Utopía

CAPÍTULO II

"El temor de un comienzo, es la esperanza de un final feliz."

 

Si podemos ver más allá de aquello que no entendemos, aquello que no queremos y, aquello a lo que huimos. Solo debemos poner un poco más de nuestra parte, no siempre es tan fácil descubrir el propósito de cada caída, o la enseñanza de cada logro. Tal vez podríamos identificarlo en un segundo, pero... ¿es en realidad esa la enseñanza?, ¿De verdad ese es nuestro propósito?, ¿Es lo que realmente queremos? o ¿sólo nos estamos conformando?

Si fuera así, estaríamos más que arrastrados. Lo que necesitamos para llegar a aquel lugar al que deseamos es, Fe.

Bueno, al parecer estamos en una época en que a las personas lo último que desean hacer, es dar un vueltón por el centro comercial. No soy amante a las visitas en este tipo de lugares, y agradecida que esto no esté repleto de gente. 

Julieth entraba y salía a cada tienda que se le antojaba, y no tuvo que rogarme esta vez para ser cómplice del gasto de su tarjeta de crédito.

Me entretuve unos minutos observando algunas prendas y accesorios que se encuentran en aquel almacén, esperando a que Lie salga del vestuario con su nuevo vestido. La chica realmente no había cambiado nada; siempre que nos reuníamos para este tipo de salidas, en un principio no permitía que le ayudara a cargar algunas bolsas, lo cual era muy incómodo para mí y, sé que para ella también. "Es que, ¿quien puede estar cómodo caminando en medio de tanta gente a su alrededor y cargando como minimo siete bolsas de compras?".

Julieth sale del vestíbulo con su nuevo vestido, cuando me encuentro con ella, su hermosa sonrisa ilumina de nuevo su rostro; ella espera mi opinión acerca de su nuevo vestido y, como dije antes. Ella luce como modelo, "Todo le queda bien, es realmente hermosa".

- Te queda genial - Ella sonríe aún más y gira en su lugar para enseñar completamente el vestido.

- Gracias, me cambio y lo pago. - Dice acercándose al vestíbulo de nuevo, yo asiento. - ¡No demoro!

Suspiro levemente y continúo observando los productos que se encuentran allí. En aquél recorrido, me pierdo en mis pensamientos. Pienso en el viaje de esta noche y en el poco tiempo que compartiré con Lie, es triste verla aquí, justo cuando debo irme.

- ¿Qué piensas? - sobresalto levemente en mi lugar, ganándome una risita baja de parte de Lie y de paso, sacándome una sonrisa.

- Nada importante. - Ella me observa por unos segundos tratando de encontrar mi mentira; dirijo mi vista a sus antebrazos, los cuales estaban llenos de bolsas. Evidencia de los diversos almacenes que visitamos. - ¿Ahora si puedo ayudarte con algunas bolsas? - Pregunto en un intento de cambiar de tema y, porque realmente le quiero ayudar con las bolsas. - Vamos, no me voy a quedar con nada, lo prometo. - Digo alzando mi mano derecha a la altura de mi rostro, en señal de promesa. Ella suelta un soplido y rueda sus ojos.

- Sé que no te quedarás con nada, por eso compré algo para tí. - Iba a decir algo pero me interumpe alzando su mano. - Y no acepto un "No" en respuesta a éste obsequio. - Suspiro en derrota, sabiendo que ella siempre gana en este tipo de discuciones. - Y con respecto a las bolsas, no te preocupes. Puedo llevarlas. - La observo detenidamente, ella comprende mi análisis y suspira resignada, me entrega cuatro de las ocho bolsas que lleva en sus brazos - Está bien. - Dice en un tono bajo, y yo le regalo una sonrisa de triunfo.

Salimos del almacén y nos dirijimos hacia la parada de buses, dónde me encontró hace unas horas. Hablamos unos minutos más y le comento acerca del viaje que tendré esta noche, ella comprende con una leve tristeza reflejada en su rostro. Le prometí que hiría a visitarla a ella y al Señor Sutton, lo tomó por hecho y nos despedimos con un fuerte abrazo.

El bus se detiene frente al pequeño edificio de apartamentos, lo observo por unos segundos y me acerco a él. Veo al Señor Carlos salir de su oficina con una enorme sonrisa, tan alegre y amable como siempre. Cuando está frente a mí, no dudo en darle un fuerte abrazo. Tal vez fue algo inesperado, ya que el Señor Carlos se sorprende por tal gesto.

- Señorita Moore, pensé que nunca iba a escuchar mis palabras. - Confiesa el Señor Carlos en el momento que responde a mi gesto levemente. Suspiro ante su comentario y me alejo de él para ver su rostro. 

Sé cuánto se preocupa el Señor Carlos, pero no entiendo el por qué; aunque me agrada un poco ya que me hace sentir importante; pero aun así, no quiero que tenga un mal momento por mi culpa. Suelto una leve carcajada y retomo mi camino hacia la entrada del edificio, el Señor Carlos se adelanta y abre la puerta para mí. Su caballerocidad nunca la olvidaré, es una de las causas por la que mi admiración hacia él es enorme; es amable con todos, mujeres, niños, hombre, incluso con los animales. Su característica príncipal, es ser todo un caballero.

- Muchas gracias Señor Carlos, - Él asiente con su característica sonrisa - nos vemos más tarde.

Me despido tomando camino a las escaleras que me dirijen hacia el apartamente que me hospedo y, antes de empezar a subirlas doy media vuelta para ver al Señor Carlos con una expresión de perplejidad hacia mi dirección. Le enseño mi lengua juguetonamente y él suelta una carcajada mientras hace leves moviemientos con su cabeza en negación y se dirije hacia su oficina.




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