Cuando Royce llegó al bar se dirigió directamente a Katy quién era la mesera de turno.
—Roy ¿Qué tal? — le saludó entusiasta —. ¿Lo mismo de siempre?
— Eh. Si. Gracias — respondió nervioso. Miraba a todos buscándola —. Oye ¿Has visto a Valery?
Por supuesto que conocía su nombre. Llevaba casi un año siendo cliente de aquel lugar gracias a unos amigos. Valery era quien atendía la mesa que siempre ocupaba.
Sin embargo, nunca había conversado con ella. Parecía simpática y era muy guapa. Pero en el fondo Royce se sentía intimidado.
— Aún no viene — respondió sin interés —. ¿Por qué? — inquirió en tono casi grosero.
— Solo curiosidad. — Se apresuró a responder al ver su reacción —. Sabes qué linda — dijo sacando su cartera —. Esto es para ti. — Le sonrió poniendo un billete de $20 en el bolsillo de su mandil.
— Gracias Roy. — Sonrió tocando su brazo —. Si necesitas algo más, dímelo. — Añadió con un guiño.
Royce decidió esperar a ver cuándo aparecía aquella chica. Cerca de las nueve vio llegar a Patrick, el dueño. Quiso probar suerte con él, pero al recordar que seguramente eran pareja, prefirió ahorrarse se la golpiza que recibiría.
Fue a sentarse cerca de la barra para conversar con un viejo conocido. Entonces escuchó decir que Valery llegaría a las 12 esa noche.
Su reloj marcaba las 9:20 pm. Aún faltaba mucho tiempo. Meditó cómo proceder en aquella situación. Si se quedaba todo ese tiempo, los empleados o el novio de ella estarían sospechando de sus intenciones. Además, ya había revelado que estaba buscándola.
Pero temía que si se marchaba, aquella bonita mujer terminara lastimada o sufriendo algo peor.
De manera que decidió irse y esperar en otro sitio. Después de deambular por los alrededores y comer en un restaurante de comida rápida 24/7, volvió a lo que él decidió llamar: La escena del crimen.
Faltaban 15 minutos para las doce cuando se quedó de pie detrás de un auto del otro lado de la calle, esperando a que ella apareciera por alguna parte. Sus entrañas le decían que algo estaba a punto de ocurrir. La ansiedad lo mantenía alerta y le hacía moverse nervioso de un lado a otro.
Con aquel comportamiento solo se ganaría que alguien lo acusara de intento de atraco o robo de autos. Pero él pensaba alegar que lo hacía por proteger a aquella chica.
Sabía que la policía no le creería. No estaba en uno de esos programas donde la policía o el FBI hacía uso de otros recursos para resolver sus casos o prevenirlos a través de alguna habilidad especial como el ver el futuro, leer mentes o algo parecido.
Pero sin importarle cuan tonto sonara en voz alta. Él sabía que algo muy malo estaba por ocurrirle y él estaría ahí para ayudarla.
De pronto divisó una pareja que caminaba sobre la acera del bar. Charlaban animadamente y reían. Cuándo pasaron cerca de una farola, Royce distinguió el rostro de la mujer, era Valery y un hombre alto y corpulento.
Se mantuvo alerta a espera de ver qué sucedía. Éstos se detuvieron frente a la puerta. No venían tomados de las manos, pero la forma en que se miraban y sonreían evidenciaba la complicidad en ambos.
Observó como él le susurró algo al oído y ella volvió a sonreír con malicia. Buscó sus labios, pero él se movió más rápido para besarla con cariño hasta disolver el beso con una caricia.
“¿Engaña al tipo de la barra?" Se preguntó confundido.
Esperó unos minutos luego que ella hubiera entrado. Ésta vez fue a sentarse en los taburetes altos junto a la barra.
Royce escrutó desde su posición a todos los clientes con el fin de descubrir quién de ellos podía ser un posible asaltante y agresor. Pero se sorprendió al ver que el único que podría ser sospechoso era él. Pues no apartaba su vista de Valery.
Patrick notó de inmediato la atención que Royce le ponía.
—Es guapa ¿No crees? — dijo mientras servía unos tragos.
Royce se sobresaltó con su comentario. Tardó un momento ye responder pues ahora sabía que aquella mesera salía con dos hombres a la vez.
—Tienes suerte — respondió al fin. Bebió de su cerveza para dar la impresión de desinterés.
—¿Yo? No hermano. Cómo crees. A mí me gusta ser libre y las mujeres se vuelven un poco desquiciadas cuando tienen pareja — dijo bajito mientras ambos veían a Valery servir unas bebidas —. ¿Por qué no hablas tú con ella?
—Este. Pues...
—Vamos. Sé que eres un buen tipo — añadió para transmitirle confianza.
—¿Tú crees? — inquirió un tanto incrédulo.
—Claro — dijo muy confiado apoyándose en la barra —. No bebes más que dos cervezas cuándo vienes. Nunca te he visto insultar a otros, propasarte con las chicas ni estar en medio de una pelea en éste lugar.
— Vaya. Ya veo que me observas demasiado. — Rió repentinamente nervioso.
— Es mi trabajo. — Se encogió de hombros —. Saber quiénes son nuestros clientes frecuentes y conocerlos un poco. Así que... ¿Qué dices?
— Pero ¿Que digo?
— Pídele otra cerveza.
— No llevo ni la mitad e ésta. — Patrick tomó la botella y derramó el líquido en el fregadero y se la devolvió cuidando que Valery no los viera.
— Ahora está vacía.
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Editado: 02.08.2018