Vampiro®

Capítulo 21. Reencuentros.

Cinco días antes.
 


 

- ¡¿Que mi hermano hizo que?!- exclamó furioso Aiden poniéndose de pie, después de contarles todo lo que pasó después de que ellos fallecieron. 

Todos estábamos sentados en los sofás de la sala, incluidos Evan y Alan, por lo tanto ellos también escucharon toda la historia, e de decir que ambos lobos mantenían las manos empuñadas.

- ¿Como pudieron hacer eso?- esta vez fue el turno de Allison de exclamar, demostrando la molesta que estaba por el tono de su voz - ¿Acaso son estúpidos? Y Lydia , creí que ella era inteligente... No puedo creer que ella también te haya hecho eso - dice con incredulidad.

- Ya no importa - acoté, aunque muy dentro mío no iba dejar pasar las cosas así como así. 

- ¡Claro que importa! - espetó Aiden - esto no se quedará así, mi hermano y todos esos perros idiotas lo lamentaran - refuta.

- Stiles, tu sabes bien que no fuiste el causante de nuestra muerte, así que no te culpes por nada - Allison me mira preocupada.

- Tranquila, jamás me había culpado por eso - mentí, ya que en algunas ocasiones lo hacía, me culpaba por no haberles protegido y salvado, aunque Allison no se dio cuenta de la mentira, Evan a mi lado tomó mi mano izquierda entre las suyas y me miró a los ojos con una ligera sonrisa dibujada en sus labios, tratando de reconfortarme, que dulce de su parte.
 

- Todos se arrepentirán por lo que te hicieron - sentenció Aiden - nosotros nos encargaremos de eso.
 


 

- Apoyo a Aiden - señaló Allison - ellos no merecen mas que nuestro desprecio.
 


 

- Chicos no creo que eso sea necesario - declaré - yo mismo me encargaré de que ellos paguen por lo que me hicieron.
 


 

- Pues nosotros te ayudaremos - manifestó Alan, mientras los demás asentían apoyando las palabras de mi pequeño beta, incluso Evan.
 


 

Solté un suspiro, creo que ellos son tan cabezas duras que no podré hacerles cambiar de opinión por mas que lo intente. Por lo que me resigné a seguir hablando sobre el tema. 
 


 

Después de otros minutos mas donde les explicaba sobre lo que era y como me convertí en vampiro a todos los presentes, pude ir por unas bolsas de sangre para alimentarme y alimentar a mis convertidos, al parecer no se llenaron con toda la sangre de venado que consumieron en el bosque. Mientras que Evan y Alan iban a la cocina para prepararse la cena.
 


 

Dejando a los dos neófitos en la sala, caminé hacia la cocina encontrando a Evan de espaldas, recargué mi hombro en el marco de la puerta para observarlo, parecía estar cortando unas verduras, mientras movía la cadera al ritmo de la música que se reproducía en su móvil sobre la mesa. 
 


 

Sonreí al mismo tiempo que cruzaba mis brazos, al parecer aun no se deba cuenta de mi presencia, pero al menos disfrutaba de la vista, debo decir que tiene un buen trasero, que en el futuro solo será mio. 
 


 

Alan por su parte estaba en el baño de su dormitorio, por lo que escuché momentos antes, se tiró salsa de tomate en la playera. 
 


 

- ¿Me bailarás así en nuestro momento de pasión? - hablé después de un tiempo, por lo que el lobo dio un salto soltando el cuchillo por el susto.
 


 

Con el corazón latiendo a mil, volteó a verme.
 


 

- Tú, ¿Cuanto tiempo llevas ahí? - preguntó con las mejillas sonrojadas. 
 


 

- El suficiente tiempo para saber que eres bueno bailando, ademas de disfrutar de la excitante vista que ofrecías - respondí con una sonrisa ladina.
 


 

Sus mejillas se volvieron mas rojas si eso era posible, lo que me pareció muy lindo, mas si venía de él.
 


 

- Yo... Yo.
 


 

Sin dejar de sonreír, en cuatro grandes zancadas eliminé el espacio que nos separaba para poder rodear su cintura con mis brazos y mirarlo a sus hermosos ojos verdes.
 


 

Desde hace poco que e rebasado su estatura por unos centímetros, al parecer e crecido otro poco. Por lo tanto ahora es él el que tuvo que subir la mirada para poder verme. Sus mejillas rojas y sus ojos tan verdes que el bosque, me volvían loco, Evan era hermoso.
 


 

Lo aplasté mas a mi cuerpo, por lo que sus manos se posaron en mi pecho, su olor me encantaba pero a la vez me descontrolaba, pero es que olía malditamente delicioso. Un olor único que no se podía comparar con el mejor perfume del mundo. Y eso me gustaba, por que solo a mi me pertenecía ese olor.
 


 

Diablos, siento que me había vuelto muy posesivo con él, pero parecía no importarle así que ni me preocupaba por eso.
 


 

- Eres tan precioso - murmuré admirando su rostro, bajando la mirada a sus labios relamí los míos, sin pensarlo mas atrapé sus labios con los míos en una suave caricia, con movimientos lentos lo besé, disfrutando del momento, de sus labios suaves como el pétalo de una rosa. 
 


 

Mantenía los ojos abiertos viendo como él había cerrado los suyos, me gustaba verlo mientras lo besaba, ver que disfrutaba tanto como yo del beso. Al cabo de unos segundos cerré los párpados mientras delineaba con mi lengua sus abultados labios pidiendo permiso para explorar su cavidad. 
 


 

Sus brazos rodearon mi cuello una vez mi lengua dio paso al interior de su boca, algunas veces intentaba ganar el control pero no se lo permitía, me gustaba ser el dominante de esta guerra. No pasó tanto tiempo cuando le comenzó a faltar el aire pero aun así no se separaba del contacto de nuestras bocas y yo tampoco lo hacía, aunque al final el buen momento se terminó cuando Alan apareció otra vez en la cocina dejando salir una exclamación de sorpresa al vernos, la verdad ya lo veía venir, pero no deseaba dejar de besar a Evan.
 




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