—¡Busquen al traidor de Lord Barnfield! —exclamó con ira Jack, mientras se desquitó con un impertinente marino— ¡Y me los traen a todos vivos!
Bajó la plataforma, en donde la guardia real intentaba, en vano, controlar la emboscada que se sumó a los pocos tripulantes de Jones.
Sujetos que Jack ignoró, interesado en solo obtener lo que por años buscó con desesperación.
No se trataba solo del valor emocional del objeto, sino en el poder del mismo. Así como su difunto hermano lo uso a su antojo, para vengar la traición que sufrió los Writong y dejó a Marian desamparada al cuidado de ellos; él también quería revivir los momentos que compartió con Marian.
Pues, la maldición, si bien afectaba a todos los familiares del portador, solo este último imponía el tiempo y el momento del inicio del ciclo.
«Querido Jackie, ni aunque me mates, u obtengas el medallón, vas a satisfacer tus expectativas», dijo su hermano, arrodillado enfrente de él, y sin temor a la espada que posó en su cuello. «Sin la brújula, la maldición tiene el control de todo».
«Se dice que si matas al origen del mal, todo va a volver a su normalidad», casi escupió de rabia, cuando Jones se rio, sin gracia. «En ese caso, no es mi cabeza la que debe rodar, hermano. Porque fue tu inseguridad, lo que nos arrastró a la desgracia de perder lo más valioso que teníamos».
Fueron las últimas palabras de Jones, que conservó la sonrisa, incluso al ser decapitado, por el mismo que temblaba de impotencia, y esperaba que todo acabara al ejecutar al último portador del medallón.
—¡No tenemos escapatoria, Anthony!
Gritaba desesperanzada Gloria, temerosa por la salud de su esposo e hijo, el cual permanecía inconsciente entre los brazos rígidos de su padre.
—En ese caso, tenemos que crear una salida —jadeo cansado, pero determinado a cumplir con su palabra—. Al menos, para nuestro hijo.
Aunque, en lo profundo de sí, deseo hacerlo también para ella. Sin embargo, se sintió incapaz de decírselo, al comprender que Gloria jamás aceptaría su sacrificio.
—Vamos, que Jack ya sabe todo. ¡Es imposible que podamos salvarlo!
—¿Pretendes que nos dejemos alcanzar, entonces?
Apenas la miró por sobre el hombro, en donde los dos fueron conscientes del miedo del otro. Y, aun así, no se atrevieron a ponerlo en palabras.
—No… Pero no pienso dejar que nos vuelvan a separar.
Decidió decir ella, que interpretó la tensión de la espalda de su esposo, por lo que reafirmó su determinación, al aferrarse con más fuerza a él.
—No nos va a quedar de otra. —confesó—. Hacer que otros nos roben el medallón, queda más que descartado.
—Jack, de hecho, nos va a matar, antes de recuperar el maldito objeto.
Tuvo que reconocer Gloria, en lo que el galope del percherón, se volvió un trote ligero, y que ayudó a observar el pequeño bosque en donde Anthony los llevó.
—Y con más razón, si tiene la creencia de que al matar a Robín, es capaz de revertir el pasado.
Opinó él, al detener al caballo y de ese modo, permitir que su esposa sea la primera en bajar, en donde había una casilla abandonada, con la insignia de la familia Barnfield.
—¿No te parece un sitio demasiado obvio para refugiarnos?
Consultó, en lo que aceptó ayudarlo a bajar al alto adolescente en que se convirtió su hijo, pero, de lo delgado que estaba, casi no causó ningún malestar, más que un pequeño gemido de dolor por parte de Anthony.
—Encontré este lugar, entre las pertenencias del viejo Lord —dijo, tras recomponerse—. Al parecer, no era más santo que nosotros. Así que dudo mucho, que Jack tenga noción de este escondite.
—Pero sus hombres nos pueden rastrear.
Lo miro con recelo, pues Anthony aún se mantenía sobre el lomo del caballo, un poco inseguro, en lo que observó a su afligida esposa, sosteniendo a su débil hijo.
—No, si soy más astuto que ellos…
—No lo hagas…
—Lo siento, querida, pero soy muy malo para hacer lo correcto.
Apenas se inclinó hacia ella, para besar sus trémulos labios, y de un solo tirón, quedarse con el medallón de Robín, en lo que obligó a su caballo volver por el camino y concretar su plan, antes de arrepentirse de abandonar lo que más amaba.