Axel:
Presente.
Todo lo que viví en el orfanato donde estuve recluido hasta los 16 años, aún seguía latente en mi. Cada insulto, y maltrato estaban grabados en cada centímetro de mi mente y piel.
Creí que nadie me adoptaba por mi condición, hasta que un día de aquellos escuché a Jessie decir que no dejaría que nadie me alejara de su lado. No la comprendía, estaba realmente loca.
Después del accidente contra el auto la noche de mi cumpleaños, sentí que realmente estuve muy cerca de morir.
Lo único que recuerdo de ese día, fue el haber despertado nuevamente en un hospital con un montón de cables pegados a mi cuerpo. Después de varios días internado, volvimos al infierno que se hacía llamar hogar, pero cuando lo hicimos para mí sorpresa la mitad de los críos ya no estaban ahí. ¿Que había pasado con ellos? No lo sabía. Seguro tuvieron la suerte de ser adoptados.
Jessie comenzó a tener actitudes extrañas, y yo me volví reacio con ella. Ya no aceptaba su ayuda, ni sus clases para aprender a vivir como ciego. Trataba de manipularme, y en ocasiones hacía comentarios que me sacaban de onda y me dejaban noches enteras pensando.
Cumplí 16 años, y sentía como todo en mi estaba cambiando. Mi voz se había vuelto un poco ronca y aguda. Y mi cuerpo se sentía más estirado.
El día de ese cumpleaños, Jessie fue sorprendida con una pareja que buscaba adoptar. Ya para ese entonces, éramos solo 5 críos los que quedábamos.
Llamó a los otros 4, y a mi me dejó en la habitación. Entonces fue cuando descubrí sus intenciones. No era que nadie me quería adoptar, era que ella no dejaba que lo hicieran.
Salí de la habitación, y baje las escaleras. Tarea que se me hizo sencilla porque ya conocía cada rincón de ahí. Cuando escuché las voces de las personas, supe que me encontraba justo frente de ellos. Aquellos al notar mi presencia de acercaron a mi, y comenzaron hacerme preguntas. Yo respondía y respondía, hasta que Jessie intervino diciendo que no podían adoptarme porque era un ciego.
Me enojé, sentí mucho odio hacia ella. ¿Dónde habían quedado todas sus ganas de ayudarme? Para su sorpresa y también la mía, a la pareja pareció no importarles mi condición y decidieron querer llevarme. Sentí muchísima emoción, pues por primera vez después de tantos años una pizca de felicidad atravesaba mi corazón.
Jessie se rehusó, trato de todas las maneras posibles que no llevaran. Hizo comentarios como que sería una carga, un estorbo, y que solo ella sabía lidiar conmigo. Quise entender su actitud, pero no podia. Sentí una gran decepción al escucharla hablar de esa manera, porque me estaba demostrando que toda la amabilidad que siempre me mostró, fue solo una fachada para obtener algo de mi. Pero ¿Que? Si yo no tenía nada que ofrecerle.
Aquella pareja que llevaban por nombre Tom y Chloe Smith siguieron firmes en su decisión de adoptarme y dejaron que fuese yo quien decidiera que quería hacer. Me preguntaron si deseaba irme con ellos, a lo que respondí que si. Haría lo que fuera por salir de este lugar.
Estaba consciente de que quizá no podría verlos jamás como unos padres, o quién sabía si talvez si. También estaba la posibilidad de que en algún lapso de tiempo se cansaran de mi, y mi discapacidad. Pero en aquel momento nada de eso tenía importancia para mí, pues lo único que deseaba era salir de ahí.
Aquellas personas se fueron contentas, dejándome esa noche con la promesa de que regresarían al día siguiente con una trabajadora social para preparar mi adopción.
Ese día el miedo llegó a mi multiplicado por mil, y no solo eso, sino que también incorporado a ello amenazas por parte de Jessie. Una de ellas seguía dando vueltas en mi cabeza. "Te irás de aquí, pero escúchame bien. Yo siempre estaré acechandote, porque tú me perteneces Axel". Nunca supe que había querido decir, pero el tono de voz que empleó aquel día fue siniestro, capaz de enviar olas de escalofríos a todo mi cuerpo.
El miedo que sentí aquel día fue sembrado por aquellas personas al hacerme pensar durante toda la noche que no volverían por mí. Pero todo fue disipado cuando al día siguiente ya se encontraban en el orfanato con una trabajadora social, que me haría un par de preguntas para que me pudieran adoptar. Cuando ésta termino todo su cuestionario, me preguntó si estaba seguro de esa decisión, a lo que una vez más respondí que sí.
Dicho aquello, me hicieron firmar unos papeles con ayuda y me dieron el permiso de marcharme con los señores Smith. No tenía nada en aquel lugar por lo que salí solo con lo que llevaba puesto, y no me importaba. Lo único que me importaba en aquel momento es que estaba saboreando la libertad.
Cuando llegamos a la casa de esta familia, que suponía ahora era la mía también, me sentí extraño. Todo se sentía incómodo a mi alrededor. Los que aquel día se habían convertido en mis padres adoptivos, se encargaron de mostrarme todo el lugar, y la señora Smith si que sabía hacerlo.
Fue entonces cuando supe que ella era educadora de personas con discapacidad visual como yo. No sabía porqué, pero eso me lleno de emoción el pecho. Se sentía bien tener a alguien que podría comprenderme y enseñarme a vivir, aún cuando no tenía ganas de hacerlo.
Tom era ingeniero químico, y desde que firmó aquel papel me trató con el amor y cariño que nunca antes había recibido. Porsupuesto respetando mi espacio, pues aún no me sentía preparado para los afectos. Ni siquiera estaba seguro si estaría preparado para vivir con ellos.
Los días transcurrían, y la convivencia con ellos mejoraba cada día más. Se preocupaban por mi, me llevaban de paseo y se ocupaban de todas las necesidades que tuviese. Chloe estaba dedicada a mi, casi el 100% del día. Y cuando no lo hacía era porque estaba atendiendo su trabajo.
Me sentía agusto con ellos. Por primera vez está conociendo lo que era tener un hogar.