Vanidad

Capítulo 6

—Abuela —Natividad no responde, ella pasa una mano por su cabello, mientras busca la caja de fósforo para encender la candela, en esta parte de la casa, no había luz eléctrica, la dependencia de la servidumbre no valía la pena para sus patrones, no gastaban un centavo en la luz, ni siquiera en hacer más habitaciones, aún conservaba el gran galeron donde ubicaban varias camas, donde estaban las mujeres, la única ventaja que podían ponerla bajo llave y que no estaban revueltas con los hombres, en este momento solo cinco camas estaban siendo ocupadas, habían despedido a las otras cinco empleadas. 

—¿Estás bien? —Zoé pregunta una vez la vela ha sido encendida.

—Una pesadilla —Natividad se sienta al filo de la cama, su cabello largo esta suelto sobre su espalda, pero también cubre parte de su rostro, su nieta se ha levantado de la cama y se ha acercado a su abuela.

—¿Quieres un poco de agua? —siente como su abuela toma su brazo.

—Prométeme que te mantendrás lejos de ese hombre.

—¿Qué hombre? 

—Lucio Atienza —Zoé le da la espalda a su abuela.

—¿Qué pasa abuela?

Natividad no responde, ella cierra los ojos, había soñado con su difunto esposo, él le advertía que la promesa que había hecho en su lecho de muerte la iba a romper por su nieta.

El corazón de Natividad latía apresurado, ella no quería volver al pasado, había prometido que cambiaría, que viviría una vida limpia, pero su nieta era su debilidad.

—¡Prometelo! Falta poco para que cumplas dieciocho años, ese tiempo debes estar lejos de él.

—¿Crees que él se fijaría en mí? —Zoé preguntó con tristeza.

—No lo haría, solo jugaría contigo, eres una hermosa mujer, con grandes cualidades, pero eso a él no le importa, tu corazón, sentimientos jamás serán importantes para Lucio Atienza, sólo te tomaría como a un juguete y una vez que se canse te arrojaría a la basura. Somos poca cosa para este tipo de gente, no te ilusiones Zoé, no esperes nada bueno de él. 

Zoé bajo la cabeza, su corazón sangraba por las palabras de su abuela, en su mente las imágenes de él besando sus labios la enloquecían, su corazón se había ilusionado con Lucio.

—No me hagas romper la promesa que le hice a tu abuelo.

—¿Qué promesa abuela?

Natividad suspira.

—Es hora de dormir —Zoé camina hacia la cama, sube en ella y se arropa hasta la barbilla.

—No recuerdo mucho al abuelo.

—Cuando llegaste acá no conviviste mucho con él, tu abuelo fue un buen hombre, cometimos errores en el pasado, pero la muerte de tus padres nos hizo recapacitar y luego tu abuelo murió. Duerme Zoé, debemos estar levantadas muy temprano.

Zoé se acurrucó en la cama, ahorita que habían vacías cinco camas, podía dormir sola, ya que al llegar a la mansión no tenía derecho de ocupar una cama, ya que no era de utilidad para la familia, así que dormia con su abuela, todos estos años ambas mujeres estuvieron en la estrecha cama, así que para Zoé era un lujo el poder dormir sola estos días, cerró los ojos cuando vio que la luz de la candela se apagó.

Sentía curiosidad por saber que promesa había hecho su abuela, pero sabía que no se lo revelarian.

*****

—¿Qué pretendes? —Eloisa se cruza de brazos, mientras su hija toma el bolso de mano a juego con su vestido.

—Visitar a mi prometido.

—Jamás te has molestado en ir a la casa de los Atienza —gira su rostro hacia la nana de Trina —¿Te deshiciste realmente de ese bastardo?

La nana asiente.

—¿Qué es lo que quieres Trina? ¿Revolcarte con Lucio sin casarte?

Trina levanta el mentón.

—Estoy asegurando mi noviazgo, he sido descuidada con Lucio, después de todo, él será mi esposo.

Eloisa se acerca a su hija, sujeta fuertemente su quijada.

—Te advierto que si no mantienes tu ropa interior arriba, te enviaré a un convento, jamás imagine que te volverías en una perdida —la suelta con brusquedad —No estoy jugando Trina.

—Voy con la nana —sus ojos brillaban por la furia contenida, jamás su madre la había tratado mal como en este momento.

La nana le había dado el remedio, había pasado días malos y dolorosos, sintió que moriria, pero todo eso había quedado en el pasado, no era loca ni perdida como señalaba su madre, simplemente se había enamorado del hombre equivocado. Había aprendido la lección, su nana le daba un remedio para no quedar embarazada, por supuesto que pensaba avanzar en su noviazgo con Lucio, y no por amor, simplemente había despertado su sexualidad, le había gustado y había decidido que iba a vivirla y para no correr más riesgos, era mejor que la viviera con su novio, así si el remedio no funcionaba solo adelantaba la boda con Lucio.

Camino hacia la salida con su espalda erguida y su cabeza en alto, no le mostraría a su mamá que le había dolido.

*****

—Desea que tú le lleves el té —Boyd Peck le dio la bandeja de plata a Zoé.

Zoé muerde su labio inferior.

—¡Sólo llévala y vuelve rápidamente aquí! —Natividad estaba nerviosa y molesta ¿para que quería a Zoé?

Zoé sale de la cocina con la bandeja de plata, con la elegante tetera, iba nerviosa de botar la bandeja con toda la cristalería cara, estaba segura que aunque trabajara para los Atienza jamás podría pagarla.

Soltó el aliento al detenerse frente a la pesada puerta con lo que llevaba intacto, dio un golpecito en la puerta, la abrió cuando escuchó que pasará, Lucio estaba frente a la ventana, se giro al verla y dibujo una media sonrisa que desarmó a Zoe.

—Cierra y pon la bandeja —señala la mesa en una esquina.

—Si desea le serviré el té.

—No, ven aquí —Zoé se incorpora y lo mira extrañada, ella debía irse, su abuela le había ordenado que dejara la bandeja y regresará a lo inmediato —¡Apúrate!

Ella entrelazo sus manos, se acercó despacio hacia él, Lucio rápidamente movió sus manos hacia la fila de botones de la blusa de Zoé, ella dio un paso hacia atrás, pero él sujeta su brazo.




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