Valores Familiares

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Luego de ese ataque hacia mi persona, me volví un poco más paranoico de lo acostumbrado porque jamás pensé que un robo tan común involucrara malvivientes de nivel amenazante, malandros que serían capaces de vender a la mamá por un porro y 500 pesos, gente que deja mucho que desear y cuyos derechos humanos no merecían… Pero tenía que persistir, no podía dejar este caso archivado y con Marisol y sus hijos con las manos vacías, no podía ser de esa forma… Así no.

Era cuestión de minutos que diera con la casa de la tía de Joaquín cuyo aspecto era demasiado humilde para una señora que es pensionada de la secretaria del Gobierno, quizás no le gustan los lujos visajosos como yo pero el espacio y la comodidad tampoco favorecía el bienestar de la pobre señora quien tenía que mover muebles de un lado a otro para poder moverse a gusto por toda la casa, tiene un pasillo estrecho que llega hasta la sala donde se encuentra menos espacioso de lo pensado y un televisor de la época de Los Años Maravillosos, todo lo necesario que ella quisiera ya que no notaba tantas necesidades en su persona, se cuidaba bien y parecía tener buena salud. La señora me acogió con mucho gusto, pero solamente me dejó en la puerta donde podía ver el pasillo y los detalles que mencioné antes.

-Buenas tardes ¿Es usted la señora Bustamante? -Pregunté con una inocencia digna de un introvertido de secundaria.

-La señora afirma con la cabeza- ¿Qué necesita? -Dice mientras se para con firmeza en la entrada y apoya su brazo en la puerta sosteniendo una rudeza que caracterizan a las clásicas mujeres santandereanas.

-Me llamo Jaime Magnolia, soy familiar de Marisol y quisiera hacerle unas pequeñas preguntas relacionadas con su sobrino y esposo de mi prima, el señor Joaquín Bustamante, no sé si usted...

- ¿Cuáles serían? -Me dice con prisa interrumpiendo mi presentación.

-Bueno, antes dígame una cosa, ¿usted ya está enterada del asunto del robo que le pasó a Marisol?

-Supe por lo que me contaron algunos…

- ¿Quiénes son esos algunos? si se puede saber…

-Algunos mano… Vecinos, amigas, gente de por ahí… Usted sabe.

-Correcto, entonces fuera de ello, me gustaría que respondiera unas interrogantes acerca del tema ¿Listo?

-Solamente las que pueda. -Dice imponiéndome una autoridad de señora dura.

-Bien, según su sobrino, afirma haber estado en este lugar mientras transcurría el robo a cuestas de él, ¿es cierto eso?

La señora se queda callada y me mira con frialdad mientras en su expresión deteriorada denotaban unas arrugas de la frente que inquirían algún gesto de disgusto por todo este acontecimiento.

-Si señor…-Me dice con sequedad.

-Bien, ¿Cómo a qué horas estuvo por aquí?

-No sé hermano… como a eso de las 3 o 4 de la tarde… No estoy segura.

-Okey… ¿Y puedo saber el motivo por el que estuvo acá?

-Pues vino a visitarme, lo normal…

-Muy normal si señora, de no ser porque… Joaquín me dijo que solamente venía a que le prestara un poco de dinero por su parte, pero tal parece que usted se negó a dárselos y pues no duró mucho por acá… Entonces…

-Ay señor, mire, yo no sé qué hizo mi sobrino, pero le aseguro que no debe ser tan terrible como para andar jodiendo por acá -Me dice la señora alterada por la situación.

-Señora cálmese, como investigador privado, mi deber es verificar las fuentes de información que me proporcionan los interrogados en el lugar de los hechos, no estoy sacando conclusiones de nada, solamente quiero saber esas nimiedades, no se me altere.

-Bueno… Si, estuvo por eso… Pero yo no le quise prestar plata porque es más mala paga ese man, no le volví a confiar plata desde que me quedó debiendo un préstamo que le hice hace tiempo.

-De acuerdo, solamente quería verificar eso… Muchas gracias por su colaboración señora Bustamante, no la molesto más y que tenga un buen día.

-Lo mismo señor, pero espero no volverlo a ver más por acá.

-Eso espero también señora…

La señora cierra la puerta con brusquedad y solamente me quedaba sonreír por el pequeño sentido maternal que poseía sobre ese pobre diablo aun sin ser su hijo.

Seguí con mi recorrido personal por medio de mis maltratadas piernas que pedían parar, pero lo poco que me quedaba no me alcanzaba para un medio más sutil por lo que las puse a luchar una vez más recordándoles aquellos años en los que nos íbamos a pie desde lejanas tierras hasta paraísos incontables. De buenas a primera di con el sitio donde recurrían con frecuencia los amigos de Joaquín, una pequeña tienda que quedaba en la esquina de los semáforos de Zapamanga. Pregunté al dueño del establecimiento si conocía la existencia de estos sujetos los cuales dio en el clavo cuando le indiqué mejor que se identificaban con el alias de “Kike y perro” me los señaló y se encontraban en una mesa aparte bebiendo unas cervezas dejando la mesa llena de puras botellas vacías. Ambos sujetos tenían aspecto que inspiraban la misma desconfianza similar a Pepe y Aborigen solo que estos se sienten más reservaditos y no portan joyería extravagante que los haga lucir relativamente peligrosos, estos eran como el clásico estereotipo de gánster callejero de los años 90, su misma apariencia física denotaban que eran hombres de mayor edad y se quedaron en sus viejos tiempos.

Me acerqué hacia ellos con algo de discreción ya que no quería presentarme como un armador de revueltas urbanas, por lo que simplemente me los saludé, me les presenté con la misma cordialidad que hice con la señora Bustamante y para mi sorpresa, estos tipos estaban completamente perdidos en su borrachera y difícilmente pudieron saludarme estrechándome sus torpes manos y seguían en su parranda individual.

No hablamos por mucho tiempo ya que la misma lucidez etílica no les permitía soltar muchas palabras y se les dificultaba expresarse mediante gesticulaciones muy exageradas.




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