Ya no queda comida para nadie, esto se ha convertido en una auténtica supervivencia.
« O matas o mueres »…
Tampoco creo que ayude decir que aun guardo algo de comida que he ido guardando en mi casa.
—¡Eh! —la voz cálida y la mano fría como un témpano de hielo me sacan de mi sitio.
—¿Estás bien? —me pregunta Hector preocupado.
—Si —le respondo mientras observo las dos nuevos huecos que hay en el suelo.
—Hoy despedimos a dos personas más. Dos personas que no han podido luchar como los demás, se han sacrificado por el resto, prefirieron darles las comidas a las personas mas cercanas a ellos para que no pasasen hambre pero eso ha tenido esta consecuencia. Medellín y Teddy no se merecían este final. Pero solo os digo que ya no habrá más sacrificios. Desde ahora mismo todos nos ponemos a crear fuego, con todo lo que podamos, el primero que lo haga que me lo diga para hacer arder esa puta torre —dice señalando desde lejos a la torre del tren pero yo sigo sin asimilar que dos personas hayan muerto y esta vez de hambre. Como una persona puede dar el único alimento que tiene por aquella persona que quieres. Medellín y Teddy son el ejemplo de que el ser humano no siempre es egoísta por naturaleza.
Decido por un segundo no prestar atención a las palabras de Hector y me meto la mano en el bolsillo. De él saco el papelito que me dio Debora.
«¿Dónde está?» me pregunto a mi mismo mientras la busco con la mirada por todo el horizonte pero no la veo por ninguno de los aquí presentes. Seguro que está en su casa pensando en sus cosas.
Decido ir a verla, creo que es lo mínimo que puedo hacer por lo que le hice el otro día.
Me aparto de toda la gente sin que se den cuenta. Me voy a su casa, hay varios metros hasta la puerta, pero no la veo por el camino. Giro el pomo, la puerta está abierta, típico de aquí. Esta todo oscuro y ahí bastante corriente. Apenas se ve nada y hay bastante frío en el ambiente, busco por donde está el interruptor pero no lo encuentro. Sigo avanzando por la habitación tocando la pared hasta que definitivamente llego al interruptor y lo enciendo de inmediato. El corazón se me detiene en seco, no me puedo mover. Las sábanas quedan colgadas sobre la lámpara y el cuerpo exánime de Debora yace sobre ellas. Me pongo a temblar de inmediato, los ojos están abiertos completamente. La mirada está perdida.
Su piel está completamente pálida, parece que lleva bastantes horas en este estado. Me acerco a su piel fría pero prefiero no tocarla, está completamente muerta, decido ir a llamar a William pero no hay nada que comprobar.
Pasan las horas, su cuerpo ya descansa en paz. Me acerco como llevo días haciendo a los huecos de arena. Hay bastantes cuerpos ya que nunca conseguirán salir de aquí.
Voy directo a Hector, me da igual lo que diga, esta misma tarde la torre del tren va a arder, no se si se abrirá el hueco para poder salir o será nuestro fin pero no pienso morir con esa misma duda. Si morimos, que al menos sea intentándolo