Hoy estoy sentado frente a ella nuevamente y mirando a la ventana bostezo sintiendo el cansancio recorrer mi cuerpo, volteo a mirarla y ella está mirándome, miro su rostro con cuidado pero cierra sus ojos y yo aparto la vista sintiendo un escalofrío recorrerme. Pienso distintas formas de hablarle pero ella pronuncia mi nombre con un pequeño tartamudeo que no pasa desapercibido para mí.
Mis ojos viajan de regreso hacía ella y no puedo evitar pensar que es adorable. Juraría que en ese momento el tiempo se detuvo y solo éramos ella y yo. Me levanto de mi asiento y le digo lo que pienso cada día desde que la vi.
─ Yo no te conozco y ya te echaba de menos, cada mañana rechazo el directo y elijo este tren.
Con timidez y cuidado sujeto su mano al mismo tiempo que ella se levanta del asiento. La luz se desvanece conforme entramos a uno de los túneles, siento sus manos buscándome el rostro y una vez lo encuentran, sus labios se presionan contra los míos. Siento un calor en mi corazón y eso me da la valentía para decirle lo que siento.
─ Te quiero.