Phillipe.
Mi mente era un caos total; tenía la carga de ser un príncipe encima y de entrenar a mi hermano para ser el futuro rey, además, a pesar de sentirme notablemente mejor en términos de salud, estaba consciente de que el inevitable final de mi historia estaba acechando en algún punto del horizonte. Esta realidad no era ajena para mí; de hecho, casi me había acostumbrado a la idea de mi destino predecible.
Sin embargo, una reciente visión había sacudido los cimientos de mi percepción del futuro por completo. La visión que había tenido en el supermercado había impactado mi ser, arrinconándome de una forma en la que no sabía que hacer. Yo Phillipe Dawson, por primera vez en mi vida, no sabía que camino elegir.
Desde ese momento, cada día que pasaba, mi corazón latía con más fuerza en presencia de Nessa, y cada gesto amable suyo se convertía en una prueba más de mi inevitable destino. Me preguntaba si algún día tendría el valor de confesarle la verdad, de enfrentar las consecuencias de mis acciones y de revelarle lo que había visto en aquella visión, sin embargo, mi actitud de cobardía no me dejaba hacerlo.
Nessa creía que nuestro noviazgo se trataba solo de una simple actuación, yo sabía que había algo más profundo en juego. Sabía que, tarde o temprano, mis sentimientos traspasarían los límites de la falsedad y se convertirían en algo real. Y me sentía como un traidor por ocultarle la verdad, por permitir que continúe en la oscuridad mientras yo me debatía en un mar de emociones contradictorias.
Mi visión me había revelado un futuro que no había previsto antes: Nessa y yo juntos, viviendo felices por mucho tiempo.
No solo me sentía un traidor por no poder decirle lo que había visto, sino porque dentro mío sabía que aún seguía amando a Genevive, o al menos eso sentí cuando la volví a ver esta noche.
La ceremonia de la Estrella del Árbol transcurrió según lo previsto. Desde mi posición, vi a Finnegan entregar el valioso objeto que brillaría en la cima del árbol, mientras las cámaras lo grababan todo para transmitirlo a la nación entera. Mantuve mi compostura imperturbable, pero por dentro, la presencia de Genevive me hizo sentir una mezcla de nostalgia y confusión.
Genevive, con su cabello rubio y ojos verdes, y facciones suaves que recordaban una historia pasada, estaba presente en el evento. Aunque el tiempo había pasado desde que estuvimos juntos, su presencia aún despertaba emociones encontradas en mí.
Afortunadamente, la suave mano de Nessa entrelazada con la mía me brindaba un consuelo reconfortante en medio de la tensión del momento.
—Lo estás logrando, Nessa — susurré, buscando calmarla, mientras vigilaba disimuladamente a Genevive. Pero por dentro, mi corazón latía con fuerza, dividido entre el deseo de estar con Nessa y la incertidumbre que aún sentía hacia Genevive.
Mas tarde, mientras dejé que a Nessa acompañada de Cynthia me acerqué a Finn para felicitarlo por como había actuado aquella noche. Una parte de mí sentía celos de él, pero otra parte sentía orgullo; no estaba planeado que él fuera el rey, pero nadie podía controlar el destino, solo nos tocaba aceptar lo que era para nosotros.
—Lo siento si he sido duro contigo por el tema de ser rey. —le dije, mientras caminábamos por el jardín del palacio. Eran casi la una de la madrugada, sin embargo, no tenía ni una pizca de sueño encima.
—Esa chica hace milagros, o eso me parece. —bromeó Finn. Rodé los ojos con su comentario, aunque me había parecido curioso.
—El amor lo puede todo. —bromeé con ironía, ganándome una carcajada de mi hermano.
—¿Phill, puedo preguntarte algo? —me interrumpe Finnegan, su tono cargado de una seriedad repentina llamó mi atención
—Claro.
Finnegan me mira directamente a los ojos, como si estuviera escudriñando mi alma. Es una habilidad que ha perfeccionado a lo largo de los años, y a veces me hace sentir incómodo.
—¿Amas a Nessa? —inquirió, directo al punto.
—¿Amarla? —respondí algo nervioso. —Recién llevamos dos semanas de novios ¿qué te hace pensar eso?
Sentía un nudo en la garganta. ¿Cómo podía responderle a mi hermano cuando ni siquiera estaba seguro de mis propios sentimientos? Pero no podía decirle la verdad, no podía admitir que nuestra relación era solo una farsa.
—No lo sé. —respondió Finn. —creo que el hecho de que sea tu enfermera y luego tu novia, aunque resulta raro era de esperarse; pasar mucho tiempo con alguien trae sus consecuencias.—respondió mi hermano, con una seriedad que me dejó sin aliento.—Sólo te digo que ésta vez si seas responsable con esa chica, porque con Gen lo hiciste todo mal, y no lo digo sólo porque es mi mejor amiga, sino porque soy alguien con sentido común.
—Finn, no empecemos de nuevo con ese tema. —lo corté, en cuando supe el rumbo que tomaría la charla. —Iré a buscar a Nessa.—agregué, dejando la conversación en un punto en el que podía llamársele inconclusa, pero la verdad era que yo deseaba que se quedara así. Nuestra ruptura no había sido dolorosa sólo para Genevive, sino también para mí. Durante ese año que habíamos estado separados, ella se había dedicado contradictoriamente a odiarme y buscarme a la vez, desconociendo que mi diagnóstico era la muerte segura, albergando alguna esperanza de volvernos a amar, en cambio yo, cargaba en mi consciencia con aquel peso del futuro y corazón igual de roto, pero que a diferencia del de ella, no guardaba ni una pizca de esperanza, porque la esperanza para mí ya no existía. Yo me iba a morir, y no quería arrastrarla a mi sufrimiento.