Mis piernas flaquean cuando saltamos por encima de una gran raíz de uno de los tantos árboles alrededor del lugar, sintiendo como mis manos están tan sudorosas y temblorosas que se resbalan de la mano de la chica que corre adelante mía. Mi boca se seca cada vez más y mis pulmones empiezan a quemar. No puedo levantar mi mirada del suelo por miedo a tropezar y hacer que nos caigamos cuando eso es lo que menos tenemos que hacer en estos momentos.
Un pitido empieza a sonar en mis oídos haciendo que el ruido de nuestras pisadas cese y solo escuche los latidos de mi corazón que se unían al compás de mi acelerada y a sofocada respiración.
Ya no puedo más... Ya no aguanto más.
Mis piernas no dan para más, mi corazón terminará saliéndose de mi pecho si sigue latiendo así. Me caeré, sé que lo haré.
«No quiero morir. Hoy no.»
—¡Vamos, hay que apresurarnos! —grita uno de los chicos que están adelante de nosotras. Mi mano empieza a resbalarse del agarre e intento sostenerme de sus dedos a medida que se va alejando, pero ya no es posible, ya que mi mano cae a lado mío.
Mis piernas empiezan a fallar mientras todo me da vueltas. Siento una gran opresión en mi pecho que quema y hace que el aire me falte. No puedo. No resisto más.
«Nos alcanzará...»
—¡Annelise!
No sé en que momento me detuve, pero la voz de ella hizo que reaccionará. Levanto rápido mi mirada intentando verla cosa que se me hace imposible ya que mi visión se nubla logrando que su rostro se vea algo borroso. Siento que ya es el fin, y lo peor es que nosotros nos metimos en esto. Tengo miedo, por primera vez tengo miedo.
Una delgada mano agarra la mano y me tira hacia adelante logrando que mis piernas vuelvan a funcionar.
Aprieto el agarre de nuestras manos sintiendo como ella me regresa el apretón con la misma fuerza y seguridad. Un nudo en mi garganta empieza a formarse, haciendo que retenga mis ganas de llorar. Mi vista empieza a volver un poco a la normalidad, logrando que por fin pueda verla otra vez y las ganas de pedirle perdón se quedan estancadas en la punta de mi lengua. Yo fui la que empezo todo, la que los alentó a seguirme y entrar ahí. Yo los envié a la boca del lobo, y odio no arrepentirme.
—Vamos, Anne, resiste. —Me súplica la chica e intento hacerle caso por primera vez. Estoy apunto de decirle algo cuando nos detenemos abruptamente logrando que casi me caiga hacia adelante.
Sacudo un poco mi cabeza, sintiendo mis labios resecos. Mi atención cae en la pequeña escena en frente de mis ojos e intento sonreír cuando los miro a todos en un círculo, pero una suave mueca se forma en mis labios al darme cuenta de sus miradas preocupadas. Y por primera vez desde que empezamos a correr mi cabeza vuelve a recobrar consciencia y caigo en cuenta de nuestra situación.
Solo hay tres caminos. No podemos ir todos en uno solo. Mierda.
—¿Están todos de acuerdo?
Frunzo mi ceño y con toda las fuerzas que tengo doy un paso adelante, mirando directamente al chico de cabello negro.
—¡No! —alzó un poco mi voz, notando como todos levantan sus cejas sorprendidos. No habia hablado desde lo que ocurrió—. No, no. Es una estúpida idea, y lo sabes. Debe de haber otra alternativa.
—Sabes que esto es lo mejor. —dice él en un susurro, acercándose con delicadeza hacia mi.
No dejo mi postura, ni estoy con la intención de bajar mi cabeza. Con tan solo pensar en la idea de perderlo hace que mi corazón empiece a latir con más fuerza. No puedo permitir esto, no puedo.
«Lo sé, pero también sé que terminará mal.»
—No lo hagas. —Siseo suplicante—. No lo hagan. —Miro a todos los que están presentes y con sólo ver sus miradas de notable nostalgia hace que mi corazón reciba el primer golpe.
—Amor... —Posa su mano sobre mi mejilla, haciendo que lo mire mientras llevo mi mano encima de la suya.
—No me hagas esto. —susurro suplicante con intención de que solo él lo escuche.
Mis ojos se cristalizan junto a los suyos, notando como traga en seco. Une nuestras frentes mientras deja pequeñas caricias en mi mejilla, logrando que algo dentro de mí se vaya rompiendo poco a poco.
—Lo hago por nosotros, por ti. —susurra de la misma forma antes de dejar un suave y dulce beso en mis labios.
No lo podía dejar ir, no los podía dejar ir.
Los amaba tanto como para hacerles eso. Ellos están pagando lo que yo ocasione, mis errores y de personas que no conocen.
Son mi familia, ellos me hicieron sentir parte de algo. Nunca me dejaron sola, siempre me apoyaron en todo. ¿Cómo pude arrastrarlos conmigo? Ellos son tan buenos...
No los podía dejar ir así como así. «Todo es mi culpa»
—No te vayas. —Más lágrimas caen y él solo las limpia con sus dedos. Él sabe lo que digo—. Kurt...
Junta nuestros labios, callandome, sintiendo el sabor de nuestras lágrimas. Me besa con tanta furia, deseo... Con tanta nostalgia, como si quisiera grabar mis labios y la sensación que causan en él. Lo sé, sé lo que pasa. Todos lo saben. Y no quiero admitirlo, siempre dicen que es bueno procesar algo para estar listos cuando ocurra, pero no es cierto, duele más. Ya que sabes que no lo superarás.
Porque mi corazón rompiéndose junto al de él lo confirma.
—Te amo —murmura encima de mis labios, dejando un casto beso antes de alejarse.
Esto se siente como si alguien viniera y me arrancará algo de mi alma, una parte de mí que no regresará.
—Te amo —respondo a pesar que sé que ya no me escucha. «Te amo» Su voz diciéndolo vuelve a retumbar en mi cabeza mientras lo miro de espaldas dando órdenes. Fue su "adiós", y eso duele.
Trago el nudo en mi garganta, alzando mi mirada hacia el cielo nublado intentando no llorar. Sus ojos verdes son tan hermosos y probablemente sea la última vez que los vea. Ella vuelve a entrelazar nuestras manos, posando su frente en mi mejilla.
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Editado: 29.10.2025