Valiente de tus miedos

capitulo,9 "Siento que mi profesor me observa demasiado

Ashley

Han transcurrido ya dos años y mi vida ha experimentado cambios radicales. Sin embargo, no me he atrevido a hablar con mi padre sobre mis cicatrices. A pesar de eso, mi relación con Miranda ha evolucionado; ella se ha convertido en una figura maternal para mí, asumiendo ese papel con cariño y dedicación. Por otro lado, Noel ha estado actuando como un hermano mayor, protegiéndome y asegurándose de que Carlos no se acerque a mí. Además, he hecho dos grandes amigas que son simplemente maravillosas y han aportado mucho a mi vida.

En este momento me encuentro en clase, pero no puedo evitar notar que el profesor me observa fijamente. A medida que la lección avanza, la sensación de ser el centro de su atención se intensifica, lo que empieza a partir de una inquietud en mi interior. La manera en que el profesor dirige su mirada hacia mí me resulta incómoda, y esa percepción me atrapa en una atmósfera de incomodidad. Esta atención continua que siento por parte del docente provoca en mí una mezcla de ansiedad y una aguda autoconciencia, como si cada movimiento y palabra que pronuncio estuviera bajo un escrutinio constante.
Intento centrarme en el cuaderno frente a mí, esforzándome por fingir que nada de lo que sucede a mi alrededor tiene importancia. Sin embargo, siento cómo mis manos temblorosas sostienen el bolígrafo con dificultad. Es un desafío no levantar la mirada, no aceptar la realidad de que todavía está allí, observándome.

Quizás estoy exagerando, me digo a mí misma, pero una pequeña voz en mi interior me recuerda que no se trata solo de mi imaginación desbordante. Con un gesto automático, ajusto la manga de mi suéter, asegurándome de que cubra por completo las marcas que adornan mis brazos, como si ese simple gesto pudiera protegerme de las miradas curiosas.

El profesor avanza entre los pupitres, entregando hojas a mis compañeros, pero cuando pasa a mi lado, su andar se ralentiza. Es como si quisiera detenerse para comunicarse conmigo, pero al final sigue caminando, dejando un silencio cargado en el aire.

Siento cómo mi corazón late con fuerza en mi pecho, un recordatorio constante de mi nerviosismo. Aun así, me esfuerzo por calmarme y obligo a mis pulmones a tomar aire profundo. No hay nada que temer, repito en mi mente como un mantra. Estoy a salvo. Sin embargo, una parte de mí no puede dejar de cuestionarse: ¿qué es lo que ha visto? ¿qué es lo que ha hecho que su atención se vuelva hacia mí?

Comienzo a mover mi pierna nerviosamente bajo la mesa, intentando liberar la tensión que recorre cada fibra de mi cuerpo. Al lanzar una mirada rápida hacia mis amigas, Julia y Camila, las encuentro absortas en sus ejercicios, ajenas a mi creciente inquietud. Me aferro a esa sensación de normalidad, como si fuera un salvavidas en medio de la tormenta que se agita en mi interior.

Finalmente, cuando la clase concluye, comienzo a recoger mis cosas con rapidez, deseando escapar de ese lugar lo más pronto posible. Mientras guardo mis libros en la mochila, siento un impulso de salir corriendo; sin embargo, al ponerme de pie, escucho una voz que me detiene en seco.

—Ashley —dice el profesor en un tono suave, casi titubeante.

Mi cuerpo se tensa al instante; todos mis instintos me gritan que debo salir disparada de allí, pero mis pies parecen estar pegados al suelo, sin posibilidad de moverse.

—¿Podrías quedarte un momento? —continúa, haciendo un gesto con la mano que me invita a acercarme, pero que también establece una distancia que me resulta reconfortante.

Trago saliva, sintiendo cómo un nudo se forma en mi garganta, y asiento con la cabeza, incapaz de confiar en que mi voz pueda salir. Observo cómo mis compañeros abandonan el aula, riendo y conversando despreocupadamente, ajenos a la tormenta que se desata en mi interior.

Una vez que el último estudiante ha salido, el profesor da un paso hacia mí, reduciendo la distancia entre nosotros, aunque aún manteniendo un espacio considerado. En su expresión no hay hostilidad ni amenaza. Al contrario, en su mirada, percibo una preocupación sincera que me sorprende.

—No quiero incomodarte —comienza, su voz serena rompiendo el silencio que me abruma—. Solo quiero que sepas que, si alguna vez necesitas hablar con alguien... estoy aquí.

Por un instante, me quedo sin palabras. El nudo en mi garganta me impide siquiera articular una respuesta. Solo puedo hacer un pequeño movimiento afirmando con la cabeza, aferrándome con más fuerza al asa de mi mochila, como si eso pudiera darme algún tipo de apoyo.

El profesor no insiste. No formula más preguntas. Solo me lanza una última sonrisa tranquila, y con un gesto amable me indica que soy libre de irme.

Salgo del aula casi corriendo, sintiendo cómo la tensión que llevaba dentro comienza a disolverse en lágrimas que logro contener. Al llegar al patio, el aire fresco me envuelve como un bálsamo reparador. Respiro hondo y, entre la multitud de estudiantes, logro localizar a Noel, quien me espera con su habitual sonrisa, y su rostro refleja un alivio al verme.

Me acerco a él y, aunque no pronuncio palabra alguna, parece entender todo lo que he pasado.

—¿Todo bien? —pregunta suavemente, tocando mi hombro con un gesto reconfortante.

Asiento, pero esta vez no le miento. Quizás, por primera vez en mucho tiempo, alguien ha logrado ver más allá de mi silencio… y no me ha juzgado, ni siquiera me ha hecho preguntas.
Noel me ofrece su serena sonrisa, esa que tiene la capacidad de devolverme la tranquilidad incluso en medio de las tormentas que amenazan con desbordarse en mi interior. Sin necesidad de pronunciar una sola palabra, coloca un brazo sobre mis hombros y comenzamos a caminar juntos por el patio, alejándonos lentamente del edificio de la escuela.

Por un tiempo, nos movemos entre la multitud de estudiantes que ríen y conversan a nuestro alrededor, pero nosotros seguimos en un silencio compartido. No es un silencio incómodo; es un silencio repleto de comprensión, de esos que no requieren palabras para sentirse acompañada.



#4860 en Novela romántica

En el texto hay: amor, familia

Editado: 28.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.