Me encuentro en la cocina de mi casa, sigo sosteniendo la tarjeta en la mano. Olivia entra por la puerta.
—¿Qué es eso? —su curiosidad le invade y no puede evitar preguntarme.
—Una oferta de trabajo pero no se si aceptarla.
—¿De que es el trabajo?
Realmente no lo sé, no me ha dicho ningún detalle para hacerme una idea, pueden ser miles de cosas diferentes, no se si estoy preparado.
—Para reflotar un pueblo —repito las mismas palabras que me ha dicho aquella persona encapuchada.
—¿No te ha dicho nada más?
Niego repetida veces con la cabeza.
—Pues lleva cuidado que a saber en que lío te metes.
Mi mujer con una de sus hipótesis sobre la estafa piramidal.
—Lo se cielo, llevare cuidado.
Pasa el tiempo, no he conseguido parar de darle vueltas al asunto.
Ya es casi de noche, me quedan apenas quince horas para decidirme, mis hijas ya han regresado del colegio, las observo y me doy cuenta que daría la vida por ellas, que haría cualquier cosa porque no les faltara de nada.
En mi mano izquierda se encuentra la tarjeta, en la derecha el teléfono móvil.
Emily viene a por mi para que juegue con ellas, ojala se parase el tiempo en este momento, jugando con ellas, con su inocencia y también con el tiempo.
—Venga Papá, le tienes que dar de comer al conejito —me recuerda mi hija para que deje de pensar y de estar espeso.
Ahora ya no tengo el teléfono y una tarjeta sino una cuchara y un plato vacío pero lleno de imaginación. La comida es aquello que ella me dice que es.
—¡A cenar! —mi mujer nos saca de los juegos, con todo el lío de estar jugando con ellas había olvidado que tengo un hambre atroz y que me cenaría ahora mismo cualquier cosa. Bajamos escalera abajo hasta la cocina, mientras se termina de hacer la cena mis hijas y yo ponemos la mesa para que esté lista.
Nos sentamos los cuatro a cenar, suena mi móvil.
Es tan solo un mensaje, el mensaje dice que quedan menos de catorce horas para decidirme, me pregunto también cómo habrán conseguido mi teléfono.
—¿Está todo bien cariño? —me pregunta mi mujer con tono preocupado.
—Si, voy a ir un momento al baño —añado mientras me levanto y salgo de la cocina.
Llego hasta el baño y marco el numero de telefono de la tarjeta, no se si es lo mejor lo que estoy haciendo pero perdidos al río tengo que arriesgarme.
—Buenas noches señor Jackson, ¿se ha decidido ya?
¿Cuál es la mejor respuesta que debo de dar?.
—Quiero poner una serie de normas… —me pongo serio.
—¿Que tipo de normas?
—Quiero saber como se llama el pueblo y el trabajo que hay que hacer en él.
—Señor Jackson, si ha sido observador podría perfectamente averiguar el nombre del lugar al que nos referimos, y lo segundo hasta que usted no acepte el trato no podemos darle más detalle.
Me crujo los nudillos de la mano, miro repetida veces el espejo, suspiro, cojo aire. Lo necesito más que nunca.
—Esta bien, acepto el trato, ahora decirme en que consiste
—Entenderá que no nos fiemos de su palabra, preferimos que nos firme un documento y así podamos formalizar esta relación tan bonita que se está creando.
¿Tan bonita y no se ni quienes son?
Esta gente va a terminar con mi paciencia.
—¿A dónde tengo que ir? —les pregunto a duras penas.
—Mañana a las diez le recogerá un furgón en la puerta de su casa.
—Está bien —cuelgo sin preguntar nada más, no lo quiero saber y aunque lo quisiera no me iban a decir nada más.
Salgo del baño, mi mujer está escuchando a través de la puerta, era de esperar.
—¿Quién era? —pregunta como es lógico y normal.
—Una entrevista de trabajo para mañana a las diez.
—¿Y te llaman a estas horas? —a la sherriff del condado no se le escapa una.
—Les he llamado yo porque he visto la oferta, no se de que se trata, mañana en cuanto llegue preguntare y si me convence entonces decidiré si acepto o no.
—Está bien, venga baja a cenar que se te va a quedar fría la cena —me ordena, eso también es una de las cosas que le encanta hacer.
Bajo las escaleras de nuevo, pero ahora me tiemblan las manos, no se si he hecho bien aceptando la oferta, no tengo ni la menor idea de donde me voy a meter.
¿Es una mafia?
¿Me meteré en un lío tan grande que podría llegar a acabar en la cárcel?
Mi cabeza da vueltas y no se detiene ni un segundo.
—Hijas, pase lo que pase quiero deciros que os quiero mucho y que para mi sois lo mejor que me ha pasado en la vida junto a vuestra madre, no lo olvideis nunca —explicó tratando de exhalar una última gota de oxígeno.