Valle Cielo: La historia de Allie y Nina

Capitulo X. Razones

 Allie llegó a Valle Cielo y no veía a Nina por ningún lado, pensó que tal vez llegaría después. Estaba en un lugar en el que no había estado antes, no había ni mar, ni naturaleza, ni el bar que ya conocía, era más bien como un camino de piedras que al parecer llevaba a algún lugar al final de éste. Allie comenzó a caminar en él poco a poco. No pasados muchos minutos, llegó a una enorme casa blanca, con un jardín muy grande. Allie frunció el ceño y dudó si entrar o no, pero al fin lo hizo. Subió los dos escalones de la entrada de la casa y entró.

 

La observó por dentro, era una casa realmente bonita, con una pantalla enorme y un sofá también muy lindo. Había unas escaleras y las subió, ahí llegó a la habitación principal donde se podía observar el hermoso jardín a través de una ventana. La cama era grande y decorada a la perfección. A Allie le pareció una casa realmente bella.

 

Mientras recorría el piso de arriba, escuchó ruidos y cuando volteó ahí estaba Nina. Al verla no pudo evitar, como siempre, sonreír enormemente.

 

— ¿Y qué tal?, ¿te gusta? —preguntó con una sonrisa, también Nina cada que veía a Allie no podía evitar sonreír.

 

— ¡Es hermosa! — respondió Allie emocionada— pero no entiendo, ¿qué hago aquí? —preguntó.

 

—En un momento lo averiguarás —le respondió Nina acercándose a ella. — Pero antes, vamos al jardín— tomó la mano de Allie y ambas bajaron las escaleras y salieron de la casa.

 

Se sentaron en el columpio que se encontraba en aquel jardín. Nina no había soltado la mano de Allie y no se veía que tuviera intención de hacerlo. A Allie le gustaba estar así con ella, en ese instante volvió a pensar que tal vez si podía quedarse toda la vida ahí con ella.

 

—Tengo que contarte algo…—comenzó a decir Allie. Ambas estaban viendo al frente, observando las plantas y cada vez que veían aparecía un nuevo componente a ese paisaje, ahora había un pequeño río que hacía la vista realmente bella. Nina volteó a ver a Allie, prestándole atención, aunque Allie seguía viendo al frente.

 

—Dilan fue a verme al hospital —siguió diciendo, Nina frunció el ceño. Allie la volteó a ver— me fue a explicar todo.

 

—Claro, primero te engaña y luego se explica —respondió Nina un poco molesta.

 

Allie esta vez frunció el ceño observándola.

 

—No… Nunca me engañó —comenzó a decir Allie. Nina hizo una mueca de desagrado.

 

Allie le explicó todo a Nina, todo lo que Dilan le había contado. Y le contó como lo había visto en la pantalla por el archivo con las memorias del recordador, como había comprobado que todo lo que dijo era verdad. Después de escuchar todo esto, Nina se quedó pensativa unos minutos.

 

—María es una perra —fueron las palabras que dijo, haciendo que se acabara el silencio, Allie no pudo evitar reír.

 

—Lo es —dijo después de que sus risas cesaran.

 

—Me gustaría tenerla enfrente y darle una cachetada —afirmó Nina con seguridad.

 

Allie la observó con una expresión de sorpresa y sonrió.

 

—¡Wow! Tenemos aquí a una vengadora.

 

—Boba —respondió Nina mientras le daba un beso en la mejilla. — Pero con gusto sería tu vengadora —le guiñó el ojo.

 

Allie sonrió con ternura y le dio un beso.

 

—La verdad… Yo no quiero volver a saber de ella —agregó con un tono un poco triste que Nina notó. Le tomó la barbilla y le dio un pequeño beso en la nariz.

 

—No merece tener a alguien como tú —dijo Nina con ternura —y de Dilan, ¿de él si quieres saber? —preguntó, mostrando todo el interés que sentía por saber aquello.

 

Allie primero alzo una ceja y observó a Nina, ya había notado que era un poco celosa y a decir verdad, eso le gustaba. Después negó con la cabeza.

 

—No, él me dijo que quería estar conmigo y sabes, no le tengo coraje en verdad, no le deseo nada malo, al contrario, pero no quiero que esté conmigo en mi vida o mejor dicho, en mis últimos días de vida —respondió sonriendo de lado.

 

Nina sonrió tiernamente.

 

—Eres increíble —le dijo para después darle un abrazo.

 

Estuvieron así algunos minutos, abrazadas, sintiéndose la una a la otra. Y ahí, en ese instante, ambas se dieron cuenta que no necesitaban nada más, más que eso.




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