Abrí la puerta de la veterinaria sin esfuerzo alguno manteniendo a Evan entre mis brazos. A mi velocidad entré asustando a Deaton que se encontraba sentado en una de las sillas de plástico leyendo un libro. Depositando a Evan en la camilla de metal sin cuidado volteé hacia Deaton.
- Tienes que revisarlo - le dije sin más.
- ¿Que le pasó? - Deaton se levantó apresurada mente y se acercó a la camilla.
- Lo iban a cazar - respondí - le hirieron con una flecha que tenía acónito - señalé su hombro.
- ¿Cazadores? - Inquirió, asentí - pero no está en las reglas cazar a los que no cometen ningún crimen - aseveró.
- Yo que voy a saber de eso - sentencié - solo se que querían cazarlo como un ciervo para la cena.
- ¿Como lo encontraste? - preguntó mientras buscaba entre sus cosas.
- Andaba por el bosque - me senté en una silla de plástico - y lo escuché gemir de dolor a lo lejos.
- ¿Que hiciste con los cazadores? - se volvió a acercar al chico, le rompió la playera para después con un pequeño cuchillo hacerle un corte y meter una extraña mezcla en la herida.
- Los maté - Deaton alzó la mirada incrédulo - Como crees que haría algo así, los dejé inconscientes nada mas - le dije cuando iba a decir algo, seguramente me iba a reprender.
- ¿Vieron tu rostro?.
- No - él solo asintió y prosiguió en curar al chico de ojos verdes.
Cuando quitó la mezcla una sustancia negra salió de la herida de Evan, Vi como poco a poco la herida se fue cerrando después de que todo el líquido negro saliera. La respiración del chico volvió a la normalidad mas no despertaba, supongo que aun no recobraba fuerzas para hacerlo.
- ¿Que hacías en el bosque? - quiso saber Deaton.
- Iba a cazar algún animal por ahí - mencioné sin importancia.
- ¿No te has alimentado aún? - negué con la cabeza, desde ayer en la noche no lo e hecho. - Stiles, sabes que tienes que alimentarte dos veces al día, no puedes ignorar eso, si tu sed te gana puedes...
- Llegar a atacar a alguien, lo sé - rodé los ojos exasperado - pero no a sucedido nada de eso. Y siempre que tengo clases, solo me alimento en las noches.
- Stiles...
- Tranquilo, me alimento bien llenito - le informé para calmarlo.
- Esta bien, solo ten cuidado - me señaló.
- No te preocupes.
El silencio se hizo presente por unos minutos, mientras Deaton seguía revisando al chico, yo me levanté para ir al cuarto donde tiene sus libros de seres sobrenaturales. Agarré uno de pasta café, sin mas me senté en el viejo sillón dispuesto a leer el libro. Pero todo plan y acción se vieron interrumpidos cuando el olor de la manada entera llegó a mis fosas nasales. Por el ruido de los autos, supuso que estaban a cinco minutos de llegar.
Me levanté con el libro en manos y caminé fuera del cuarto.
- Deaton, me voy - solté - la manada está por llegar, y no quiero crear problemas.
- Esta bien - asintió - yo cuidaré al chico.
Pensándolo bien, no creo que eso sea buena idea, por lo que tengo entendido la manada y Evan no están en buenos términos, y estoy seguro que a la primera oportunidad le harán algún daño.
- Lo llevaré conmigo - me acerqué a la camilla de metal, aventé el libro en una de las sillas y tomé en brazos al chico inconsciente - Scott tuvo una discusión con este - señalé con la mirada a Evan - no creo que a Scott le haga gracia encontrarlo aquí.
- De acuerdo, pero ten cuidado, está débil por el veneno, necesita descansar - manifestó.
- Lo mantendré en una pieza, no te preocupes.
Solo terminando de decir eso y con la velocidad a que le estoy tomando cariño salí de la veterinaria, justo cuando la manada iba llegando.
Corrí sin detenerme hasta llegar a la casa en menos de dos minutos, por dios, que soy mas veloz que el mismo viento.
Dejé acostado a Evan en el sofá mas grande de la sala para ir por una bolsa de sangre, desde que olí la sangre del chico, siento una sed incontrolable. De la nevera saqué una bolsa del líquido rojo, a pesar de que en estos días e cazado mi propio alimento, aun así no hace falta sangre en la nevera por precaución.
Me tumbé en el sofá un poco mas pequeño mientras destapaba la vía intravenosa de la bolsa de sangre y me la llevé a los labios para comenzar a beberla. Sentir el líquido bajar por mi garganta mas el sabor, me llenó de satisfacción, no es lo mismo que una sangre tibia y fresca, pero algo es algo.
Seguía bebiendo cuando noté a Evan removerse en el sofá, en un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba frente a él, manteniendo con una de mis manos la bolsa de sangre en mi boca, con la otra le piqué el estomago, solo para verificar si en verdad ya estaba despertando.
- Mmm - se quejó con los ojos cerrados.
- ¿Estas vivo? - musité arqueando una ceja, solo por diversión, pues el latido de su corazón me confirma que está mas vivo que Jesús al tercer día después de su sacrificio.
- Déjame dormir, mamá - espetó dándome la espalda.
- ¡No soy tu mamá, idiota! - manifesté molesto, ¿Que acaso tengo voz de mujer?.
- ¿Que? - el chico cayó del sofá de espalda dándose un buen golpe. Por suerte me aparté a tiempo.
Se quejó adolorido para después mirarme.
-¿Te parezco ser tu mamá? - cuestioné.
- ¿Stiles? - me miró sorprendido - ¿Que haces aquí? ¿Donde estoy? - preguntó mirando el lugar.
- En mi casa - contesté, bien, no es mi casa, pero vivo aquí así que es lo mismo.
- ¿Como llegué aquí? - inquirió levantándose del piso.
- Caminando - dije con ironía rodando los ojos - pues te traje yo.
- ¿Por que?.
- ¿Querías que te dejará tirado en el bosque? - me crucé de brazos con la bolsa de sangre vacía en una de mis manos.
- No... Bueno - se puso nervioso - gracias - dijo al final .
No voy a negar que eso me tomó por sorpresa, mas no mostré eso en mi expresión, solo lo mantuve serio y neutro.
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Editado: 11.03.2020