Valeria: manual para no rendirse

CAPÍTULO 36: “Cuidado con los consejos disfrazados de ayuda”

El lunes amaneció como todos los lunes: con la sensación de que alguien me había tirado un ladrillo existencial mientras dormía.

Nada grave. Solo el peso de ser madre, empresaria, humana en proceso de crecimiento.

Carla entró como una ráfaga de optimismo con moño.

—¡Valeria! Hay una clienta en la mesa cinco que quiere hablar contigo. Dice que tiene una propuesta para elevar el nivel del café.

—¿Elevar el nivel? ¿Estamos en qué? ¿Un reality gastronómico?

—Creo que quiere ayudarnos —dijo Carla, pero frunciendo el ceño como quien huele algo rancio debajo del perfume caro.

Me acerqué. Mesa cinco. Y ahí estaba.

Perfecta. Chaqueta blanca de lino, peinado de “tengo tiempo para mí”, perfume de “yo no sudo”. Se presentó como Nora de Villaseñor.

—Hola, querida —dijo, con la voz de una ex profesora de arte que ahora da charlas TED—. Me encanta lo que estás intentando hacer aquí. Intentando, claro.

(Primer golpe bajo. Sonrisa incluida.)

—Gracias… estamos construyendo algo con mucho corazón.

—Y se nota. Pero te falta visión. Branding. Diseño emocional. ¿Tenés idea de lo que podrías facturar si ofrecés experiencias, no solo café?

—Bueno, en realidad mi intención es que sea un espacio accesible para madres...

—Exacto. Y por eso necesitás ayuda. Porque el corazón solo no paga alquileres. Y las madres de ahora quieren estilo, fotos para Instagram, vajilla de autor. ¿Qué te parece si invertimos juntas? Yo conozco inversores con sensibilidad social.

Silencio.

Carla me miró como diciendo si decís que sí, renuncio y me uno a la competencia.

Yo respiré. Y sonreí. Como cuando Jimena hace un dibujo de mí y dice “¡mamá, sos una bruja buena!”

—Gracias por tu interés. Pero Café y Tribu no vende estilo. Vendemos respiro. Y si eso no es rentable aún, lo será. Porque el hambre de autenticidad no tiene competencia.

Nora no se inmutó. Se levantó con su bolso de cuero.

—Ojo con los negocios de emociones, querida. Las emociones cambian. Las ganancias, no deberían.

Y se fue.

Carla me abrazó como si hubiera ganado un juicio en vivo.

—¿Querés que le tire pan viejo la próxima vez?

—Solo si lo parte Kafka.

Manual de mamá para no rendirse”

A veces, los consejos vienen vestidos de oro y suenan como sabiduría.

Pero si te exigen cambiar tu esencia para hacer caja, no son ayuda. Son una transacción.

Y vos no sos un producto en oferta.

El dinero real no te hace elegir entre valores y viabilidad.

El dinero sano es el que fluye donde hay propósito, comunidad y claridad.

Así que antes de aceptar inversión, invertí en vos.

Afirmación del día: No voy a vender mi alma para salvar mi negocio. Mi alma ES mi negocio.




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