Valeria: manual para no rendirse

Capítulo 7.5: Cuando las mujeres hablan, se escuchan entre ellas

A veces, lo que necesitas no es un consejo, sino una mujer que te mire y te diga: 'Te entiendo'. Sin juzgarte. Sin soluciones apresuradas. Solo conexión.

Valeria estaba sentada en la mesa del café, mirando su taza como si fuera un oráculo. El humo subía en espiral, pero no le decía nada que ya no supiera.

—Y bien? —dijo Carla, entrando con dos platos de galletas recién horneadas—. ¿Vas a seguir mirando tu té como si te hubiera hecho algo malo o me vas a contar qué pasa?

Valeria emocionada, aunque sin ganas.

—Es solo que... hoy Jimena me dijo algo que me partió un poco el alma.

Carla se sentó frente a ella, sin prisa. Como quien sabe que está ante un momento importante.

—¿Qué te dijo?

—Me preguntó si yo alguna vez digo cosas feas sin querer. Y luego me dijo: 'Porque yo también lo hago. A veces digo cosas que aprendí de vos'.

Carla asintió lentamente.

—Eso duele. Pero es verdad. Somos espejos de nuestras hijas. Y a veces vemos reflejados nuestros propios miedos, frustraciones, heridas.

Se quedaron calladas un momento. Fuera, se escuchaba el murmullo de algunas mamás que llegaban temprano. Niñas corriendo. Risas infantiles. Una vida que seguía.

—Soy una madre sola, Carla. No tengo a nadie que me diga: 'Tranquila, todo va a estar bien'. Tengo que ser fuerte todo el tiempo.

—Pero no tienes que serlo sola —respondió Carla—. Esa es la gracia de esto. De tener un lugar para nosotras. No somos solo madres cansadas con café en la mano. Somos mujeres que nos sostenemos mutuamente. Que nos damos permiso para fallar. Para dudar. Para volver a empezar.

Valeria bajó la vista al plato.

—A veces siento que estoy fracasando. Que no soy suficiente.

—Lo eres —dijo Carla—. Porque estás aquí. Porque sigues intentándolo. Porque cada día que despiertas y le das un beso a Jimena, estás eligiendo no rendirte. Y eso es valiente.

Se inclina hacia adelante.

—No tienes que tener todas las respuestas. Solo tienes que seguir buscándolas. Con honestidad. Con amor. Y con nosotras.

Fuera, Jimena apareció corriendo, con Lola en brazos y una risa contagiosa.

-¡Mamá! ¡Vamos a hacer galletas con forma de corazón!

—Entonces date prisa —dijo Carla—. Yo ya me llevo dos. Uno para mí, otra para mi niña interior.

Valeria se río. Fue una risa pequeña, pero real.

Manual de Mamá para no Rendirse

Cuando las mujeres hablan, se escuchan entre ellas.

No siempre necesitamos consejos. A veces solo necesitamos saber que alguien entiende. Que no estamos solas. Que hay otras que también han fallado, dudado, gritado en silencio.

Y que, a pesar de todo, siguen adelante.

Porque la verdadera fuerza no viene de adentro. Viene de la comunidad.




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