Valery.

Capítulo 8: Etapa uno. La cita.

— Oye Valery. Tengo algo que preguntar y ésta vez si es en serio — habló de nuevo cuando ya estaban en el ascensor.
— Dime.
— Bueno — decía nerviosos pasando las manos por su cabello —. No soy tan malo para esto sabes, pero ahora contigo. Pues me preguntaba...
— Si. Entiendo, debe ser difícil de asimilar. Tómate tu tiempo.
— No. No es eso. Te dije que no me importaba eso. Lo que quiero sabes si ¿Puedo invitarte a salir una noche?
— Me gustaría — dijo con una sonrisa.
— Y ¿Qué... ¿Qué te gusta hacer? Es decir, usualmente te invitaría a cenar, pero...— Ella comenzó a reír.
— No te preocupes. Iré sin apetito.
— Bien. — Asintió riendo por los nervios —. ¿Qué día? ¿Qué noche? — Se corrigió.
— Miércoles.
— Ok. ¿A las 8?
— Vale. Te espero aquí.
— ¿Hay algo en especial que te guste? ¿Hacer o?
— Fresas y chocolate.
—¿Fresas y chocolate?
— Si. Cuan más ácidas las fresas mejor y el chocolate puro. No sé por qué. Son los únicos sabores que me gustan además de la san...
— Vale. Lo tendré presente — dijo interrumpiéndola —. Fresas y chocolate.

Los chicos estaban entusiasmados con el logro de Valery. Decían que ahora venía lo mejor. 
Valery, más que la emoción que le causaban aquellos juegos, se sentía emocionada ante la esperanza de volver a ver a Royce. No había pasado por alto sus dulces palabras al decir que no le importaba lo que ella fuera.

Ahora era diferente, tenían una cita, con un mortal. Y uno que incluso había tenido intención de protegerla. Aunque claro, eso era imposible. ¿Cómo podría un mortal protegerla? Y, sobre todo, ¿De qué podría ella necesitar protección? 
No existía criatura que los superara en fuerza y agilidad. Y aunque los intentos de Royce por protegerla eran una ridiculez, Valery sonreía con ello. 

Pero lo que en realidad la ponía ansiosa, era pensar que esto no era como las cacerías que planeaban. Esto era socializar. Era involucrarse con el mundo de los mortales.

Valery se sacudió aquellos pensamientos de la cabeza, no quería involucrarse más. Cerró su mente a las habilidades de Connor para mantener aquellos secretos como suyos. 

El miércoles por la noche, Royce tocó la puerta de Valery a las 8 en punto. Una hermosa chica de piel pálida abrió. 

Traía puesto un vestido negro muy corto con unas medias oscuras y botas que envolvían sus tobillos del mismo color. Sus brazos estaban descubiertos al igual que una parte de su generoso pecho. Y la prenda colgaba de un par de tirantes. Su cabello castaño estaba recogido en un moño alto de donde salían algunos mechones. Un labial rojo resaltaba en su piel de yeso, pulida cual mármol.

—Estas hermosa — soltó Royce sin pensar. Valery sonrió por el halago.
—Gracias. Tú también te ves bien — señaló observando sus ropas de estilo urbano—. Y ¿Cuál es el plan? — Preguntó mientras salían del edificio.
— Pues verás. Oh, por cierto, casi lo olvido. — Sacó algo de su bolso de cuero. Era una cajita dorada en forma de corazón—. Son para ti. 

Valery agradeció y sonrió al comprobar que eran chocolates. Sin dudar sacó uno y se lo metió a la boca. Sentir como se fundía era algo que disfrutaba. Cerró los ojos mientas su lengua envolvía aquel dulce hasta derretirlo por completo. 

—M. Gracias — dijo en un susurro. 

Royce le observaba ensimismado. Era extraño, curioso. Era una situación irreal en todo lo que podría caber. 

—Pensaba en que podíamos ir a algún lugar y charlar. 
— Buena idea — dijo comiendo otro chocolate.

Después de todo, aquellos chocolates resultaban ser una distracción perfecta para los sentidos de Valery, pues el corazón de Royce insistía en latir muy de prisa cada poco tiempo, su respiración se agitaba cuando la veía chuparse los dedos llenos de chocolate fundido y su piel emanaba un aroma delicioso para su agudo olfato.

De manera que intentó concentrarse en la conversación que Royce mantenía hablando sobre sus gustos cinematográficos y música. 

A Valery le pareció tierno que Royce hiciera el esfuerzo por llevar a cabo aquella cita de la forma más natural posible, así que ella haría lo mismo por él. 

Y a Royce se le hacía graciosa la opinión de Valery respecto a las películas sobre Vampiros y terror en general. Decía que eran comedias o comedias románticas de su mundo. Algo que él vio como razonable, pues seguramente ella y el resto de los suyos, eran partícipes de atrocidades más grandes y realistas que las plasmadas en las películas. 

— Es aquí — anunció Royce cuando llegaron al pequeño bar/restaurante. 




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