Valery.

Capítulo 13: Cambio de planes.

Valery recogía su ropa y se vestía a una gran velocidad. Royce solo veía una mancha ir de un lado otro mientras permanecía sentado en la cama sin comprender que sucedía.

 

—¿Te vas? — preguntó extrañado al verla vestida. Se apresuró a buscar sus pantalones, pero ella se acercó a él para entregárselos.
— Lo siento mucho Royce. Pero no puedo — dijo sentándose en la cama para ponerse las botas —. En serio me gustaría, pero no puedo. No puedo — repetía negando con la cabeza.

 

Royce se acercó a ella para poner sus manos sobre sus hombros. Las suaves caricias la fueron calmando poco a poco.

 

— No tienes por qué disculparte. Debe ser muy difícil para tí — habló en tono cariñoso besando su hombro.
— Si — respondió. Aunque para Valery no solo era difícil por la razón que él suponía.

 

Había mucho más debajo de la excusa de su palpitante corazón.

Royce alcanzó su blusa y le ayudó a ponérsela.

 

— Ha sido bueno intentarlo — dijo con una sonrisa intentando animarla. Acunó su rostro en sus manos y le hizo mirarlo a los ojos —. Estoy bien Valery. No debes preocuparte.
— Tú no entiendes — refutó con tristeza en la voz.

 

Tocó las manos de Royce y cerró los ojos mientras pasaba sus dedos por aquella cálida piel. Recorrió una vez más sus brazos, sus hombros y su pecho antes de verlo a los ojos.

 

—Puedes quedarte, si quieres. — Royce estaba por besarla de nuevo mientras le empujaba con suavidad hacia la cama.

 

Aquel calor emanando de su piel la embriagaba, necesitaba sentirla, necesitaba retenerla siempre con ella. Pero la realidad la golpeó una vez más cuando la sed y necesidad por el líquido vivo que corría dentro de las venas Royce se hizo presente.

 

Era imposible ignorarlo. Sí continuaban sabía que aquel cuerpo frágil desaparecería en un instante. Y no estaba muy segura de querer hacerlo.

 

Se levantó con brusquedad de la cama y fue a tomar su bolso. Royce la siguió hasta la puerta pidiéndole que se quedara.

 

— Lo siento Royce — dijo luego de darle un último beso.

 

Corrió a casa desviándose por los callejones donde sabía que encontraría con qué alimentarse. Uno, dos o tres no importaba.

 

Tenía que hacer algo, un cambio de planes. Aquello no podía continuar, claro que no.

 

Sin preocuparse por desaparecer las migajas se apresuró al ver la hora. Era muy tarde.

 

— ¿Estás bien? — preguntó Connor al verla llegar tan agitada y con sus pupilas inyectadas de sangre.
— ¿Dónde está Patrick? — Inquirió con desesperación. Pero sin esperar respuesta de su amigo fue a la cocina a buscarlo —. ¡¿Patrick?! ¿Patrick?
— Estoy aquí. Deja de gritar. ¿Sabes qué horas son? ¿Dónde estabas? Te hemos estado llamado. Ya casi amanece — le regaño cerrando las ventanas con sus refuerzos metálicos—. Y ¿Que te ha pasado? Estás toda sucia.

 

Pero Valery se lanzó a sus brazos en lugar de responder.

 

— Lo siento — dijo en un tono que parecía sollozar. Aunque no pudiera hacerlo.
— Ya. No te pongas así — respondió con cariño abrazándola.

 

Pero las ansias de Valery la movieron a besarle con desesperación, con deseo, con lujuria. Patrick se sintió un tanto confundido al principio, pero al ver el apremio de su parte le llevó en un segundo a la cama.

 

— Tranquila cariño, aún tenemos tiempo. — Rió con malicia mientras la despojaba de sus prendas.
— Por favor Pat. Por favor — rogaba soltando los botones de su camisa.

 

En un brusco movimiento lo dejó debajo de ella y comenzó a soltar el cinturón de su pantalón.

 

Patrick aprovechó su deseo para manejar la situación hasta que ella terminara satisfecha. No era usual que Valery acumulara tanta tensión sexual en su cuerpo, pero por el momento quería disfrutarla. Luego hablarían. 

 

— Aún hueles a él. — Se quejó Connor cuando fue a sacarla de la tina.

 

Valery se sintió incómoda bajo la mirada acusadora de su amigo. No podía ocultar que había estado a punto de hacerlo y que no quería que su esencia se despegara de su cuerpo.

 

Tomó la esponja y volvió a tallarse los brazos lamentando que aquel dulce aroma se iría de su piel. Patrick los interrumpió recordándoles que solo quedaban unos minutos, así que envolvieron a Valery en su toalla favorita y se metieron a la cama.

 

Contempló a aquellos dos a su lado que comenzaban a dejarse llevar en el sueño del amanecer y deseó poder soñar con Royce.




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