Durante el recorrido de venida a la ciudad, aproveché que estaba por el centro para comprarme un nuevo celular aprovechando la buena tajada que me hice el día de hoy con los aguacates, no exigía el más potente puesto que solo lo quería para llamadas y mensajes de WhatsApp, no soy mucho de utilizar aplicaciones. Más tarde llegué a mi despacho para hacer mi reporte del caso mientras almorzaba algo que había hecho mi madre ese día, no tardé mucho ya que no se presentaron clientes ese día y mi premio seguía siendo esa enorme soledad que me permitía tranquilizarme y concentrarme sin obstáculo alguno, normalmente procrastino mucho por culpa del desorden de los casos hechos con ajetreo que a veces olvido hacerlo por días volviéndose un horrible caos en mi oficina. Me dirigí hacia la ventana para fumar un rato, pero luego caminé rondando pensando en todo lo ocurrido el día de hoy… Me sentía atosigado y decidí marcharme a mi apartamento cerrando temprano ese día; estaba absolutamente cansado y las secuelas provocadas con la resaca no me favorecía mucho.
Me quité mi chaqueta y los zapatos de mi atuendo quedando con el torso un tanto expuesto mientras me recostaba en mi placida cama sintiendo por fin ese anhelado descanso que no había sentido desde que había tomado el caso, pero la misma incertidumbre de lo ocurrido no me hacía pensar haciéndome reflexionar constantemente la siguiente pregunta: Al final ¿De qué sirven los valores que se inculcan en nuestros hogares si al final nunca lo ponemos en práctica? Teniendo en cuenta todo lo sucedido estos días entre mi propio árbol genealógico, me costaba procesar todo ello porque siempre los idealizaba como personas que por más problemas salían hacia adelante o como simples chismosos que se enteraban de lo malo a última hora, realmente mi pensamiento sobre ellos no iba más allá de lo que veía entre mi padre, o mi madre en el menor de los casos… Solamente el discurso que le di a Sergio y su proyecto de vida como hombre reformado, me hicieron entrever algo como queriendo darme respuesta a esa cuestión, ya me decía algo… De todas formas, estaba orgulloso de él.
Estaba aburrido, no podía dormir, había terminado mi informe, olvidé comprarme una botella de aguardiente, los cigarrillos se me habían acabado y aun no tenía contactos en mi nuevo celular… Solamente me quedaba recostarme y observar hacia el techo sin propósito alguno meditando más sobre el asunto. De repente, el celular vibra por un momento avisándome que tenía un mensaje de texto, lo tomé con algo de indiferencia y lo leí por encima viendo que se trataba de la compañía de telefonía dándome la bienvenida por contratar sus servicios, entre otras estupideces que nadie presta atención pero que es un bonito gesto por parte de ellos que piensen en uno… Inmediatamente vi la hora en el reloj del móvil y me percaté que eran las 5:30 de la tarde, lo que me hizo acordarme al instante del recordatorio que tenía un tanto pendiente; otro mensaje llega con un irónico texto que decía: “aprovecha tus tiempos libres Hab…” intentando animarme indirectamente de mi estado tan acabado, lo cual me hizo sonreír y levantarme de la cama.
Aunque no era un compromiso tan importante como tal, si sentía la necesidad de era una falta de respeto fallarle en aquel instante el citatorio que tenía subconscientemente pendiente con aquella dama que conocí en Neomundo, tal vez nunca le dije el día especifico que la vería, pero si le dije que en cualquier momento iba a presentarme.
Eran las 5:58 de la tarde cuando vi que Alejandra se encontraba efectivamente en la cancha de Lagos, pasé por su lado para verificar si era ella realmente y no una ilusión óptica causada por los efectos de la resaca… pero su apariencia me lo confirmó al instante cuando se estaba alistando para jugar haciendo unas rutinas de estiramiento para prepararse, pensé que iba a quedar plantado por esa cita que nunca definimos, pero parece que no mentía y era una chica comprometida con el deporte.
Me estacioné en un parqueadero cerca de la cancha y un hombre mayor un tanto demacrado me ofrece sus servicios para cuidarlo, a duras penas le acepto su oferta y me dispongo a estirarme un rato. Me había colocado lo ideal para la ocasión y sentía como el tiempo se encargó de recordarme la última vez que hice deporte con mis amigos fastidiándome la entrepierna un poco con estos pantaloncillos color blanco, pero me acomodaba con disimulo, llevaba un fallido uniforme de una selección europea participante de un mundial antiguo porque era lo único que usaba para este tipo de momentos… Todavía no me sentía viejo ya que las piernas habían mejorado desde la última vez de mi ataque.
Me hago en una esquina de la cancha haciéndome percatar de mi presencia, pero Alejandra estaba de espaldas, lo que ayudaba más en esta hilarante sorpresa e hice que sus amigos hicieran que volteara, ellos me miran y obedecen lo que llama inmediatamente la atención de Alejandra quien voltea al instante para ver que era tal impacto.
-Hola… -La saludo estirándome los brazos.
Ella se sorprende de mi presencia, gira su cabeza de forma humorística hacia un lado y se acerca hacia mí estirando a cada paso sus hermosas piernas cubiertas en esos chiclosos leggins color negro acompañado de unos tenis blancos marca Nike y una camisa de un equipo deportivo de su respectiva universidad.
-Hola… ¿Y ese milagro? -Me dice con esa curiosidad pensando que había olvidado nuestro compromiso.
- ¿Pensé que teníamos una clase pendiente? -Pregunto con sarcasmo.
-Ja... yo pensé que lo iba a olvidar. -Me dice intentando hacerme quedar mal en plan entusiasta.
-Yo nunca olvido un compromiso cuando se trata de una dama… -Dije mientras me le acerco un poco y ella se pone un tanto nerviosa. -Tal vez no quedamos cuando… Pero dije que en alguna ocasión vendría y sería puntal… y son las 6 de la tarde…
Alejandra no dice nada y solo nos quedamos mirando mutuamente por un buen tiempo elevando una química que se estaba produciendo tan apasionadamente en ese instante, pero lo interrumpí inmediatamente cuando el balón de básquet rodó hacía mí, tocó mis pies y lo recogí.