Estos últimos días ha seguido llegando menos y cada dia menos aun, ya no hay comida para todo el mundo, como siga cada dia a ese ritmo en una semana no quedara comida para nadie, Hector, Fanny y yo nos hemos ido guardado algo de comida estas últimas semanas conocedores de que llegaría un momento en el que no quedaría comida. Seguramente Abraham y Brayan también lo hayan hecho igual por los gestos mientras comían.
Yo sigo sin encontrar a la persona que asesino a Sheila, he ido persona por persona preguntando pero todos tienen coartada, eso solo significa que hay una o dos personas que mienten pero tengo que averiguar quién.
Un sonido nada familiar proviene de la calle. Es como si hubiese una persona dando un aviso.
Salgo rápidamente para fuera porque eso sólo significa problemas.
No viene de ninguna persona que estamos aquí, es un mensaje que se repite una vez tras otra a través de unos altavoces.
—“Atención, todos ir al refugio del tren, una vez allí iremos llamando uno a uno para que entreis. Atención, todos ir al refugio del tren, una vez allí iremos llamando uno a uno para que entreis.
Todos nos quedamos mirándonos perplejos, sin nada que decir, es la primera vez en varios meses que escuchamos algo del exterior. Poco a poco comenzamos a dirigirnos al coche. Abraham y Brayan ya han llegado primero.
—A ver, podemos ir de cuatro en cuatro porque al conductor no lo voy a contar, vamos a prepararnos porque tenemos que hacer bastantes viajes. Lo vamos hacer por orden de llegada y así no hay discusión —se atreve a decir y soltar.
—Que listo que eres, eso te beneficia a ti claramente—le responde Williams que es uno de los damnificados.
—Está bien, pues lo haremos al revés, Zoe, Yanel, Xavi “Williams” —dice este último con algo de rencor. Ir primero, subirse no tenemos tiempo que perder.
Mientras tanto Abraham va organizando los siguientes coches.
—Ahora Valentin, Ursula, Teddy y Shei… —dice medio nombre pero se detiene en el momento en el que se da cuenta. No se si lo ha hecho sin querer o a propósito.
Le miro y siente mi mirada que esta vez es ardiente. Tengo los ojos inyectados en fuego.
—Lo siento, y Remo.
Los siguientes segundos los dedico para seguir organizando viajes, no menciona a George con lo que era un detalle porque de lo contrario seguramente le hubiese metido la cabeza en el capó del coche nada más hacer todos los viajes.
Llega mi turno, no he sido uno de los damnificados porque de todas formas yo estaba en la mitad y de una forma u otra hubiese tardado lo mismo.
Llego hasta la caseta, varias personas siguen abajo, pero faltan ya algunas de las que han ido llegando.
—Nos van llamando y conforme lo hacen vamos subiendo, pero los que han ido llamando todavía no han vuelto —dice Williams que es uno de los que tenía prisa por llegar pero todavía no ha entrado.
La incertidumbre me invade y no me deja pensar, tampoco me deja respirar que es casi peor.