* El cuerpo destrozado de Lara yacía inerte en brazos de Kim, leves hilos de sangre recorrían los tejidos de lo que quedaba de su traje, maltrecho e inservible. Aun consternados por la situación, ambos Jefes dieron la orden inmediata de volver a la SteelSeed. Si querían recuperar la conciencia de la sintético caída deberían hacerlo en el Pichón, por esto, no dejarían sus restos tirados en ese horrible lugar.
Por petición de los soldados que habían intentado salvar a Lara, serían ellos quienes llevaran sus restos devuelta a la corbeta, mientras que, el equipo científico volvería a la flota sin uno de los suyos.*
En cuanto todo el personal y el equipo estuviesen abordo, el pichón despegaría rumbo a su lugar de origen. Encendiendo sus motores, atravesó la tiniebla a toda velocidad, hasta que los rayos de la estrella lo alcanzaron. Ahora en espacio abierto, lejos del gigante gaseoso, los motores emanaron una fulminante llama purpura que los encamino velozmente hacia la flota. Mientras, el maltratado cuerpo de Lara, en un intento por recuperar intacto su modulo de conciencia, fue llevado a la enfermera acompañada por la tripulación del Pichón.
Siendo la enfermería de una corbeta, ésta se componía de una clínica, de una sala de muestras y un taller de desguace, siendo bastante pequeñas en comparación a las instalaciones en naves de mayor tamaño.
Los miembros médicos del Pichón se encargarían de retirarle los restos del traje a Lara e intentarían recuperar algunos componentes esenciales que aun funcionasen, ya que el desaguase de sintéticos caídos era una norma general.
La Jefa Deux entro en escena tras pasar la compuerta del taller. Vestía el uniforme reglamentario y el sonido de sus botas avisó de su llegada a quienes se encontraban allí. En cuanto se reunió con los médicos logró al ver a su subordinada, sintió culpa por lo que había pasado, era su responsabilidad cuidar a los suyos, su exceso de confianza pudo costar la vida a aquella sintético. — A diferencia del resto de Jefes, Kim nunca había visto los horrores de la Guerra, antes del exilio de su facción, ella se dedicaba a asistir en uno de los laboratorios principales de la UC alejada del frente. —
En el rostro de Lara se podían notar los agujeros hechos por aquellas espinas, con algo de suerte su modulo estaría intacto dentro de su cabeza. Su cuerpo había sufrido severos traumatismos quedando irreconocible, quedando una fea mezcla de tejidos, ligamentos y huesos sintéticos llenos de agujeros, cubiertos por la sangre azul que caracterizaba a su especie. Kim, cubrió la cara con una tela, eso lo haría mas fácil, pues no estaba acostumbrada a trabajar con cuerpos en tan mal estado.
Pronto iniciarían el proceso de desguace, y Kim tendría que sacar el modulo mientras el resto de los presentes hacían su trabajo.
Kim no dejaba de mirar el cuerpo de Lara sobre la mesa de trabajo, la conocía hace relativamente poco, nunca la había visto en su laboratorio, pero supo que se ofreció voluntaria para esta misión, aquello carcomía la mente de la Jefa. — ¿Jefe Deux, esta bien? —Consultó el medico que tenia a su lado.
Kim mantuvo el silencio unos segundos antes de responder, no estaba segura de estar bien.—Todo pasó tan rápido, ¿Como pude ser tan distraída?, si tan solo hubiese tomado más atención a mi equipo... —Respondió seria mientras sostenía la cabeza de Lara, volteándola dejo expuesta la nuca.
El desguace había comenzado, el sonido de pequeñas sierras y ganchos sofocaban el inminente silencio, retirarían musculo, huesos, módulos, o cualquier cosa que siguiera operativa.
La falta de conversación llevo a alguien a hablar.— Así es la guerra...
El orgánico que sostenía firme lo que quedaba de su pierna derecha comentó. — Siempre pasa todo tan rápido, no sabes si al próximo segundo seras tú el que este muriendo en el suelo... a veces es mala suerte.
Esas palabras hicieron que la Jefa reflexionara, lo que ella vio le pareció horrible, pero no era nada comparado pudo haber vivido. — ¿Estuvieron en el campo de batalla?— Preguntó Kim, deteniendo su trabajo.
Todos los presentes se miraron, siendo cuatro orgánicos en total, tres hombre y una mujer. Uno de ellos —De notable edad— respondió la pregunta con pesar. —Si señora, juntos hemos vivido muchas batallas y hemos perdido a más compañeros de los que podemos contar.
El medico a su lado añadió. — Esta corbeta a sido destruida varias veces en el pasado, y como ve, fue reconstruida una y otra vez para volver a enviarla al frente, con nosotros dentro en cada ocasión...
La una mujer el cuarteto expresó.— Aunque...solo quedamos nosotros de la tripulación original, el resto murió en combate, o nunca los rescataron de las capsulas de escape... —Suspiró con desdén.— Tuvieron mala suerte...
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Editado: 16.11.2018