Vampiro®

Capítulo 4. Chico raro.

Volver al instituto después de una semana es realmente extraño, apenas bajé de la motocicleta que Deaton me había prestado para transporte, sentí la mirada de todos en mi ser.

Miradas curiosas y sorprendidas se podía ver en muchos. Supongo que eso debe de ser normal. Deaton me había mencionado que al ser una criatura sobrenatural y uno de raza muy antigua era normal que llamase la atención sin querer, pero también a de ser por la forma en que estoy vistiendo, ya no llevo los pantalones holgados y camisas de a cuadros. No, claro que no, lo que llevo puesto es un pantalón negro ajustado, calzando unas botas militares y una polera gris con una chaqueta negra de cuero encima. Si, ya no hay nada del Stiles del pasado.

Me abrí paso entre los estudiantes manteniendo una cara neutra, miles de olores golpearon mis fosas nasales, y los murmullos no tardaron en inundar mis oídos. Me acomodé la mochila en mi hombro y seguí caminando, Deaton realmente me a ayudado mucho en controlar mis sentidos.

Al principio Deaton solo estaba poniendo a prueba mi control a la sed de sangre, dejándome oler ese líquido rojo en todo momento al día siguiente en el que llegué a su casa, debo decir que al principio fue difícil, apenas percibía el olor de la sangre, me volvía loco y solo corría hacia ella para beberla, creí que me sabría asqueroso pero la verdad es que es más dulce que un chocolate, al final del día ya podía mantenerme al menos mas controlado y no correr hacia la sangre cuando la olía. Los siguientes días descubrí mas cosas de vampiro, como la velocidad y la fuerza, eso me fue fácil de controlar. Pero lo que también se me complicó en controlar fueron las garras y los colmillos.  Al enojarme esas dos cosas aparecen, pero gracias a Deaton ahora ya lo tengo mas o menos controlado.

Creí que mis garras serían como el de los hombres lobos, mas no es así, los lobos tienen las garras de un tono oscuro y largo. Las mías son completamente blancas y mas largas, demasiado afilados a decir verdad. Mis colmillos también son mas largos que el de los hombres lobos y totalmente puntiagudos. Según Deaton con una sola mordida podría matar a alguien. Creo que en eso él exageró.

Cuando llegué al salón de mi clase correspondiente, entré, los que estaban dentro, apenas sintieron mi presencia callaron su platicar o lo que estaban haciendo solo para posar sus vistas en mi ser. Algo incómodo para mi.

Tratando de mantener mi expresión seria, caminé hasta el ultimo puesto de la última fila, un lugar donde nadie se sienta por lo oscuro que se encuentra esa parte. Descargué mi mochila para dejarla a un lado y sentarme después.

Aun puedo sentir las miradas de todos, me molesta mucho, jamás me a gustado ser el centro de atención. Les lancé una mirada asesina a cada uno de ellos para que dejasen de mirarme. Todos apartaron sus vistas lo mas rápido que pudieron como si temieran que les haga daño.

Segundos después el timbre por fin sonó, el profesor de la primera clase  entró con un maletín en manos. Dejó sus pertenencias en el escritorio y volteó al frente, cuando notó mi presencia una sonrisa amable apareció en sus labios.

- Joven Stilinski, me da gusto que haya vuelto - dijo - supe sobre el accidente que sufrió, si llega a sentirse mal solo avíseme, ¿De acuerdo?.

- Claro, gracias - le respondí, me pregunto que fue lo que realmente le dijo Deaton al director cuando vino a pedir el permiso.

Las horas fueron transcurriendo de forma normal hasta que llegó la hora de descanso, en estas horas no e compartido clases con ningún miembro de la manada, agradezco eso por que estoy seguro que si llegan a molestarme o golpearme yo no me podré contener en devolverles lo mismo.

Metí mis cosas en la mochila para salir del salón. Con pasos pausados voy hacia la cafetería, Deaton me pidió fingir ser lo mas normal posible, para no levantar sospechas de mi nueva naturaleza, con cada paso que daba los estudiantes se fueron apartando de mi camino, me parecía ridículo que hiciesen eso.

Llegando a la cafetería, agarré  una manzana y una botella de agua, no necesito comprar mas, después de todo no me lo voy a comer. Es una de las cosas de vampiro que podría decir que odio, no puedo comer los alimentos que antes me gustaban por que me saben repugnantes, mi único alimento de ahora en adelante será solo la sangre, tampoco puedo dormir, por mas que lo intentaba y cerraba los ojos fracasaba, Deaton me había dicho que debe ser por que en realidad yo ya estoy muerto, no tengo respiración y mi corazón tampoco late. Durante las noches me aburro, por esa misma razón e estado pensando en buscar un trabajo nocturno, como en un bar o en un súper. Solo para perder el tiempo.

Dirigí mis pasos a una mesa apartada de todos, pero mis pasos se vieron interrumpidos por una masa de músculos que chocó contra mi, por suerte no me tiró al suelo, mas bien esa persona fue quien terminó al piso.

- ¿Te encuentras bien? - pregunté bajando la mirada para ver a la persona que se encontraba  tirada.

- ¿Acaso vez que me encuentro bien? - espetó molesto el chico levantando la mirada.

Admiré su rostro, debo decir que es bastante guapo.

- No es mi problema que seas distraído y no te fijes por donde caminas - contradije molesto igual.

Puede que sea guapo pero es un completo idiota.

- ¡¿Que dijiste?! - exclamó y se levantó de un tirón.

- Creo que has escuchado bien, pero de no ser así no pienso repetirlo - le dije con voz seria.

- Como te atreves - se acercó a mi tratando de intimidarme.

Estoy seguro que en unas semanas atrás realmente me habría sentido asustado, por que el chico es mas alto que yo, pero ahora eso es todo lo contrario.

El chico me agarró de los hombros fuertemente y agachó la cabeza para mirarme de forma amenazante.

- Que... ¿Me golpearas? - alcé una ceja tras mi pregunta.

Por un momento el chico me miró incrédulo, tal vez por el hecho de que no esté temblando como él se lo esperaba. Me miró intentando descifrar mi expresión seria y neutra. Negó con la cabeza un par de veces e inspiró aire.




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