Y... ¿Para qué iba a ponerse ese vestido de fiesta, que con tanto amor le había hecho su abuela a medida?, si parecía un bombón relleno, encima era dorado ¡Dorado! Dios ¿En que estaba pensando su abuela Tina cuando compró la tela? Hoy era el gran día para la mayoría de los chicos de la escuela secundaria, solo que para ella era un suplicio, a pesar de que su amiga Emilia: "Emi" le había insistido hasta sacarle un: "Sí voy, dejame de hinchar las bolas" extorsionándola con contarle a su hermano, que ella estaba enamorada de él hacia mil años casi antes de que la luna naciera al universo. Pero ahí estaba con su vestido dorado, sus zapatos de charol negros, solo le faltaba un moño rojo en la cabeza y completaba el panorama. La Abuela Tina aplaudió al verla, su primo Tomás se empezó a reír como un loco, que dio por resultado un coscorrón de la abuela.
_Preciosa nena, estás preciosa_ exclamó la abuela.
Suspiró, que podía decirle a aquella mujer que la había criado y dado todo el amor del que se es posible.
_ Gracias abu, y vos pedazo de engendro de una vaca tuerta, deja de reírte porque te bajo todos los dientes de una piña_ amenazó, cuestión cotidiana entre Tomás y ella desde toda la vida, pero muy, muy en el fondo se querían.
_ Calma gordi, calma, es que ese vestido es de la época de Ñaupa- resultado otro coscorrón de la abuela Tina.
Se acercó a su primo y lo agarró de la nariz.
_ Te aclaro no soy "gordi", soy Valencia y este vestido es el más lindo del mundo zoret...-
_¡¡¡Valencia!!!!!- freno el impulso la abuela que detestaba las malas palabras.
Le soltó la nariz a Tomás, dio un beso a su abuela, que la bendijo y le regaló la mejor sonrisa.
Se miró en el espejo del comedor y bue, tomó aire, suspiró y que sea lo que Dios quiera.
Emi estaba enfundada en un vestido amarillo huevo, su largo cabello emperifollado en una hermosa trenza. Al verla comprendió que el dorado de su vestido no era para tanto.
Al verla Emi corrió, dando algunos giros, para que Valencia contemplara su "diseño único".
_ No te puedo creer –dijo Valencia, con una sonrisa.
_ ¿Qué no podés creer-? Contesto Emi, sin dejar de hacer giros
_Que me ganaras en el mal gusto, ¿Qué te pusiste Emi?
Su amiga se rio a carcajada abierta.
-Qué tarada sos mi Dios, lo último de la moda.
_ Uff realmente eso sería "lo último que yo me pondría".
Emi la miró de arriba abajo, señalándole que ella no era solo la equivocada.
_ ¡Chito Emi! creación de mi abuela, ni una palabra, dale antes de que me arrepienta, dale, camina limoncito jjjj-
Emi la tomó del brazo y se fueron contoneándose como las modelos mientras seguían haciéndose chistes por sus vestidos.
La fiesta era organizada por la cooperadora de la escuela, por lo tanto, la madre de Emi una de las señoras de la alta sociedad del pueblo, era la encargada de recibir a todos y entregarles sus entradas. Al ver a Emi y a Valencia con sus atuendos, su sonrisa se debilitó un poco.
Las demás señoras se codearon sin disimular.
Emi se enderezó más y acomodó su falda como una reina, Valencia pegó un resoplido y tomó coraje.
_ ¡Hola ma!, buenas noches señoras, estamos hechas unas reinas vieron, lo mejor de esta temporada, lo último me lo trajo papa de Francia y al de Clari también muy "chic" todo, ¿no?
Las mujeres las miraron de arriba a bajo y emitieron una sonrisa muy fingida entregándoles sus pases para el baile.
_Qué los disfruten chicas_ dijo la madre de Emi sonriendo sabía de las locuras de su hija, así que nada la sorprendía ya.
La escuela lucia maravillosa, la ornamentación en color dorado y negro era el compose perfecto y la frutilla del postre para Valencia.
_Bueno, ¿quién fue el hijo de su buena madre que eligió estos colores? -dijo entre dientes apretando el brazo de Emi.
Emi se dio una carcajada que hizo dar vuelta al grupo de muchachos que hablaba a los gritos en el centro de la pista.
En ese instante Valencia hubiera preferido que el piso se abriera, la tragara enviándola sin retorno a Kaningasta.
_ Disimulá_ le dijo ladeando la cabeza Emi, mientras sonreía de costado.
Valencia trató de tomar aire y de no ponerse colorada como una frutilla, pero era su marca personal, ante aquellos ojos verdes, era muy imposible no hacerlo.
Emi trato de cincharla hacia el otro lado del salón, pero era como si ella estuviera clavada en el suelo.
Ricky Pardo el hermano de Emi, era sin dudarlo "El chico", "su chico" sin serlo, ella no sabía en realidad que la atraía de él, si estaba claro, era realmente muy lindo, atractivo, pero nada simpático, ni siquiera amable, apenas cruzaba alguna palabra con ella cuando estaba en casa de su amiga. Era dos años mayor que ellas y para colmos de males el novio de Lola Altamirano, la chica del momento y un engendro del diablo. Era mucho eso, demasiado para ella. Lo que nunca terminaba de comprender Valencia era porqué él la miraba de aquella manera, o tal vez solo era su imaginación o el deseo de que él reparara en ella.
Todos le llaman Ricky, pero en realidad su nombre era Enrique. Solo sus padres lo llamaban por su nombre, por eso Valencia había escrito su nombre en su diario personal nadie podría saber quién era, solo allí podía darse ese lujo.
La mirada de ella siempre la perturbaba, más aún aquella noche, lo comprendió tarde, cuando los demás comenzaron a mirarlas y las risas le hicieron entender todo.
_Bueno, bueno_ dijo uno del grupo, el más alto y flaco con cara de garza-. Chicas se pusieron un vestidito.
Las risas hicieron que los cachetes de Valencia casi explotaran. Un nudo en la garganta, le faltaba el aire, no importaban los otros idiotas, importaba que él también se estaba riendo.
Para colmo de males, en acción y moviendo las caderas como si estuviera en el Sambodromo de Río: Lola Altamirano. Tomó de la cintura a Ricky y el pasó el brazo por los hombros, dándole un beso como si estuvieran totalmente solos, Valencia sintió la mirada burlona de Lola hacia ella. Emi se soltó del brazo de su amiga y caminó enfurecida hacia el grupo.