Utopía

CAPÍTULO XIII

"¿Qué debemos aprender del pasmo?"

 

-Buenas tardes, bienvenidos. - Saludo con una sonrisa amable en el momento en que me encuentro frente a mis nuevos clientes. - Mi nombre es Salomé y las atenderé el día de hoy. - En la mesa se encuentran sentadas; una señora de bastante edad y una muchacha muy joven. - Cuéntenme, ¿en qué les puedo colaborar? - La señora me observa detenidamente, recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza, lo cual me hace sentir muy incómoda. Detiene su mirada en mi rostro, alzando una de sus finas cejas y con una sonrisa llena de burla, dice.

-No lo sé, ¿tomar nuestro pedido tal vez? - Con los nervios explotando de una forma potente en mi interior y dando paso a mi inseguridad por su sarcástico comentario, con un poco de fuerza tomo mi libreta y mi lápiz para anotar lo que van a ordenar.

-Sí señora, ¿qué desea ordenar? - Le pregunto, bligándome a no dejarme intimidar. Escucho un fuerte suspiro de parte de la joven, quién me observa pasivamente y con una sonrisa amable dice.

-Yo quiero un café y unas... - piensa por unos cortos segundos. - tres galletas de queso. - Queda en silencio por otros cortos segundos más y asiente. - Sí, tres galletas. - Dice aun con su amable sonrisa y, ésta se desvanece cuando dirige su mirada hacia su acompañante. Al tener anotado su pedido, dirijo mi vista hacia la acompañante de la joven y, me sorprende al ver la forma en que la fulmina con la mirada y sin vergüenza alguna dice.

-Que sea la ultima vez que me interrumpes en público, holgazana. - La joven solo resopla en disgusto y alza sus hombros mientras dirige su vista hacia la ventana, perdiéndose en el exterior del restaurante.

En estos momentos me siento súper incómoda, es esa sensación de deseo por desaparecer, así sea por obra de un rayo; la verdad no importa, lo importante es no presenciar más ese incómodo momento.

-¿Me vas atender o seguirás ignorándome? - Dirijo mi vista inmediatamente hacia la señora gruñona y siento mientras acerco mi lápiz al cuaderno para anotar su pedido. - Quiero un chocolate y un pastel. - Anotando su pedido, me acerco un poco más a la mesa y tomo las cartas de orden para ponerlas en su lugar correspondiente.

-En un momento traigo sus pedidos. - Les informo antes de retirarme.

-Muchas gracias. - Dice la joven amablemente, yo asiento ante su comentario.

Cuando llego a la barra, paso hacía el pasillo de la cocina y dejo las cartas en su lugar, suelto un suspiro e inhalo para soltar otro suspiro. "¿Por qué ese comportamiento tan cruel?, a veces no entiendo a los adultos," "¡Jm! si ese ogro se hace llamar adulto, ni me quiero imaginar lo que será un monstruo."

-Hola James, ¿por favor me preparas un pastel? - Le pido a mi compañero y él sonrientemente asiente mientras me regala un guiño amistoso.

-Claro pequeña, entres minutos está tu pastel. - Dice alegremente.

-Muchas gracias. - Doy media vuelta y me dirijo al otro extremo de la barra para preparar el café y el chocolate que me han solicitado, tomo una bandeja, dejo allí los pocillos y me alejo para tomar desde la vitrina las tres galletas de queso que solicitó la joven. Al volver al lugar en que dejé las bebidas, escucho la voz de James llamándome. Me dirijo inmediatamente en busca del pastel; tal y como él lo había dicho, tres minutos después está listo el pastel, con su delicioso aroma. - Muchas gracias James. - Le digo tomando el pastel, él me regala una sonrisa.

.-Con mucho gusto pequeña. - Le regalo una sonrisa y me dirijo hacia la barra para tomar la bandeja con los pedidos he ir hacia la mesa once, de nuevo.

-Buenas tardes señorita. - Levanto el rostro para ver a la persona que me ha dirigido la palabra, observo con asombro al hombre que se encuentra frente a mí. "Pero si tengo a la mismísima Torre Eiffel ante mí", "¡Dios mío!, ¡que hombre tan grande!" - ¿Se encuentra bien? - Espabilo varias veces tratando de comportarme como una persona normal, aunque se me dificulta un poco, realmente me siento como una hormiga. El hombre es realmente alto.

-¡Eh! ... ¡Perdón!, sí, sí. Dígame, ¿en qué le puedo colaborar? - Él asiente levemente mientras me analiza detenidamente, con los nervios de nuevo explotando en mi interior, dirijo mi vista hacia la mesa once; donde una señora gruñona me observa expectantemente con su ceño fruncido. Rápidamente dirijo mi vista hacia el hombre que se encuentra frente a mí, quien dirige la vista hacia dónde yo la había dirigido.

-Veo que está ocupada, no le quitaré mucho tiempo. - Dice mientras observa detenidamente a mis clientas, quienes se encuentran ahora hablando entre ellas, de una forma no muy amigable, se puede decir. Yo asiento cuando él dirige su vista de nuevo hacia mí. - ¿Puede informarme quién me puede ayudar a comunicarme con el señor Adams? - Yo asiento enérgicamente y doy media vuelta en mi lugar.

-¡David! - Él se asoma por la ventana de la cocina con el rostro algo colorado, lo cual me da un poco de gracia. Por lo tanto no pude ocultar la sonrisa al verlo, él entrecierra un poco los ojos ante mí juguetonamente, entendiendo mi gracia. - ¡Por favor dile al señor Adams que el señor...! ¡espera, espera! - me dirijo hacia el hombre que se encuentra detrás de mí, él me observa detenidamente con una leve sonrisa, robándome una sonrisa gentil, le pregunto. - Diculpe, ¿cuál es su nombre? - Él asiente y con su sonrisa un poco más clara me dice su nombre.




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