Valiente de tus miedos

Capítulo 6: Abriéndome un poco más a Miranda

Ashley

Han pasado ya algunos días desde que mi padre me comunicó que pronto empezaré el instituto. Lo cual Noel estudia en el mismo instituto al que iré y me genera una gran tranquilidad, porque sé que él, también estará allí. Sin embargo, Noel no ha dejado de recordarme que él va a cuidar de mí, como si fuera mi ángel de la guarda.

Recientemente, hemos salido a comprar algunas cosas que necesito para el instituto, y en medio de nuestras compras, me encontré con alguien que conocí en el instituto de España.

He tomado la decisión de avanzar en mi relación con Miranda. Durante un poco de tiempo que hemos pasado juntas, he experimentado una conexión única y especial entre nosotras. Sin embargo, también he sentido que, en ciertos momentos, he manifestado una resistencia interna que me ha impedido abrirme por completo a ella. En este instante, me doy cuenta de que es fundamental para el crecimiento de nuestra relación que actúe con mayor honestidad y vulnerabilidad. Es el momento adecuado para comenzar a compartir mis pensamientos y emociones de una manera más auténtica.

En este preciso momento, me encuentro conversando con Miranda en el jardín sobre algunas inquietudes que me han estado atormentando en mis sueños. Ella me explica cada detalle de una manera tan clara que puedo comprender sin dificultad, mientras yo la escucho con atención, absorbiendo cada palabra que dice.

Después de un rato, decido abrirme y le confieso que hay algo que he estado guardando dentro de mí. A veces me cuesta mostrarme tal como soy, pero le quiero hacer saber que confío en ella. Mientras las palabras comienzan a fluir, empiezo a compartir mis sueños, mis inseguridades y lo que realmente anhelo en la vida. Me doy cuenta de que, al abrirme, no solo estoy revelando mi verdad, sino que también estoy invitando a Miranda a que haga lo mismo.

Miranda me escucha con detenimiento, y su expresión refleja que valora mi sinceridad. Después de que he terminado de hablar, empieza a compartir sus propios temores y esperanzas, creando así un intercambio de vulnerabilidad entre nosotros. Este acto de apertura genera un espacio seguro donde ambos nos sentimos libres para ser auténticamente quienes somos.

En un momento de confianza, decido profundizar un poco más y empiezo a relatar algunos de mis pensamientos más íntimos y las experiencias que me han moldeado a lo largo del tiempo. Al principio, me resulta difícil encontrar las palabras adecuadas. Hay una parte de mí que teme ser juzgado o que mis sentimientos no sean correspondidos. Sin embargo, al mirar a Miranda a los ojos, encuentro el valor que necesito para abrir de par en par las puertas de mi corazón.

A medida que compartimos nuestras vivencias, el ambiente que nos rodea parece transformarse. La luz del sol brilla con más .
Y los trinos de los pájaros de los alrededores parecen unirse en una melodía alegre, como si estuvieran celebrando nuestra conexión.
En ese instante, comprendo que abrirse a otra persona no solo fortalece la relación, sino que también nos permite crecer como individuos y hallar un sentido más profundo en nuestra existencia.

Al final de nuestra conversación, me inunda una sensación de alivio y una profunda felicidad. He dado un paso significativo en mi vida, no solo al abrirme a Miranda, sino también al permitirme ser auténtico y honesto con mis sentimientos. Estoy emocionado por lo que el futuro nos depara, y me siento agradecido por la oportunidad de construir una relación más profunda y significativa con ella. Su calidez me ha hecho sentir que verdaderamente puedo confiar en ella.

Después de concluir nuestra charla en el jardín, Miranda se pone de pie, exhibiendo una sonrisa que ilumina su rostro de una manera especial.

—Ven, Ashley, quiero mostrarte algo —me dice, extendiendo su mano hacia mí.

Con un leve toque de timidez pero también impulsada por la curiosidad, acepto su mano y comenzamos a andar juntas hacia un rincón del jardín que baña el sol. Allí, encontramos varias macetas vacías y bolsas de tierra fresca. Sobre una mesa de madera, mis ojos se posan sobre diversas flores de colores vibrantes: violetas, margaritas y pequeños lirios.

—¿Te gustaría plantar algunas conmigo? —pregunta Miranda, con entusiasmo—. Aquí en esta casa tenemos una bella tradición: cada vez que llega alguien nuevo a nuestras vidas, plantamos algo hermoso para recordar que siempre hay espacio para crecer.

Siento que una ola de emoción me invade. Nunca antes nadie me había invitado a participar en algo así. Asiento en silencio, incapaz de articular palabras, pero mi sonrisa refleja la intensidad de mi alegría.

Pasamos la siguiente hora trabajando codo a codo. Miranda, con paciencia, me enseña a cavar cuidadosamente, a colocar cada planta con cariño y a cubrirlas de tierra suavemente, como si estuviera resguardando algo frágil y precioso. Mientras nos dedicamos a esta tarea, ella comparte anécdotas de su juventud, de su primer jardín cuando era niña.

—Cuando plantamos algo, también estamos sembrando esperanzas —me confiesa con un susurro, sus manos formando una conexión especial con la tierra.

Cierro los ojos durante un momento, inhalando el aire fresco que me rodea, y en lo más profundo de mi ser, comprendo que algo nuevo está floreciendo dentro de mí.

Al terminar nuestra actividad de plantar flores, Miranda se limpia las manos con una toalla y me observa con una expresión suave y maternal.

—Ashley, un momento, por favor —me pide, antes de entrar en la casa.

Me quedo allí, simplemente contemplando cómo la luz del atardecer transforma todo a su alrededor en un suave tono dorado. Al cabo de unos minutos, Miranda reaparece con un pequeño paquete envuelto en papel de colores vibrantes. Me lo entrega, luciendo una sonrisa tímida y llena de emoción.

—Quería darte esto desde hace días, pero sentí que hoy era el momento perfecto —me dice.

Con delicadeza, abro el paquete y descubro un diario de tapas gruesas, adornado con un encantador diseño de mariposas y flores. En la primera página, encuentro una dedicatoria cuidadosamente escrita en una letra hermosa:



#4860 en Novela romántica

En el texto hay: amor, familia

Editado: 28.10.2025

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