"El temor de un comienzo, es la esperanza de un final feliz."
Si podemos ver más allá de aquello que no entendemos, aquello que no queremos y, aquello a lo que huimos. Solo debemos poner un poco más de nuestra parte, no siempre es tan fácil descubrir el propósito de cada caída, o la enseñanza de cada logro. Tal vez podríamos identificarlo en un segundo, pero... ¿es en realidad esa la enseñanza?, ¿De verdad ese es nuestro propósito?, ¿Es lo que realmente queremos? o ¿sólo nos estamos conformando?
Si fuera así, estaríamos más que arrastrados. Lo que necesitamos para llegar a aquel lugar al que deseamos es, Fe.
Bueno, al parecer estamos en una época en que a las personas lo último que desean hacer, es dar un vueltón por el centro comercial. No soy amante a las visitas en este tipo de lugares, y agradecida que esto no esté repleto de gente.
Julieth entraba y salía a cada tienda que se le antojaba, y no tuvo que rogarme esta vez para ser cómplice del gasto de su tarjeta de crédito.
Me entretuve unos minutos observando algunas prendas y accesorios que se encuentran en aquel almacén, esperando a que Lie salga del vestuario con su nuevo vestido. La chica realmente no había cambiado nada; siempre que nos reuníamos para este tipo de salidas, en un principio no permitía que le ayudara a cargar algunas bolsas, lo cual era muy incómodo para mí y, sé que para ella también. "Es que, ¿quien puede estar cómodo caminando en medio de tanta gente a su alrededor y cargando como minimo siete bolsas de compras?".
Julieth sale del vestíbulo con su nuevo vestido, cuando me encuentro con ella, su hermosa sonrisa ilumina de nuevo su rostro; ella espera mi opinión acerca de su nuevo vestido y, como dije antes. Ella luce como modelo, "Todo le queda bien, es realmente hermosa".
- Te queda genial - Ella sonríe aún más y gira en su lugar para enseñar completamente el vestido.
- Gracias, me cambio y lo pago. - Dice acercándose al vestíbulo de nuevo, yo asiento. - ¡No demoro!
Suspiro levemente y continúo observando los productos que se encuentran allí. En aquél recorrido, me pierdo en mis pensamientos. Pienso en el viaje de esta noche y en el poco tiempo que compartiré con Lie, es triste verla aquí, justo cuando debo irme.
- ¿Qué piensas? - sobresalto levemente en mi lugar, ganándome una risita baja de parte de Lie y de paso, sacándome una sonrisa.
- Nada importante. - Ella me observa por unos segundos tratando de encontrar mi mentira; dirijo mi vista a sus antebrazos, los cuales estaban llenos de bolsas. Evidencia de los diversos almacenes que visitamos. - ¿Ahora si puedo ayudarte con algunas bolsas? - Pregunto en un intento de cambiar de tema y, porque realmente le quiero ayudar con las bolsas. - Vamos, no me voy a quedar con nada, lo prometo. - Digo alzando mi mano derecha a la altura de mi rostro, en señal de promesa. Ella suelta un soplido y rueda sus ojos.
- Sé que no te quedarás con nada, por eso compré algo para tí. - Iba a decir algo pero me interumpe alzando su mano. - Y no acepto un "No" en respuesta a éste obsequio. - Suspiro en derrota, sabiendo que ella siempre gana en este tipo de discuciones. - Y con respecto a las bolsas, no te preocupes. Puedo llevarlas. - La observo detenidamente, ella comprende mi análisis y suspira resignada, me entrega cuatro de las ocho bolsas que lleva en sus brazos - Está bien. - Dice en un tono bajo, y yo le regalo una sonrisa de triunfo.
Salimos del almacén y nos dirijimos hacia la parada de buses, dónde me encontró hace unas horas. Hablamos unos minutos más y le comento acerca del viaje que tendré esta noche, ella comprende con una leve tristeza reflejada en su rostro. Le prometí que hiría a visitarla a ella y al Señor Sutton, lo tomó por hecho y nos despedimos con un fuerte abrazo.
El bus se detiene frente al pequeño edificio de apartamentos, lo observo por unos segundos y me acerco a él. Veo al Señor Carlos salir de su oficina con una enorme sonrisa, tan alegre y amable como siempre. Cuando está frente a mí, no dudo en darle un fuerte abrazo. Tal vez fue algo inesperado, ya que el Señor Carlos se sorprende por tal gesto.
- Señorita Moore, pensé que nunca iba a escuchar mis palabras. - Confiesa el Señor Carlos en el momento que responde a mi gesto levemente. Suspiro ante su comentario y me alejo de él para ver su rostro.
Sé cuánto se preocupa el Señor Carlos, pero no entiendo el por qué; aunque me agrada un poco ya que me hace sentir importante; pero aun así, no quiero que tenga un mal momento por mi culpa. Suelto una leve carcajada y retomo mi camino hacia la entrada del edificio, el Señor Carlos se adelanta y abre la puerta para mí. Su caballerocidad nunca la olvidaré, es una de las causas por la que mi admiración hacia él es enorme; es amable con todos, mujeres, niños, hombre, incluso con los animales. Su característica príncipal, es ser todo un caballero.
- Muchas gracias Señor Carlos, - Él asiente con su característica sonrisa - nos vemos más tarde.
Me despido tomando camino a las escaleras que me dirijen hacia el apartamente que me hospedo y, antes de empezar a subirlas doy media vuelta para ver al Señor Carlos con una expresión de perplejidad hacia mi dirección. Le enseño mi lengua juguetonamente y él suelta una carcajada mientras hace leves moviemientos con su cabeza en negación y se dirije hacia su oficina.
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Editado: 09.03.2023