Vampire Killer: El Ojo de Ra

Un lugar especial (Capítulo 53)

UN LUGAR ESPECIAL (CAPÍTULO 53)

 

 

Ana estaba luchando contra los vampiros que atacaban, mientras abría paso a Elena y Gabriel que corrían rápidamente. En ese instante apareció a un joven de pelo rojizo y corto recortado por los lados y unos pequeños pinchos arriba, no había duda era un "Excluido".

 

 

Gabriel y Elena se estaban preparando para luchar contra ese enemigo que les cortaba el paso. Pero Ana salió disparada contra el rival que saltó y evitó el ataque.

 

 

-¡Yo me quedo aquí!- dijo Ana mirando a los ojos de la bruja.

-¿Estas segura?- preguntó Elena

- ¡Si este es mi lugar!

 

 

El pequeño castillo que era donde vivía la vampiresa caía detrás de ella a pedazos, muchos de los hombres y mujeres que servían a la líder de los vampiros de España, miraba el suelo donde habían cenizas y encima de ellas se encontraban anillos y otras cosas personales de algunos que ya habían fallecido.

 

-¿Tú eres el causante de todo esto?- preguntó Ana

- ¿Y que si lo soy?- contestó sarcásticamente el joven tenía un acento extraño.

- ¡Que me las vas a pagar!- gritó enfurecida

 

 

Salió disparada contra el enemigo pero paró el golpe, en cuestión de segundos empezaron a golpearse mutuamente. Mientras Elena y Gabriel se escapaban de allí corriendo a gran velocidad.

 

 

Los dos rivales se separaron por unos instantes después de propinarse golpes.

 

-¡Ahora que se han marchado espero que muestres algo más!- dijo el joven

- ¿Lo sabías?- preguntó sorprendida la líder española.

- Esos dos no me importan. ¡Además creo que se llevarán una sorpresa!.

 

 

Gabriel y Elena seguían moviéndose a gran velocidad, pero de repente la chica española paró y empezó a respirar entrecortada. Estaba cansada después de todo era una humana y ya llevaban rato corriendo.

 

-¿Estas bien?- preguntó Gabriel

- ¡Solo necesito descansar un poco!- explicó la joven

-¡Pero si estamos yendo muy lento!. Si fuera yo solo hace rato que habríamos llegado.

 

 

El vampiro se acercó a ella y la cogió en brazos, mientras sonreía.

 

-¿Qué haces?

-Necesitas descansar. Yo al ser un vampiro no me canso. ¿Quieres ir a Delania verdad?

- ¡Yo puedo ir sola! ¡No necesito que me lleves!.- reclamó la chica

-¡Sujétate!- exclamó Gabriel

 

 

El vampiro empezó a correr a una gran velocidad, mientras tenía en sus brazos la sujetaba con fuerza sin perder velocidad y en cuestión de 20 minutos llegaron a su antiguo hogar. El mar era azul y cristalino, los pescadores estaban saliendo del puerto y el sol comenzaba a salir.

 

 

Elena bajó de los brazos de Gabriel y se dio cuenta que todo estaba como 17 años atrás, los vampiros y brujos aún no habían llegado a Delania. Gabriel no se sentía cómodo al volver allí pero no dijo nada.

 

 

Pasaron por el antiguo colegio donde estudiaba Elena, y ella comenzó a sonreír al ver como los niños pequeños entraban dentro de la escuela. El orgulloso vampiro hacía como si no le importara estar en el lugar donde nació, pero la verdad es que incluso él tenía recuerdos de su infancia.

 

-¿Estás bien?- preguntó Elena

-¡Claro!- levantó el dedo pulgar haciendo la señal de Ok

- ¿Te importaría que fuera a un sitio?. ¿Y en veinte minutos nos vemos aquí?

-¡De acuerdo!- El vampiro aceptó porque él también quería ir a un lugar.

 

 

Elena se marchó y el vampiro comenzó a andar hasta llegar a la calle de su antigua casa. El pequeño cartel que su padre había hecho, estaba medio roto pero aún se podía apreciar lo que ponía en el: "Familia Luna".

 

 

No podía moverse estaba paralizado, la casa estaba deshabitada, los cristales de las ventanas estaban rotos, habían graffitis y pintadas en la casa. A cada paso que daba recuerdos venían a su mente, un pasado de una familia unida haciendo una barbacoa en el jardín. Mientras su hermano pequeño jugaba con el balón. Su madre adoraba ese lugar cada día plantaba flores y plantas para que se viera que era un lugar de vida.

 

 

Ahora ese lugar estaba lleno de hierbas en mal estado, botellas, jeringuillas y otros objetos que ensuciaban lo que antes era precioso. Cerraba los ojos y aún podía sentir la muerte de los suyos por aquel cazador para un vampiro 17 años era un suspiro.

 

 

Al vampiro le empezaron a caer lágrimas de los ojos mientras miraba en el estado en que se encontraba su casa.




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