Valores Familiares

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Era cuestión de tiempo que Rodríguez se reportara por medio de un mensaje de WhatsApp indicándome el punto de encuentro, por lo que, ni corto ni perezoso me dirijo con toda marcha para no desperdiciar más gasolina en rutas innecesarias.

El capitán Martin Rodríguez siempre ha sido un uniformado de la institución con el que me he puntillado en cualquier momento de mi vida, constantemente recalca que tarde o temprano siempre vuelvo arrastrándome hacia él para algún favor, como si algún deseo reprimido de no haber trabajado con ellos se tratase; realmente es una relación de amor y odio que se ha mantenido durante nuestros años de conocidos pero es lo que nos ha fortalecido para colaborarnos mutuamente; lleva 24 años de servicio y está a paso de jubilarse, con frecuencia me he relacionado con gente veterana para obtener experiencia y con él no ha sido la excepción, de vez en cuando nos hemos dado el tiempo de tertuliar en tiempos libres para conocernos un poco más, a veces le intriga el misterio de mi apellido, el cual es muy poco convencional por estos senderos, desconoce su significado y raíces igual que yo y solamente le recuerda a la película homónima que realmente nunca supo de que trataba, es ese pequeño gusto por el cine tanto clásico como moderno es el que nos hemos llegado a compaginar pocas veces para estrechar una pequeña amistad que escasamente se ha formado, en ocasiones hace uso de sus expresiones y ocurrencias ordinarias procedentes de su lejano pueblo santandereano que sigo desconociendo.

Nos encontramos en el lugar señalado en el mensaje de texto el cual era el puente que conectaba con el barrio Provenza, para que me brindara la información que le pedí, se bajó de la patrulla con su característico aspecto de señor rechazando su proceso de vejez luciendo una vestimenta juvenil, portaba una chaqueta de cuero marrón, una polo de rayas color verde y unos vaqueros azules con unos tenis deportivos color blanco, también queda resaltar su delgado bigote blanco y sus canas ocultas en su peinado echado para atrás con un lunar en la parte inferior de la boca, aun así el hombre sabe cómo conservarse físicamente y cuidarse a lo largo de su experiencia laboral, hace ejercicio 2 veces al día y ya tiene una membresía VIP en el gimnasio más refinado de la ciudad, nunca he visto poner en práctica sus habilidades de combate pero aun así no quisiera tener que enfrentármelo en algún desafortunado día que discrepamos incluso si subestimara sus capacidades cual Goliat para un David. El hombre se me acerca con esa franqueza que siempre lo remarca mientras yo me encontraba fumando un rato aprovechando la situación, me extiende la carpeta de los señalados que le había pedido y me dispongo rápidamente a revisarla.

-Ahí tiene mijo, los pillos que quería y lo necesario para que sepa con quienes se está metiendo. Gustavo Enrique López García, alias “El Pepe”, edad 25 años, capturado anteriormente por hurto calificado, posesión de drogas, extorsión y fuga de presos, sospechoso del sicariato de 5 personas, pero absuelto de 3 y siendo investigado por los otros 2, tiene conexiones con una banda delictiva llamada “Los Huesos del diablo” actualmente disuelta.

Herman Andrés Roche Guillen, alias “Aborigen” edad 26 años, ciudadano extranjero de nacionalidad venezolana, compañero de fechorías de El Pepe y señalado por cargos como robo a mano armada, extorsión, violencia de género, porte de armas ilegal y posesión de drogas, se le conocen antecedentes de sicariato que llegó a cometer en su país de origen. posee los mismos nexos con la misma banda criminal y actualmente es buscado por migración para que resuelva su estado civil.

Ambos se conocieron durante un golpe a una entidad financiera ocurrida hace 3 años en Cañaveral, donde fueron contratados por el ex líder de la banda y coincidieron para seguir cometiendo fechorías juntos, la banda actualmente se encuentra disuelta, pero con cabecillas armando disidencias que siguen cometiendo delitos en actual proceso de investigación.

Reviso los documentos para verificar todo lo mencionado por el viejo y compruebo letra por letra, al parecer, sus declaraciones no engañaban y me estaba dando cuenta que empezaba a meterme en la boca del lobo, Rodríguez nota en mis expresiones cierta preocupación y sabe que estoy metido en algo que posiblemente pase a mayores que requieran de su llamado.

-Lo noto muy alteradito mijo, ojo con donde mete la pata ¿oyó? -Me advierte Rodríguez en tono de broma mientras se mete sus manos a los bolsillos, como si estuviera realmente asustado por los presentes.

-Ya pasé por una época más violenta ocurrida en este agujero, sabré como desenvolverme. -Digo mientras sonrío por las circunstancias.

-Más le vale, porque no quiero tener que llevarle flores a su mamá en el día menos pensado. -Sigue advirtiéndome mientras se dirige a su vehículo.

-Ya le he pasado muchos dolores de cabeza a la pobre señora, como para que no conozca los riesgos mi oficio.

El capitán no más se sacude la cabeza remarcando lo que considera una estupidez y hace movimientos con la mano mientras continua su caminata acompañada de palabras.

-Debería casarse mijo… Tener hijos… una casa… No sé… usted se está perdiendo de una buena vida. -Me dice mientras abre la puerta.

-Si quisiera sentar cabeza, me la proyectaría más adelante con un mejor plan. -Digo mientras camino de igual forma a mi vehículo.

Una vez más, esas molestas verborreas llegan a mis oídos, los mayores siempre quieren estandarizarte con canones sociales respecto al hogar para tener algún tipo de aprobación por el alrededor, sinceramente nunca han sido mis planes y jamás los he considerado, solamente una vez, pero, las cosas nunca se dieron y preferí algo mejor para mi soledad.

Antes de arrancar su coche, Rodríguez llama mi atención una vez más con un comentario respecto a mi vehículo juzgándolo con sus clásicas bromas.




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