Luego de haber despachado a Joaquín en la casa con un estricto confinamiento que no podría romper, me dispuse a pasar la noche en un hotel que quedaba cerca de Bucarica; tuve que escabullirme con mucho cuidado vigilando de lado a lado si algún motorizado o kamikaze urbano se ponga por enfrente mío y empiece algún escándalo público por acabarme. Muchas cosas pueden suceder, no debo fiarme de los moralismos familiares porque incluso el enemigo duerme con uno y hay criminales capaces de vender a su madre por unos pesos o un sobre de bazuco. De todas formas, me permitieron el acceso en el hotel a pesar de mis escasos recursos que poseía en el bolsillo en ese entonces y por fin pude dormir sin percances que alteraran mis nervios.
Al día siguiente fui a un banco cercano del sector y saqué más fondos de mi cuenta para pagar la cuenta del hotel y los costos de mi vehículo que ya parecía estar listo pues un llamado antes de mi ataque me anunció de la reparación, cambié de opinión en ese instante y no quise esperar más a que acabara el caso para volver a usar mi vehículo, estaba cansado de estar pagando por transporte y usar las piernas para movilizarme se hacía más insoportable en cada pisar. Por lo que necesitaba librarme de mis relativas deudas para no perjudicarme más tarde así mi amigo Midas se enoje por los excesivos retiros que estaba haciendo, teme que vuelva a quedar miserable como hace 6 años, y me alegra que se preocupe por mí, pero mi trabajo siempre tendrá gastos que siempre correrán a mi cuenta; es lo malo de ser independiente, que ninguna empresa puede pagarte los platos rotos para no joderte mucho la billetera, pero no hay porque quejarse, inclusive hay corporaciones bien negreras que le dejan a uno el trabajo sucio sin que ellos puedan perder un céntimo.
Desayuné una empanada y una avena en un puesto que quedaba cerca al taller mientras el mecánico despachaba mi auto y me lo dejaba en la puerta, realmente desconozco el sabor de ese alimento en ese entonces puesto que desde que empecé a trabajar incluso de madrugada, todas las empanadas, papas y/o refrigerios matutinos, me empezaban a saber lo mismo, lo único que me importaba es que llenara mi estomago deleitando sus necesidades satisfactorias. El mecánico me estaba esperando en la puerta de su taller para entregarme mi hermoso Sandero mientras terminaba mi desayuno instantáneo, me advirtió de algunas consecuencias de ciertos daños y sobre los buenos cuidados que se le dio en mi ausencia. Tal vez hicieron algunas reparaciones innecesarias demás para poder darles algo de dinero extra como propina por cuidar mi vehículo, conozco a este tipo de trabajadores, siempre te sacarán alguna excusa absurda para justificar un reparo adicional que no tenía necesidad de hacerlo pero que ellos en su deber de médicos automotrices se vieron en la supuesta necesidad de curarlo; no quise protestar por la excesiva cuenta que me dieron y di lo que consideraba justo para ellos. Volví a sentir nuevamente ese contacto tan tranquilo estando en mi carro que parece que el mismo motor parecía extrañarme al momento que lo encendí, mi vehículo y yo siempre hemos compartido buenos momentos desde que lo compré para mi cumpleaños número 24, el sentimiento que yo compartía por él es tan fuerte que realmente me dolería perderlo si estos simios de gorra agachada le hicieran algo. Tal vez exagero, no es el mismo amor que le tengo como a mi madre o a una novia, pero si es el mismo amor que le tengo a una mascota o a un amigo que siempre estuvo para mí desde el primer momento.
Conduje hasta la cancha que estaba por los lados de Neomundo, donde se decía que Juancho estaba entrenando todos los días futbol para pertenecer a las ligas de infantes del departamento, esto bajo los inocentes ojos de Marisol porque tristemente me doy cuenta que esto era totalmente falso, pero de todas formas fui averiguar para saber los motivos por los que dejó esa institución y lo que posiblemente lo empujó a tomar el oscuro sendero del hampa, en ese instante pude notar la referencia de su apodo que no había notado antes pero cuando hicieron mención a ese jugador en la casa y el correr de Juancho a la calle, fue que me hicieron ver que El Tigre es el apodo que tiene el jugador Falcao García dado por los medios por su destreza en la cancha a la hora de tocar esa pelota; ingenioso pero irónico ese nombre clave que se dio Juancho. Tuve que esperar un buen tiempo hasta que la entrenadora terminara de darle clases a los muchachos y aproveché para contemplar esas futuras promesas del futbol Colombiano para próximas generaciones, muchachos cuya disciplina y esfuerzo le dedican con mucho sudor en la frente, cada trotar de sus pies agilizaban sus habilidades y el compromiso de los arqueros se dejaba ver en cada movimiento de sus reflejos, todos seguían las indicaciones de su profesora pues tal vez su belleza los inspiraba a fantasías impensables para mejorar, esta los seguía en todo momento acompañándolos en el ejercicio para que se fortaleciera ella de igual forma; realmente sentía una pena por Juancho quien desaprovechó esta oportunidad para alejarse de ese mundo opositor del avance. Los muchachos se fueron a un pequeño receso mientras la entrenadora se encontraba calificando en una tablilla que tenía por ahí cerca y se percató de mi presencia mientras caminaba hacia ella. La profesora de estos muchachos era sencillamente linda a su manera, no traía maquillaje consigo por evidentes razones, su cuerpo lo tenía bien formado gracias a los años de experiencia deportiva que dejaba notar en sus despampanantes curvas remarcadas con su vestimenta exactamente puesta para la ocasión, una piel tan blanca como la de una norteamericana y unos atributos relativamente bonitos para mi gusto, pero no era bueno morbosear en ese momento, tal vez subestime a una dama de buen rendimiento que posiblemente me dejé más inmóvil que los bandidos del motel. No le calculo muchos años más que yo, pero si unos menos que me alcanzaban, tal vez me equivocaba y puede aparentar mucho de lo que yo creo, se estaba quitando su cola de caballo para para ajustarse más el cabello mientras caminaba hacia ella.