Capítulo 39

—Hoy nos despedimos de una buena persona. Un ejemplo de persona que nos ha ayudado en todo lo que ha podido. Estos últimos días los ha pasado junto a nosotros, junto a su familia, que aunque muchos no lo veais es lo que somos. Debemos de estar juntos en estos duros momentos y una muestra de ello es este acto tan desafortunado pero que nos hará salir de aquí mucho más fuertes —las palabras salen de la boca de Abraham como puñados de hierros directos al corazón.

Aunque me cueste reconocerlo, ha encontrado las palabras perfectas para despedir a George.

Jamas imagine que la última persona a la que viese fuese a mi. En ese cuarto oscuro y deprimente. Allí se quedo el alma perdida que ya descansa junto a su familia.

Ojala llegue a ser capaz de salir de aquí y de decirles a su familia que fue de él, que se quedo en un pueblo abandonado perdido, dentro de un agujero lleno de tierra.

Pero aunque reconociendo y viéndolo bien no se que es peor, si conseguir finalmente salir de aquí y decirles la verdad a la familia de él.

Observo durante varios minutos el lugar donde George descansa. Mientras la gente poco a poco abandonando su sitio y se va a su casa. Alzo la vista y tan solo en este triste lugar quedamos dos personas. Casualmente la persona que hay delante de mí es Sheila, parece afectada, no tanto como yo pero creo que a toda esta situación hay algo más que le preocupa. Creo que es provocado por mi negativa a su petición.

Al menos le daré el placer de echarnos unas risas durante un rato.

—¿Quieres tomar algo? tengo alcohol en mi casa, se lo robe el otro dia a Abraham y Brayan —le propongo como si fuera una cita indecente.

Se me queda mirando como si le fuera la vida en ello.

—Bueno, si asi al menos paso un rato contigo vale… —dice con los ojos vidriosos como si fuese a llorar, no se si por la circunstancia de George o por mi respuesta negativa.

Las horas pasan y el sol cae por el horizonte. Todo está en silencio, se ha instaurado en todo el pueblo por la ausencia de George. Como si le estuviéramos guardando uno o dos días de luto. salgo a la calle y veo a la gente pensando en lo efímera que es la existencia y en sí ellos serán los siguientes.

—¿Tienes vasos? —me pregunta Sheila viendo que tan solo he puesto las dos botellas de alcohol sobre la mesa.

—Vasos dice… —le digo mientras se me escapa una risa—. Lo vamos a beber a palo seco —le propongo pero por el rostro que pone no le hace del todo gracia.

—Pues vamos a empezar —dice agarrando una de las botellas y mirando cuántos grados lleva.

Abre la botella casi sin pestañear y comienza a beber. Nada más terminar pone cara como si le ardiera la garganta.

—Puff, esto está fuertísimo —reconoce mientras le cambia constantemente el tono de la voz y lo a unos tosidos bastantes fuertes.

—Esperate que lleves media botella como el sabor cambio —le reconozco esta vez yo.

Algo que en su rostro provoca una mirada un tanto picantona.

Esa mirada hace que se me revuelva el estómago de nuevo y las mariposas que hace un par de días creía muertas cobran de nuevo vida propia.

Sigo bebiendo por inercia del juego, me dejo llevar poco a poco y todo antes que me resultaba peligroso comienza a no parecerlo tanto. Ya no tengo miedo de besarla. Es más, cada segundo que pasa me voy acercando más y más a ella.

Hasta que tan solo nos separa dos trozos de cuero que van unidos a nosotros.

Cuando me quiero dar cuenta nuestros labios de nuevo están unidos. Pero esta vez a diferencia de la primera vez, me niego a separarlos.

Lentamente me voy dejando llevar hasta que el fuego más interno comienza a salir. Es provocado por mis ganas pero también por la medio botella que nos hemos dejado sin tomar.

No puedo negar que en mis pensamientos alguna vez se me ha pasado esta misma escena, pero ahora es real y no hay nada que impide que esto acabe.

Mis pensamientos más impuros cobran vida. Comienzo a verla de una manera un tanto distinta hasta ahora.

El calor me sube por la espalda y la necesidad de quitarme la ropa comienza a invadirme.

Ya no soy dueño de mis actos, una persona paralela a mi se ha apoderado de mi…