Hay un lugar donde no quiero estar, porque este lugar me recuerda la debilidad que hoy en día perdura, y no es posible soportar toda esta amargura.
Sin ninguna atadura, se mantiene firme el camino de las personas.
Seres con miles de carencias existenciales, que persiguen un sueño, provocando la muerte de este.
Los sueños fallecen cada día, nuestra amargura es infinita.
No podemos hacer nada para detener nuestra lucha, para mantener el curso de la locura.
O permanecemos quietos, o nos despedimos de esta luna,
Nuestra única luz, la fuente de toda energía.
«Un lugar donde los infelices duermen con miles de dudas en su sistema».
Un sitio lleno de penumbra, donde nos persigue esa sombra oscura, la silueta de la persona que muere en mi sueño, la que me observa mientras duermo.
Me hace parte de ella, y siento que vuelvo a la realidad, a donde pertenezco.
Los sueños mueren cada día, y las señales del tiempo se llevan lejos todo lo que siento por dentro.
Son muchas las cosas por las que me arrepiento, pero es más fácil vivir con el arrepentimiento que vivir sabiendo que fue mi culpa la muerte de un sueño.
Editado: 10.12.2020