EN EL CENTRO DE LA TORMENTA (CAPÍTULO 26)
La vampiresa estaba enfurecida hasta niveles insospechados, sus ojos estaban tan rojos como la lava de un volcán, mientras sus uñas crecían como enormes hojas afiladas capaz de cortar en pedazos lo que se le pusiera por delante, apretaba los dientes mientras le rechinaban,
El chico la observaba atentamente como si pudiera predecir los movimientos antes que atacara. Entonces la mujer ordenó a los vampiros que estaban detrás que se unieran en su ayuda en acabar con la gente del Motel.
Los no muertos enseguida hicieron caso de su jefa y se lanzaron con ella contra el edificio, pero alguien apareció delante y una luz impulsó a los rivales de Leo contra el suelo. Este vampiro era realmente diferente a todos, su aura era distinta.
Su pelo medio largo ondeaba por el aire, tenía un aspecto fuerte y diferente a los demás. Los ojos oscuros que tenía revelaban muchísimas cosas, su barba perfectamente perfilada su tez morena.
-He oído que unos vampiros estaban haciendo demasiado ruido- dijo el hombre
Los hombres y mujeres que estaban con Teresa la vampiresa empezaron a cuchichear, estaba claro que él era Ricardo de La Cruz el líder de los vampiros de Latinoamérica y por si fuera poco había aparecido sin ningún otro soldado o guardia.
Ricardo no movía ningún musculo estaba totalmente quieto solo observando cómo se desarrollaban los acontecimientos y esperando a que los rivales se abalanzaran sobre él. Y en cuestión de segundos eso mismo pasó, hombres y mujeres se lanzaron pero solo en un leve parpadeo acabó con una rapidez increíble con sus enemigos.
Lo que estaban viendo Leo y los demás era algo totalmente inaudito, vampiros estaban convirtiendo en cenizas más 600 perecieron en apenas un segundo.
-¡Tú y tu hermana no aprendéis!.
- ¡Calla!, siempre protegiendo a los humanos. ¡Ellos no son nada!. –contestó Teresa
- Hicimos un trato no les haríamos daño. Y por culpa de gente como tú se podría originar una guerra.
- ¡Somos más fuertes que ellos!-
- No infravalores a los humanos, ni a los brujos.
Teresa no atendía a razones, estaba completamente sumida en sus pensamientos y en lo que para ella era lo correcto. Ya que los humanos eran seres inferiores y los brujos sus enemigos. Se puso en posición de atacar.
-Tú y tu hermana fuisteis expulsadas de aquí. Deberías marcharte
- ¡Cuándo acabe contigo me haré con el reinado!. ¡Prepárate los tiempos de paz han terminado!.
-¿De qué hablas?.
La mujer no contestó y se lanzó contra el líder que en menos de un segundo evitó las garras de su enemiga, y con gran velocidad sacó una estaca clavándosela en la corazón.
-¡Te lo advertí!
- ¡No creas que esto acabado!. Tú y todos los que apoyáis la paz seréis erradicados.- poco después se fue deshaciendo en cenizas.
Los otros al ver que su jefa había sido destruida y que 600 de sus compañeros habían muerto comenzaron a huir aterrorizados.
-¡No volváis por aquí o moriréis!.
Enseguida la calle quedó desierta todos los enemigos que quedaban vivos se habían dispersado.
-¡Humanos ya estáis a salvo!.- dijo sin girarse, y en pocos segundos desapareció saltando entre las casas.
Leticia sujetaba a su cuñado que estaba aterrorizado, nada tenía sentido las historias que pensaban que eran alucinaciones de una mujer mayor eran ciertas todos los cuentos de seres que se alimentaban de la vitalidad de la persona, con gran fuerza.
-¡Lo mejor será que vayamos a ver a la señora María!- dijo la joven mexicana
- ¡Por lo que ha dicho ese hombre podría ser una bruja!- comentó su hermano
- ¿Dónde vive?- preguntó Leo
-¡A las afueras de la ciudad!- contestó el cuñado de Leticia.
Lino se había desmayado y estaba sentado en una silla, en ese instante Jessica se despertó, estaba nerviosa al ver gente que no conocía. Pero el ex agente la llevo a un pequeño rincón y le contó todo lo sucedido eso sí sin decir ninguna palabra de lo que había hecho con su poder.
La joven estuvo intentando asimilar lo que el chico le había contado, pero poco pudo hacerlo porque enseguida emprendieron la huida de allí, no se fiaban los no muertos podían volver y no se quedarían allí para averiguarlo.
Leticia se adelantó y sacó un clip de su pelo, que sirvió para abrir un coche que estaba aparcado por ahí de color rojizo, y fue a recoger a los otros pasajeros. Leo no estaba muy de acuerdo con robar, no le parecía ético pero también reconocía que tenían que marcharse lo antes posible. Además esa mujer quizás sabía lo que le ocurría a Jessica.