Valery deambulaba por la enorme y solitaria casa mientras Royce dormía un poco. Aquel lugar le traía gratos recuerdos.
La habían adquirido hace mucho luego que Patrick se uniera al grupo cuando vivían en París. Desde entonces era como una casita de veraneo.
Y también en ese mismo lugar estaban los restos de aquel hombre que se atrevió a proteger y amar hace ya tanto tiempo.
Acarició aquel tosco y viejo anillo que siempre usaba en su dedo índice de la mano izquierda. Era lo único que tenía de él. Eso y sus recuerdos le eran suficientes como para tener presente que el amor con un mortal solo traía dolor después de los momentos de dicha.
Claro que pudo haber entregado el alma de aquel mortal a cambio de tenerlo para siempre a su lado. Pero a ella le parecía demasiado egoísta.
Aquellos hombres, como él y como Royce, eran almas buenas que merecían alcanzar la gloria, el perdón y la misericordia. Vivir del lado del bien. No eran como ella, quien no se inmutaba en la muerte de otros.
Y ahora podía hacer lo mismo con Royce, dejarlo libre para que su alma no fuera condenada como la suya, estaba segura que lo haría. Pues, al contrario de lo que había dicho a sus amigos, era lo mejor para Royce.
— ¿Pensando en algo? — Preguntó Royce acercándose a ella por su espalda para sujetarla por la cintura.
— Solo en viejos fantasmas — respondió viendo el anillo.
— Quiere decir que también está pensando en ti — dijo abrazándola.
Apoyó la barbilla en su hombro y tocó aquel viejo anillo de Valery. Ella sonrió pensando en lo curioso que sonaba, que alguien de éstos tiempos asumiera que los fantasmas eran reales. Algo que era probable tomando en cuenta que espectros como ella existían.
—¿Tú crees? — habló con una pequeña sonrisa disfrutando del calor de Royce.
— Si. Solo espero que no esté por aquí viendo lo que quiero hacer contigo — dijo susurrando en su oído.
— Creí que te dolía el cuerpo — habló de nuevo girando para quedar de frente a él.
Tenía enrojecidos algunos puntos en su rostro y unos casi morados en su torso.
— Ya se me pasará luego de estar un rato contigo en la cama — refutó acercándose a ella con la intensión de besarla.
"Una última vez" pensó Valery. "¿Por qué no? Que mejor forma de despedirse que así".
Aquel calor que aumentaba a cada minuto en el cuerpo de Royce la hacía desfallecer, relativamente. Era embriagante y adictivo. Había calor por todas partes y solo podía pedir más de ello mientras su necesidad crecía.
Su aliento, sus manos y sus labios la recorrían por completo sin darle descanso.
— Más... Más Royce... Por favor... — Suplicaba cuando alejó sus labios de su escote.
Cerró los ojos disfrutando de cada centímetro, de cada milímetro de aquel ardor constante y creciente que se abría paso dentro de ella. No quería que parara.
La humedad de una lengua le acarició sobre sus pezones duros haciéndola estremecer. Sin perder el ritmo que los mecía, aquella lengua jugaba en sus pechos alargando su pasión.
Se preguntaba cuanto más tendría que esperar para que él los cogiera en su boca como la primera vez, pero Royce solo daba pequeños lametones poniéndolos más sensibles y volviendo más húmedo su centro.
De pronto la presión en su pecho combinado a una fuerte embestida la tomó por sorpresa. Abrió los ojos comprobando lo que ocurría y se encontró con la boca Royce insistiendo en succionar con fuerza y avidez su pecho. Devorándolo sin piedad. Y al empujar contra ella, aquel generoso seno salía de su boca para quedarse prendido entre sus dientes que lo aferraban con fuerza.
Intercambió de pecho después de sentirla al borde del éxtasis, insistiendo en succionar con fuerza hasta que ella se estremeció debajo de él.
Valery casi podía sentir que su cuerpo también emanaba tanto calor como él, quizás era posible, así como ella era capaz de reaccionar a sus estímulos.
Pero lo más maravilloso que había en medio de aquel encuentro de placer, era escuchar el corazón de Royce tan acelerado y su respiración agitada. Eran cosas que no tenían precio para Valery. Y saber que esos latidos estaban ahí para ella aumentaba su deseo.
Mientras sus respiraciones regresaban a la normalidad, Valery sentía las manos de Royce en su espalda dibujando líneas invisibles.
— Sabes... — Comenzó hablando después de darle a ella un beso en su cabello—. Sé que sonará tonto o sin sentido. No te ofendas, pero... Aunque te esté abrazando no te siento — dijo meditativo estrechándola con mucha más fuerza contra sí—. Y mientras hacíamos el amor, me sentía caer en un vacío.
— Es natural — respondió luego de dos latidos más—. Sentir que te desvaneces mientras tienes en brazos a la muerte.
— Si — dijo en un tono bajo tragando saliva.
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Editado: 02.08.2018