Utopía[completa]

Capítulo 2

Hace un mes que deje el trabajo, llevo todo este tiempo buscando trabajo. Me encuentro recorriendo las calles de Greenville que es donde vivimos mi familia y yo. Es una ciudad pequeña pero es muy bonita. Me detengo delante de unas fabrica. Voy a dejar el curriculum, necesito encontrar algo cuanto antes.

Me miro en una cristalera que hay en una tienda cercana a la fábrica. Me coloco bien el pelo. Llevo un polo y un vaquero de color azul claro. Observo mi marca de toda la vida que tengo en la cara. Tiene forma de equis, la llevo desde que tengo consciencia. Me la hice cuando apenas tenía tres años de vida y no consigo recordar bien lo que ocurrió, solo recuerdo que fue un compañero de clase con un paraguas.

La fábrica es de un viejo amigo de mi padre, lo conozco desde que era pequeño.

—Hola Popi, ¿que tal?

—Muy bien Jacob, ¿que necesitas? —me pregunta mientras se limpia las manos en un fregadero que tiene a pie de fábrica.

—Necesito dejarte esto, si en algún momento necesitas un trabajador yo ya estoy disponible —hace bastante tiempo que Popi quiere que trabaje para él.

—Esta bien, ahora mismo no necesito asi a alguien urgentemente pero cuando me haga falta te llamaré. No hace falta que me dejes nada, tengo tu numero —me aclara.

—Ya sabes como soy, me gusta hacer las cosas bien.

Salgo de la fábrica, miro a mi alrededor, no se muy bien hacia donde ir, observo que en apenas cuatro calles se encuentra otra fábrica y pongo rumbo a ella.

Voy a cruzar la calle.

—¿Jacob Jackson? —escucho una voz que viene por mi espalda. Me doy la vuelta pero tan solo hay una furgoneta de color gris, nadie mas andando. Sigo continuando mi paso porque no se si lo he escuchado de verdad o ha sido tan solo fruto de mi imaginación. Dentro de la furgoneta no hay nadie.

Sigo mi paso y escucho el ruido de un motor encenderse, giro mi cabeza y la furgoneta esta a mi lado, dentro de ella hay un hombre totalmente de negro con una capucha que apenas me deja verle el rostro.

—¿Jacob Jackson? —me vuelve a preguntar.

—Si, soy yo —le respondo cagado de miedo, no se quien coño son ni lo que quieren. Como se ponga la cosa fea me pongo a correr sin mirar atrás.

—¿Estás buscando trabajo verdad?

¿Cómo saben como me llamo y que estoy buscando trabajo?

Realmente lo segundo lo podrían deducir viéndome entrar de una fábrica a otra con una carpeta en mano a las doce de la mañana. Pero el nombre es más complicado de saberlo.

—¿Cómo saben mi nombre?

—Sabemos muchas cosas de ti, respondanos.

—Si, sí que lo estoy.

—¿Quiere ganar tanto dinero para jubilarse ya para toda la vida en muy poco tiempo? —me propone, tiene que ser una broma.

—No mire, lo siento mucho pero no me quiero meter en ningún follón.

—No es ningún tipo de juego, nadie muere.

Me quedo pensando, ¿y si es verdad?

—¿En que consiste?

—Consiste en tan solo reflotar un viejo pueblo que está yendo a la deriva, haciendo eso puedes conseguir tanto dinero que en nada podrías pensar en jubilarse —me informa.

—¿Dónde está ese pueblo?

—Por motivos de seguridad esperemos que entienda que esa información es confidencial.

—Pues entonces es que no… —le contesto.

—Aquí tiene nuestro teléfono por si quiere pensárselo mejor, tienes veinticuatro horas para decidirte sino la oferta quedará anulada.

Recojo la tarjeta, en ella se muestra un número de teléfono y una palabra. “Utopía”

Rápidamente aceleran dejando una sombra su presencia.

De nuevo observo la tarjeta.



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En el texto hay: utopia, pruebas, ciudad abandonada

Editado: 10.12.2022

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