¿vas a volver?

Capítulo 9: MAMA...

La noche había caído y el hospital se sentía más tranquilo ahora que el bebé dormía y Brittany también. Mi mamá y yo nos despedimos en silencio, prometiendo volver temprano al día siguiente. Salimos del hospital sin apuro, con una brisa fresca acariciándonos la cara.

Ya en el auto, mamá miró su celular y sonrió levemente.

-Era tu papá -me dijo mientras encendía el motor-. Llamó para felicitar por el bebé. Tiene guardia esta noche, así que no va a venir.

-¿Otra vez? -pregunté, aunque ya no me sorprendía.

-Sí... pero bueno, nosotras también podemos tener una noche especial, ¿no crees?

La miré, levantando una ceja con sospecha.

-¿Qué estás pensando?

-Hamburguesas. Gigantes. Con queso derretido, papas crocantes y una bebida que engorde solo de mirarla.

No pude evitar reír.

-¿Tú comiendo eso?

-Hoy sí. Hoy somos dos niñas que salieron a celebrar. ¿Vamos?

-Vamos.

Terminamos en un local pequeño, con luces tenues y música suave de fondo. Nos sentamos en una esquina, riéndonos de cosas tontas, como si por un momento el mundo estuviera en pausa. Mamá le tomó una foto a su hamburguesa, diciendo que era "por si después se arrepentía", y yo le conté que Naim le había dado like a mi publicación.

-¿Eso es bueno? -preguntó mientras se limpiaba los labios con una servilleta.

-No sé...

Ella me miró con cariño y me dijo algo que no voy a olvidar:

-A veces no necesitamos una respuesta. Solo una señal de que no estamos solas.

Y por primera vez en muchos días, me sentí acompañada. No por un chico, ni por redes, ni por mensajes. Por ella. Por mi mamá.

Mientras mamá hablaba de las locuras que hacían ella y mi tía cuando eran adolescentes, yo me reía con la boca llena. Sentía que por fin estaba soltando un poco el peso de los últimos días. En ese momento, algo me hizo mirar hacia la puerta del local. Un impulso. O tal vez fue casualidad.

Y ahí estaba.

Naim.

De pie, con una bolsa de comida en una mano y su celular en la otra. Solo. Pero no fue eso lo que me dejó helada, fue que en cuanto lo miré... él también lo hizo. Como si supiera. Como si algo invisible lo hubiera girado hacia mí.

Nuestros ojos se encontraron por un segundo largo, raro, profundo.

Él no sonrió al principio. Me miró serio, como si estuviera leyendo algo en mi cara. Pero después, una sonrisa leve, casi tímida, le curvó los labios. Caminó hacia nuestra mesa, tranquilo, como si no pasara nada.

-Buenas noches -dijo con voz clara.

Mi mamá levantó la mirada, cortando una papa a la mitad con los dientes.

-Buenas noches -respondió, amable pero curiosa.

Naim miró a mi mamá por un momento, luego a mí.

-Sofía -dijo, bajando un poco la voz, como si el nombre cargara algo más-. No pensé encontrarte aquí.

-Y yo menos -respondí, sintiéndome como si me hubieran pillado en algo.

Mi mamá se limpió las manos con una servilleta y se incorporó en la silla con ese gesto que anunciaba: voy a investigar.

-¿Y tú eres...? -preguntó, aunque estoy segura de que sabía perfectamente quién era.

-Naim -dijo él, extendiéndole la mano con cortesía-. Un amigo de Sofía.

Ella lo miró de arriba abajo. Lento. Analítico. Como si estuviera midiendo la temperatura exacta de su alma.

-Ahhh, Naim -dijo con una sonrisa de esas que parecen tiernas pero esconden dinamita-. El de la plaza. El de la cena cancelada. El de los mensajes que hacen sonreír a mi hija a las 2 a.m.

Yo me atraganté con la soda.

-¡Mamá!

Naim sonrió nervioso, pero no se achicó.

-Ese mismo -dijo con una inclinación leve de cabeza-. Aunque todavía le debo esa cena.

Mi mamá le hizo un gesto hacia la silla vacía frente a nosotros.

-¿Ya comiste?

-Iba a hacerlo en casa, pero... -miró la bolsa- esto se enfría rápido. Tal vez sea más divertido aquí.

-Pues siéntate, muchacho. Así me cuentas qué intenciones tienes con mi hija.

-¡MAMÁ!

Ella se rió con la boca llena de papas.

-¿Qué? ¿Una no puede preguntar?

Naim se sentó, serio al principio, pero con una chispa en la mirada.

-Ninguna... peligrosa -dijo con un guiño hacia mí-. Solo me gusta pasar tiempo con ella.

Y ahí estaba. Mi corazón en la garganta. Mi mamá sonriendo como si tuviera el control de todo el universo. Y yo... sin saber si quería desaparecer o quedarme ahí para siempre.

Hablamos un rato más, entre bromas y preguntas raras de mamá, como si Naim estuviera en una entrevista de trabajo para el puesto de "interés romántico".

Mi celular vibró.

Notificación de Instagram.

Abrí la app y me detuve en seco. Casi dejo caer el teléfono sobre la mesa.

@catriel_gz había subido una historia con mi foto. La misma que yo había subido del hospital, sosteniendo al bebé, con una sonrisa suave y la mirada llena de ternura.

Pero ahora la imagen tenía un nuevo texto encima:

"Nuevo integrante en la familia de mi chica 👶💙"

Y una música romántica de fondo.

La publicación ya tenía cientos de visualizaciones y reacciones. Gente comentando:

> "¡Felicidades a los dos! 🍼"
"Sofi mamá, OMG"
"Qué bendición, los bebés unen más a las parejas ❤️"

Mi estómago se revolvió. Naim también la vio. Lo supe por cómo frunció el ceño mientras miraba su pantalla.

-¿Otra vez ese tipo? -preguntó bajito, ya más serio.

Mi mamá se detuvo a medio bocado.

-¿Qué pasa?

-Nada grave -dije, aunque sabía que era mentira-. Solo que algunos fantasmas no saben irse en paz.

Naim levantó la mirada hacia mí.

-¿Quieres que hablemos afuera un minuto?

Mi mamá nos miró. Entre el cuidado y la confianza. Y al final, asintió.

-Cinco minutos -dijo, tomando un sorbo de soda como si fuera vino tinto.

Nos levantamos y salimos del restaurante...

El aire de la noche estaba fresco, y por un momento agradecí que no hiciera calor. Caminamos hasta la acera en silencio. Naim llevaba las manos en los bolsillos, y aunque no hablaba, sentía cómo su mente iba a mil.



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En el texto hay: romance, romance y desamor, amor dolor

Editado: 15.07.2025

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