Utopía

11. Supremacía (La Sutileza De La Miseria, II)

«Y con la traición de Judas en mi mano, olvidé que éramos hermanos».

 

Superados en números, nos vimos perdidos, aplastados por una gran tristeza. 
El mundo nos odia, no entiende que fuimos libres desde el día que la sutileza de su trato nos envió al fracaso.

 

Un engaño, un extraño, olvidaron que éramos hermanos, nos traicionaron después de haber comido de nuestras manos.

 

Nos mantuvieron unidos a su legado, creyendo que nuestro punto débil nos había cegado. 
Este mundo es un lugar extraño, repleto de injustos pecados, demasiado pesados para las espaldas de nuestros hermanos, aquellos que nos han engañado.

 

El plomo se asienta en mi mano, el aire que solía respirar no me hace daño, ya no somos seres humanos, somos máquinas de justicia, utilizados por nuestros hermanos, aquellos que nos están torturando, quemando la esperanza de un mundo idealizado.

 

Nos superaron en número, pero fuimos seres humanos, la inteligencia no es parte del pasado, nos hemos levantando, buscando el camino que fue prometido hace siglos pasados.

 

Se ven superiores a nosotros, pero el pasado siempre vuelve al pasado, y los pecados más pesados se vuelven cenizas en mis manos.

 




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