El bip repetitivo de una máquina lejana despertó a Ariam, cuando abrió los ojos vio a su alrededor todo borroso, cuando su vista se aclaró y se adaptó al lugar, pudo divisar que estaba en una sala de hospital.
Su madre y su padre yacían dormidos a su lado, Ariam quiso llamar su atención, pero no se había dado cuenta de que estaba entubada e inmóvil. Su corazón comenzó a latir rápidamente, estaba asustada, no tenía idea de qué había pasado; entonces recordó a Harry, y que lo había encontrado muerto en el muelle, y después… Nada, no recordaba nada después de haber llamado a emergencias.
Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, recorriendo sus mejillas, se sentía desesperada, deseaba arrancarse el horrible aparato que tenía en la boca, pero no podía.
Los sonidos del monitor alertaron a su madre, que se había despertado con una mezcla de alivio y preocupación.
—¡Ariam!, ¡Hija, despertaste! —exclamó la mujer emocionada—, Ronald, de prisa, llama al médico —le dijo a su esposo, que se estaba desperezando en el sillón. —Tranquila hija, cálmate —le dijo la madre al ver a Ariam desesperada—, has tenido un accidente en el muelle, pero todo está bien.
Ariam recordaba a su amado Harry, muerto en el suelo frío, pero ¿de qué accidente estaba hablando su madre?, ella no recordaba haber tenido ningún accidente. Su padre entró apresurado con el médico.
El hombre tenía por nombre Dr. Green, parecía muy refinado y educado, conocedor de la materia, le sonrió a Ariam de forma amistosa. —¡Qué bueno que haya despertado! —dijo al entrar. Una enfermera lo acompañaba, y mientras él revisaba a Ariam, ella le retiraba el tubo que tenía en la boca. —¿Cómo te sientes? —le preguntó a la chica.
Ariam tosió como acto reflejo de la extracción del tubo, luego saboreó por primera vez en quién sabe cuánto tiempo la saliva de su boca, estaba amarga y pegajosa, el sabor le produjo arcadas. El médico le alcanzó un vaso de agua para que se enjuagara, Ariam la tomó desesperada y luego escupió en el bote de la basura, sentía mucho alivio de librarse de aquel horrible aparato.
—Me siento bien —dijo ella con voz ronca—, ¿qué fue lo que pasó? —preguntó ya más relajada, pero llena de confusión, la cabeza le dolía demasiado, odiaba no poder recordar lo que había pasado.
—Esperábamos que tú nos respondieras esa pregunta —le dice el médico mientras la examina minuciosamente, le palpa los ganglios, ausculta su respiración, observa sus pupilas y su garganta.
—No recuerdo nada, solo a… —ella no quería pronunciar el nombre de Harry, lo pensaba y sentía como una punzada horrible se le clavaba en el corazón, hacía dos años que ella había salido con él y aunque Harry le había roto el corazón, ella sentía que aún lo amaba, y eso era lo que iba a hacer esa noche, confesarle todo lo que sentía por él, decirle que estaba dispuesta a perdonarlo, pero lo que encontró fue algo que nunca se le borraría de la memoria.
—El chico que estaba contigo —hizo una pausa y luego continuó—, lamento informarte que está muerto —le dice el médico con serenidad, los padres de Ariam se tomaban de la mano preocupados, las lágrimas de Ariam comenzaron a brotar de nuevo. —¿Sabes qué le pasó?
—No, cuando llegué, él estaba así.
—Bueno Ariam —dice el médico con naturalidad, tratando de distraer a su paciente—, todo parece estar bien, ahora debes descansar, te tendremos en observación, si no hay cambios; en unos días te daremos el alta.
El médico llamó a parte a sus padres, Ariam quería escuchar lo que hablaban, pero se sentía demasiado agotada como para siquiera hacer el intento.
—La policía quiere hablar con ella, pero como es menor de edad, ustedes deben autorizarlo —le dijo el médico a los padres.
—Todavía no —respondió la madre con autoridad, estaba molesta por la situación. —Apenas acaba de despertar, denle un poco más de tiempo.
—No se preocupen, así les informaré.
Ambos padres se miraron preocupados, temían por su pequeña niña, no deseaban ocasionarle más traumas, pero sabían que ella debía responder esas preguntas.
Ariam se quedó dormida al poco tiempo, después de comer algo muy ligero, todavía no podía recordar nada después de la llamada a emergencias, ni siquiera recordaba haber quedado inconsciente. La chica se movía inquieta en la cama de hospital mientras dormía, de repente una dolorosa punzada en la espalda la hizo despertar, gritando de dolor.
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Editado: 04.05.2019