Utopía

CAPÍTULO IX

Por qué permitir que nuestros miedos crean la historia?, ¿por qué dudar de lo coherente?, ¿por qué dejarnos dominar de los nervios?

 

Son las 8:43PM y Salomé aun no llega del restaurante, me preopa por que me había informado que no llegaría tan tarde. Le he llamado más de dos veces y no contesta.

Con un suspiro me dejo caer en el mueble de la sala y enciendo la televisión, pero mi atención es dirigida a los pequeños números que se encuentran en un extrtemo de la pantalla, indicando la hora.

 

En un abrir y cerrar de ojos podemos sentir paz, en un abrir y cerrar de ojos podemos olvidar el dolor, en un abrir y cerrar de ojos podemos ser felices. Pero en un abrir y cerrar de ojos, no podemos impulsar a alguien hacia la confianza que le ofrecemos, príncipalmente aquellas personas que se enfrentan al mundo en soledad absoluta. Entonces, ¿cómo podemos generarles comodidad cuando se niegan a recibirla?, ¿por qué es tan difícil aceptar ayuda?, ¿por qué esperar a que todo se complique más de lo que éstá?, ¿por qué no simplemente, aceptar?

Cuando tenemos la posibilidad de ayudar a esa persona y realmente queremos hacerlo, no debe importar la negación de ésta; en numerosas ocasiones solemos negarnos a la ayuda de otra persona, por temor.

Temor a fallar.

Pero eso no debe importar, ¿verdad?, no siempre debe salir bien la ayuda que brindamos, simepre y cuando sea para bien; el resultado positivo es aprender de lo que vivimos al hacerlo. No importa si lo que buscamos en la realización de ésta actividad, no resulta. Aunque siempre que ofrecemos ayuda, es con el propósito de buscar una mejora en la situación; porque sino, ¿entonces para qué ofrecerla? Creo que lo más importante de ayudar es mantener la calma y la unión, de ésta forma podremos escuhcarnos, comprendernos, analizar coherentemente la situación y el lugar en el cual se encuentra cada uno, para así lograr el objetivo de todos. Después de todo, eso es lo que nos une cómo familia.

Ayudar al otro y, hacerlo con amor.

 

La puerta principal del apartamento se abre y entra una agotada Salomé; sus ojos tienen un poco de sombra a su alrededor, su pelo está algo desordenado y su piel un poco pálida. Sólo se acerca a uno de los sillones que se encuentra en el centro de la sala y se desparrama en él; su respiración es algo agitada y sus ojos ahora se encuentran cerrados, mientras trata de calmar su respiración; su bolso es aplastado por ella y el mueble, ya que no se lo ha quitado desde que llegó. Y me pregunto, ¿por qué se encuentra así?, ¿de dónde viene?, ¿qué le habrá pasado para tener esa suspensa y dramática entrada?; lo cual hace que los nervios que tenía hace unos minutos, regresen aumentando poco a poco mientras me imagino a una Salomé huyendo de algún maniático que la persigue, para no sé qué. Pero internamente le agradezco a Dios que mi niña ya se encuentre en casa y a salvo.

Dirijo mi vista hacia la hora que enseña el televisor y ya son las 10:01PM, con un suspiro me recuesto en el mueble en que me encuentro sentado, sin dejar de ver a Salomé. Ésta al parecer ha notado mi presencia ya que abre sus hermosos ojos cansados, la alegría se esparce en ellos; me regala una leve sonrisa mientras alza un poco sus cejas por la impresión al verme.

- Señor Sutton, ¿por qué se encuentra aun despierto?, debería ir a descansar. - Dice mientras se sienta bien en el mueble y se quita el bolso, dejándolo en éste primero.

- Estaba preocupado porque no llegabas, - ella suspira y asiente.- dijiste que no tardarías y no contestabas mis llamadas. - Ella se sorprende de nuevo y rápidamente busca en su bolso el celular, lo enciende; en ese momento llega las notificaciones de las llamadas que realicés hace unas horas. Dirige su vista hacia mí y veo culpa en sus ojos, baja su rostro por la vergüenza; como siempre, Salomé se avergüenza por todo.

- Perdón señor Sutton, no ha sido mi intención hacerlo pasar un mal momento. - dice avergonzada y, me llena de ternura verla así. - En verdad, lo siento mucho.

- Tranquila Sol, ya pasó. Lo importante es que ya estás aquí. - Ella asiente aun con la vergüenza reflejada en su rostro. - Y dime, ¿por qué has llegado de esa forma?, ¿estás bien? - Ella empieza a jugar con sus manos y con su vista fija en éstas, suelta un suspiro y se pone de pie; toma su bolso, lo pone levemente en su hombro derecho. Yo solo la observo esperando su respuesta.

- Sí señor, estoy muy bien; sólo algo agotada. - Toma rumbo hacía su habitación y en unos segundos regresa sin su bolso e ingresa a la cocina. - ¿Tiene hambre? puedo prepararle algo para comer. - Dice mientras busca en la nevera.

Yo me quedo observándola unos leves segundos, su comportamiento tenso y nervioso me garantiza que le pasó algo. Lo cual me preocupa que sea grave, deseo sinceramente que no lo sea, que mi pequeña no se encuentre en peligro; porque nunca me perdonaría que le pase algo, mucho menos mientras me encuentre tan cerca de ella. Me duele su situación, ella siempre tan independiente emocionalmente, no permite que cualquier persona la conozca lo suficiente; sé muy bien que Julieth y yo hemos tenido ese privilegio de conocerla realmente, pero a veces siento que no nos lo ha permitido lo suficiente como para poder ayudarle de verdad, desearía que algún día nos permita llegar a ella completamente; que cuando se sienta triste nos lo cuente; que si necesita ayuda, no dude en comunicarse con nosotros; que si está feliz, nos lo comparta; que si está enferma, nos permita acompañarla... sólo queremos ser parte de ella, así como le hemos permitido que sea parte de nosotros; aunque ella no lo tome por hecho.




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