Vampire Killer: El Ojo de Ra

El niño vampiro (Capítulo 61)

EL NIÑO VAMPIRO (CAPÍTULO 61)

 

 

El joven de pelo rojizo y a pinchos estaba bastante herido, el combate contra la vampiresa Ana había sido largo y complicado "el excluido" estaba totalmente agotado.

 

 

La mujer también estaba herida, tenía varios cortes en sus cuello, sus brazos y piernas incluso siendo vampiros a los dos les costaba que sus heridas se regeneraran. La española era posiblemente la más fuerte de todos "Los Antiguos".

 

 

Había luchado muchas veces tanto con humanos, como con gente de su raza, ninguneada por ser una chica tuvo bastantes problemas para poder ser considerada una igual a sus compañeros. Tiempo atrás las mujeres no eran bien recibidas por las grandes familias y pensaban que una mujer no debía estar en puestos de mando.

 

 

Por eso Ana no paró ni un solo momento en entrenarse y hacerse verdaderamente fuerte por eso un día desafió al que era el líder de España que siempre la había tratado con mucha burla y lo venció sin recibir ningún solo golpe.

 

 

Su familia había muerto por una epidemia y un vampiro la convirtió en una ser de la noche, no tenía ningún nombre solo era una vampiresa más que había en el mundo. Una chica para el disfrute de los grandes señores. Pero ella lo cambió todo después de su victoria las mujeres cambiaron su estatus dejando de ser un objeto para convertirse en alguien en el mundo vampírico.

 

 

Por eso Mijail había querido luchar con ella, para destruir su orgullo pero lamentablemente para él no había salido como lo había pensado y ahora estaba totalmente herido, con las mínimas fuerzas para un solo ataque.

 

 

Ana miraba a su adversario sabía que este era el golpe final y tenía que darlo todo en ese último ataque por eso corrió rápidamente contra el joven que también fue a por ella. Los dos se dirigieron contra el otro dispuestos a dar el golpe definitivo al adversario.

 

 

Los puños eran totalmente diferentes el del excluido emitía un aura de color lila, mientras que el de la mujer no tenía ninguna. Después de todo ella nunca tuvo ninguna capacidad como sus compañeros o enemigos ya que solo tenía una gran fuerza física pero ningún poder especial.

 

 

En ese momento el enemigo intentó golpearla con su puño pero está pudo evitarlo, moviéndose ligeramente a la izquierda y con toda su fuerza golpeó la cara del excluido. El impacto fue tan treméndamente fuerte que la cabeza de su rival salió disparada a unos metros.

 

 

 

En ese instante el joven de pelo rojizo comenzó a convertirse en cenizas. La batalla había terminado y Ana era la ganadora. Cayó al suelo totalmente agotada pero con una gran sonrisa en su cara.

 

 

Aparecieron Jason y Susana, la joven saludó a su maestra.

 

-¿Estas bien?- preguntó Susana

- Todo Ok. ¡Solo necesito curarme un poco!- dijo Ana sonriendo aunque con gestos de dolor

-¡No te preocupes iremos a que los brujos nos curen!. ¡Están allá!-

 

 

En ese instante aparecieron varios hombres rodeándolas, eran caza vampiros llevaban estacas en sus manos un grupo de unos 14.

 

-¡Lucas!- gritó de alegría Jason al ver a la persona que más quería.

- ¡Ten cuidado!- gritó Susana mientras el joven marchaba para abrazarle.

El joven cazador golpeó un puñetazo a Jason que cayó al suelo, y no comprendía lo que ocurría.

-¡Matadlos a todos!- dijo fríamente el joven

 

 

Y cuando los hombres estaban dirigiéndose contra las vampiresas una explosión gigantesca de fuego lo inundó todo. Lucas pudo evitar que la explosión le afectara, pero todos los demás quedaron abrasados en fuego.

 

-¡Esto no me gusta!- dijo la joven española

-¡Es un excluido no hay duda!-

 

 

Se pararon en seco sintiendo que alguien se acercaba, mientras escuchaban los gritos de sufrimiento de los brujos que estaban ardiendo y un paisaje dantesco. En ese instante apareció un niño de piel blanca, ojos negros y una mirada fría y terrible.

 

-¡Es ese niño!. ¡Ese niño!- gritó Lucas

- ¡No puede ser!- exclamó Jason que se levantó del suelo.

 

 

El niño se puso delante de los cuatro que estaban allí observándole, su mirada era fría y terrible, Lucas enloquecido corrió rápidamente a por el niño que había destruido la Iglesia y que acabó con todos sus compañeros.

 

 

Se lanzó con la estaca dispuesto a clavársela en el corazón pero el niño paró la estaca solo con dos dedos, y puso su mano izquierda en la cara del joven español que comenzó arder y cayó en el suelo tapándosela mientras gritaba de dolor.




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