—No sé si pueda acostumbrarme.
—Las condiciones serán las mismas, Nessa. —habló Phillipe. La idea de ser su novia falsa no terminaba de convencerme del todo. —Solo tenemos que fingir unos meses y luego serás libre. No planeo entrometerme demasiado en tu vida personal, pero por el momento es mejor llevar las cosas de este modo.
—Sí, pero eso significa que estaré en la mira de todos, ¿y si preguntan cómo nos conocimos?
—Dices que algún club privado.
—Lo haces sonar tan sencillo. —rodé los ojos.
La sola idea de ser novia de un príncipe parecía irreal, sobre todo tratándose de Phillipe. Si bien, la forma peculiar de curarlo había instituido en nosotros un nivel de confianza un tanto más profundo, sabía que los sentimientos románticos de él hacia mí eran casi nulos. No le desagradaba que lo besara para curarlo, pero tampoco era lo ideal para él.
—Sólo piénsalo. —me dijo. —No tienes que hacerlo si no quieres, pero de hacerlo, tendríamos un escándalo mediático menos en la familia.
Asentí sobre mi sitio y caminé en dirección a mi habitación, inmersa en mis pensamientos.
Los medios de comunicación se habían en cargado de extraer detalles de mi vida que nunca pensé que serían fáciles de encontrar; el tema de mi adopción, mis amigos del hospital y hasta mis notas universitarias. ¿Quién era Nessa Cassell? Se preguntaba la mayoría.
Suspiré, dispuesta a dejar de lado las noticias sobre mi vida, aunque el título de un artículo en internet llamó mi atención.
“Princesa Genevive de Inglaterra sorprendida por el nuevo romance del príncipe Phillipe”
“Fuentes cercanas a la princesa indicaron que el escandalo del príncipe Phiillipe habría afectado a la joven, sobre todo después del largo pasado que los envuelve a ambos.
Ambos jóvenes habían sido una pareja sólida hasta hacía un año, cuando se dice que el príncipe Phillipe sin motivo alguno rompió con ella(…)”
Dejé de leer el artículo en cuanto mi mente hizo memoria de la historia de ambos. Salían en los periódicos cuando eran pareja, desde eventos formales hasta salidas a los teatros y juegos deportivos. ¿Sabría ella de las visiones de Phillipe?
…
Aquella noche la cena fue sencilla. Ni Phillipe y yo teníamos los ánimos suficientes para cocinar algo demasiado elaborado.
—¿Pensaste en lo de mi propuesta? —me preguntó, posando su mirada en mi pensativo rostro.
Asentí.
—¿No crees que formalizar traería mayores escándalos que la noticia del supermercado?
Phillipe pareció meditar en su respuesta.
—Un poco, sí, pero prefiero que piensen de ti que eres más que una chica de un momento.
Una leve carcajada se escapó de mi boca. Mi mente rondaba por la imagen de la rubia princesa inglesa que una vez le había robado el corazón a Phillipe.
—No soy como las novias que has tenido antes. —hablé, dándole un sorbo a mi bebida. Phillipe parecía entender el rumbo que estaba tomando la conversación.
—Eso es tema del pasado, no tiene sentido para mí pensar en eso.
—¿Ya no sientes nada por ella?
Un silencio incómodo llenó la habitación, solo interrumpido por el suave tintineo de los cubiertos. Sus ojos, que hasta ese momento no se habían separado de los míos, bajaron por un momento, y supe que la respuesta no sería sencilla.
—¿Importa eso? —dijo después de unos segundos. —Lo nuestro no tenía futuro. No quería condenarla a pasar por todo esto.
Asentí, intentando procesar sus palabras; por alguna razón escucharlo decir eso había sido doloroso, pero me esforcé por no hacer que se notara.
—Sabes que a ella le dolerá verte con alguien más. —hablé, volviéndolo a mirar a los ojos.
—Lo sé, pero creo que eso le ayudará a soltar lo nuestro.
—¿Ustedes hablan con frecuencia?
Phillipe me dedicó una mirada de curiosidad, como si mi constante cuestionario le pareciera raro.
—Suele enviarme uno que otro mensaje, pero nada comprometedor. —confesó. —A veces me siento tentado a corresponderle, pero luego me digo a mi mismo que eso está mal.
Tragué saliva meditando en sus palabras; hacer sacrificios por alguien a quien amas, aun cuando ello implicara tu propia felicidad era algo difícil de hacer. Era un reto de valientes.
—Muchas gracias por la cena, Nessa. —habló después de un rato, levantándose de la mesa. Su rostro emanaba una sonrisa inocente que era agradable de contemplar. —La cena de mañana me toca a mí.
Le devolví la misma sonrisa, aunque un tanto forzada, mientras me disponía a lavar los trastes sucios. ¿Yo quería a Philllipe? ¿Qué tal dispuesta estaba a sacrificar este año por él?
La idea de ser su novia falsa era tentadora por los beneficios que acarreaban, pero en el fondo de mi corazón me sentía asustada por los riesgos que aquello implicaba.