Seguí mirando con confusión a las chicas, en especial a Tracy, ya que era la que mas parecía estar diciendo algo pero sin mover los labios o emitir siquiera un sonido.
El timbre retumbó por todo el instituto, lo que me distrajo lo suficiente como para que las voces en mi cabeza se calmaran.
Fruncí el ceño, esto es muy raro, la profesora entró segundos después de que un alumno entrara, junto a ella iba, Jackson y Lydia. Los últimos me lanzaron una mirada indecisa. Ladeé la cabeza sin apartar los ojos de ellos, parecen curiosos, solté una risa cuando Lydia terminó chocando su cuerpo con el escritorio. Ella bufó molesta, pero igual siguió caminando hasta uno de los puestos vacíos junto a Jackson.
- Buenos días, espero que tengan muchas ganas de aprender hoy en día - dijo la profesora Jennifer.
Recosté la cabeza en el pupitre cerrando los ojos después y dejando caer mis brazos a los lados. Puedo escuchar su clase de esta manera, aunque la verdad no le estoy prestando tanta atención a lo que dice.
- ¡Stilinski! - la voz molesta de la mujer me hizo levantar levemente la cabeza, a través de los mechones rebeldes que tapaban mis ojos la miré - Preste atención a esta clase, ¿A entendido? - me señaló con la regla de madera con expresión enfadada.
- Lo estoy haciendo - mentí pues la verdad mis pensamientos estaban en otra parte, como por ejemplo que animal será mi cena esta noche.
- ¿Me estás contradiciendo? - cuestionó mas molesta - ¡A dirección ahora! - señala la puerta.
Los chicos de la clase comenzaron a murmurar, me incorporé del pupitre y me puse de pié, agarrando la mochila caminé hacia la puerta ante la atenta mirada de todos en mi cuerpo. A pasos tranquilos caminé por el pasillo, pude escuchar a la profesora salir del salón también. Llegando a la dirección toqué la puerta un par de veces antes que me dieran permiso en entrar, el director Yukimura me miró con sorpresa al verme al mismo tiempo que se levantaba de la silla de cuero, como si venir acá fuera del otro mundo.
Sin saludarlo o dirigirle la palabra, me dejé caer en una de las silla frente al escritorio, poniendo mis pies encima del mueble agarré un lápiz y comencé a jugar con ella en espera de la profesora.
- Stilinski - musitó el padre de Kira.
- Por desgracia - aprecié sin mirarlo.
Un aroma de confusión desprendió del cuerpo del hombre japonés. Carraspeó para seguir hablando.
- ¿Que te trae por aquí? - indagó tomando asiento otra vez.
Posé mis orbes en los suyos, mi fría mirada lo hizo temblar en su lugar, sin dejar de mirarlo por unos segundos lo vi tragar saliva con nerviosismo. Dejé de prestarle atención y volví a mi trabajo de antes, jugar con el lápiz.
Pude escuchar claramente como soltó un suspiro, la puerta fue abierta y de ella ingresó la zorra.
- Profesora Blake, ¿Que pasa? - preguntó el hombre sin levantarse.
- Como verá, el señor...
- Joven, aunque te cueste, no tengo una esposa o hijos para que me digan señor - la interrumpí sin dejar de jugar con el lápiz.
- Como decía, el señor Stilinski no estaba prestando atención a mi clase y se quedó dormido. - declaró la vieja - no voy a permitir una falta de respeto en mi clase de ninguna manera - dijo molesta.
- No estaba dormido, ya se lo dije - giré un poco la cabeza para verla - en realidad yo creo que esto es solo una excusa para que me expulsen del instituto, se perfectamente que usted me odia, la verdad yo debería hacerlo, después de todo usted... - la señalé con el lápiz - Fue quien me robó al novio, si no se siente con suficiente confianza como para que haga un berrinche de estos, no es mi culpa.
La profesora abrió la boca impresionada, supongo que no se esperaba nada de esto, pero no me voy a dejar pisotear o intimidar por ella.
- Pero no te preocupes - seguí - el Hale ya no me interesa, por mi te lo regalo con un moño atado en el cuello para que ya no te sientas insegura - finalicé con una sonrisa de lado cuando la vi con la cara desencajada - pero una cosa si le digo, yo tampoco voy a permitir que me siga mirando con odio en su clase, por que si eso vuelve a suceder, las cosas no terminaran de buena manera, eso se lo aseguro - sin nada mas que agregar a la situación, me levanté para caminar fuera de ahí.
Sin deseos de volver a la clase me dirigí a las gradas, bajo la sombra de un árbol me senté. El sol este día está a una temperatura perfecta, miré todo el lugar, está totalmente vacía, no hay nadie, pero de repente oigo unas pisadas por el bosque.
Hice uso de mi visión, todo se vuelve transparente permitiéndome ver a un chico de cabellos castaños correr rápido como si su vida dependiera de ello, tras él un grupo de cazadores lo perseguía, olfateé al aire, el olor del chico es el de un hombre lobo.
Me colgué la mochila en ambos hombros y sin perder tiempo corrí en su ayuda, en segundos ya estaba derribando a los cazadores, no dejándome ver los dejé inconscientes a todos, trabajo fácil.
El chico que estaba escapando se detuvo al verme, sus ojos no se apartaron de la mía una vez se conectaron.
- ¿Quien eres? - espetó mas no le contesté, mis ojos bajaron a su pecho donde tenía una gran herida y esta la mantenía oprimida con una de sus manos para que no sangrara tanto - ¿Como hiciste eso? Son muchos, es imposible que hayas podido con todos, ni siquiera yo pude defenderme - declaró contrariado.
- Deberías tratar tu herida e irte del pueblo, hay una manada que no le gustaría tener una visita sin aviso - avisé.
- Yo... Lo haré, solo... - sus ojos fueron perdiendo color poco a poco hasta caer desmayado sobre las hojas.
Rodeé los ojos fastidiado.
- ¿Por que siempre me pasa esto a mí? ¿Acaso siempre tengo que cargar inconscientes cada vez que salve a alguien? - solté un bufido viendo el cuerpo tirado del chico desconocido.
Como no podía dejarlo ahí me acerqué e inclinándome lo tomé en brazos para después dejarlo caer en uno de mis hombros como un costal de papas.
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Editado: 11.03.2020