntó Marko con un deje de preocupación.
-Puedo intentarlo -corrigió Terence, pasándose una mano por el cabello corto antes de mirarme a mí-. Mi condición... bueno, no es del todo una maldición. La sobre sensibilidad que me mantiene encerrado aquí también me hace percibir corrientes de energía que otros pasan por alto. Si descubro qué es, y si está en el palacio, podría encontrarlo sin problemas... El punto es que no tengo la menor idea de lo que es.
-¿Cuánto tiempo necesitas? -pregunté, sintiendo cómo la ansiedad se enroscaba en mi estómago.
Terence frunció el ceño.
-¿Puedes describirlo?- me preguntó.
-Lo único que he visto es un filamento muy delgado- tomo su tablet y empezó a deslizar sus dedos en la pantalla -como de oro y plata que está girando con ondulaciones en una caja de cristal- creo que eso era todo lo que sabía.
-¿Sabes lo que hace?- preguntó nuevamente.
-No sé para qué lo necesito- simplemente negué con mi cabeza.
-Eso lo hace más complicado. El palacio está protegido por capas y capas de encantamientos de ocultación, y hay cientos, quizás miles de objetos mágicos almacenados aquí. Distinguir uno específico... -Hizo un gesto con las manos-. Necesito tiempo para calibrar mi sensibilidad, para sintonizarme con lo que me describes. Horas, tal vez.
Horas que no tenía. El torneo comenzaría pronto, y aún necesitaba prepararme, cambiarme, reunirme con los demás...
-Beth -la voz de Marko fue suave pero firme-. Debo regresar a mis deberes. Si mi padre nota mi ausencia, mi amigo Noah va a tener problemas.
-Lo siento- susurré, sintiendo un peso extraño en el pecho.
-¡No te disculpes- respondió enseguida -! Es sólo que vamos a tener que dejar todo en manos de Terence.
-¡Lo siento!- ni siquiera era su problema.
-Sin problema- respondió moviendo la mano sin quitar sus ojos de la tablet -. Al menos me has dado algo interesante que hacer... Cuando abras la Puerta, acuérdate de mí- regresó a verme, me guiñó un ojo, y empezó a reírse cuando no dije nada -. Es broma, seguramente tendrás un millón de cosas más importantes que arreglar en el mundo- y esta vez sí lo dijo en serio.
Marko abrió otro portal antes de ofrecerme su mano. Regresamos de vuelta a la habitación en la torre. Me encontré de nuevo en esa estancia desconocida, con sus cortinas pesadas y su aire con humedad, pero ahora el sol se filtraba entre grietas de luz.
Por un momento, estuvimos solos en la penumbra. Sentí su mano aflojando el agarre de la mía y lo único que pude hacer fue cerrar mi mano con fuerza.
No sabía por qué, pero no quería quedarme sola... Mis ojos se llenaron de lágrimas y mis rodillas colapsaron con el peso de mi cuerpo. Escuché el sonido de alarma del príncipe en frente de mí, pero un llanto se volvió mucho más ruidoso. Tardé unos segundos en darme cuenta de que el llanto era mío.
-Lo siento- dije entre sollozos.
-Tranquila- susurró Marko suavemente mientras me abrazaba.
-No sé... por qué... lloro- admití abochornada contra su pecho.
Conforme me calmaba, me daba cuenta de lo ridícula que me debía de ver. No sólo parecía una vagabunda loca, ahora también era una loca llorona.
-Terence hará lo posible -dijo y agradecí internamente que no me preguntase sobre cómo estaba, porque ni yo lo sabía, aunque sus ojos buscaban los míos y yo intentaba evitarlo de la pura vergüenza-. Es el mejor rastreador que conozco, aunque él nunca lo admitiría.
-Gracias- respondí, y el sentimiento era genuino, abrumadoramente genuino -. Por todo. Por tu ayuda, por salvarme la vida, por robar el medallón de palacio y no enfadarte cuando lo rompí, por el Aurum Spectra y por consolarme ahora- no podía mirarlo a la cara.
-¡Hey!- dijo sujetando mi cara -Deja de disculparte y agradecerme. Conocerte ha sido un placer refrescante y lo más emocionante que he hecho desde mi graduación de piloto... Y si te soy sincero, no me parecerías humana si pudieses pelear con la reina de las hadas, viajar en el tiempo, descubrir que tu amigo está secuestrado por un psicópata, sin contar que vas a participar en un torneo en el que todos van a estar pendientes y tienen demasiadas expectativas en ti... sin colapsar... Sé que puedes salvar el mundo, y de seguro creo que eres una maga extremadamente poderosa, pero me hace feliz contribuir. Siento que puedo aligerar un poco tus hombros- me sonrió y yo sonreí también -... Y Terence dice que también te apoya en lo que necesites.
-Gracias- me reí limpiándome la cara como pude con las manos -por creer en mí cuando ni siquiera yo lo hago.