¿vas a volver?

Capitulo 15: Las reglas de papá

El atardecer había dejado una brisa suave que acompañó todo el camino de regreso. Íbamos en silencio, pero de esos silencios que arropan, que calman, que dicen más que las palabras.

Cuando el carro se detuvo frente a mi casa, ya era de noche. Naim se volteó hacia mí, y su voz fue baja, como si no quisiera romper la calma.

—Gracias por dejarme estar contigo hoy.

—Gracias a ti por saber cuándo hacerlo —dije con una sonrisa débil, pero sincera.

Iba a decir algo más, pero la puerta de casa se abrió con un portazo.

Mi papá salió como si el mundo estuviera en llamas.

—¡Sofía Valentina!

Me congelé. Naim también.

—Papá...

—¿Dónde demonios estabas? —rugió, caminando directo hacia el auto—. ¿Y tú quién te crees?

Naim bajó enseguida, con las manos visibles, tranquilo pero firme.

—Señor, puedo explicarle...

—Escucha, jovencito —lo interrumpió mi papá con la voz ronca—. Será mejor que te largues de aquí. Esto es asunto de familia.

—Solo quiero asegurarme de que Sofía esté bien...

—¡Creo que ya hablé! —lo cortó, furioso—. ¡Lárgate antes de que pierda la paciencia!

Naim me miró. Sus ojos me preguntaban si debía quedarse, si debía decir más. Pero yo solo asentí, con tristeza.

—Está bien... vete —susurré—. Yo me encargo.

—¿Segura?

—Sí...

Él dudó un segundo. Pero al final, se subió al auto, me lanzó una última mirada y se fue.

Apenas su carro desapareció por la calle, mi padre me tomó del brazo con fuerza.

—Adentro. Ahora mismo.

Entramos. Cerró la puerta con fuerza y estalló.

—¿¡Se puede saber en qué cabeza te cabe irte así!? ¡Desaparecer por horas, sin un mensaje, sin una llamada!

—Papá, yo solo necesitaba salir. Respirar...

—¿¡RESPIRAR!? —gritó, echando las manos al aire—. ¡Y encima apareces con un tipo en la puerta de la casa como si esto fuera un desfile de novios!

—¡No fue así! ¡Él solo quería ayudarme a despejarme!

—¿Y te parece que eso es normal? ¿Que es responsable? ¿¡Eres una niña, Sofía!

—¡Tengo derecho a salir, a sentirme mal, a buscar apoyo! ¡Tú ni siquiera sabías cómo me sentía!

—¡Porque no me lo dijiste! —bufó—. ¡Pero claro, mejor irte con un muchacho que apenas conoces, antes de confiar en tu familia!

—¡Lo conozco, papá! ¡Mucho más de lo que conocí a Catriel, y tú sí lo dejabas pasar como Pedro por su casa!

—¡Pues ahora te lo digo claro: ese Naim no vuelve a pisar esta casa! ¿¡Me oíste!?

Me quedé callada. No porque estuviera de acuerdo. Sino porque no tenía fuerzas. Solo asentí con los ojos llenos de lágrimas.

—Sube a tu cuarto. Y más te vale que no vuelva a repetirse.

Subí con las piernas temblorosas, mordiéndome los labios para no llorar hasta llegar a mi cuarto.

Cuando cerré la puerta, me dejé caer al suelo. Como si mi cuerpo ya no pudiera sostener el peso de tanto.

Y ahí, con los ojos cerrados, mi celular vibró.

Lo miré. Un mensaje.

📩 Naim: ¿Estás bien? No pude quedarme tranquilo. Si necesitas hablar, solo dime dónde y cuándo. Yo estoy.

Aún abrazaba el celular cuando empezó a sonar.
Magalis.

Me limpié la cara con la manga y deslicé para contestar.

—¿Hola...? —dije con voz quebrada.

—¡Sofía! ¡Por fin! ¡Estaba a punto de llamar a tu casa, a emergencias y a la embajada! ¿Estás bien? ¿¡Qué está pasando!?

Tragué saliva.

—No sé, Magis... estoy... tratando.

—¡Vi los videos! ¡El beso! ¡Catriel llorando como si lo hubiera atropellado un camión emocional! ¿¡Quién es el chico del video!? ¿¡Y por qué nunca me contaste que había un nuevo galán!?

Respiré hondo. Era ahora o nunca.

—Se llama Naim.

—¿Naim? ¿Desde cuándo existe un "Naim"? ¿Dónde lo tenías escondido? ¿Por qué no me contaste nada?

—Porque no sabía ni cómo explicarlo, Magalis. Todo pasó tan... rápido.

—Empieza por el principio. Ya. No me importa si tengo que escuchar diez capítulos de tu novela personal, necesito los detalles. ¡No me dejes como las redes, llena de dudas y en drama!

Tragué saliva y comencé a hablar.

Le conté cómo lo conocí. Cómo empezamos a hablar. Las miradas, los momentos tranquilos, las conversaciones que se sentían diferentes. Cómo me hizo reír justo cuando pensé que no podía hacerlo más. Cómo... me hizo sentir.

—No es como Catriel, Magis. Él... no espera que yo le pertenezca. Me escucha. Me cuida. Es diferente.

Hubo un silencio breve al otro lado de la línea. Luego, la voz de Magalis bajó.

—Sofi... ¿te gusta de verdad, verdad?

—Sí. Mucho.

—Entonces... que el mundo se prenda fuego. Estoy contigo. Y ese tal Naim, por ahora, tiene mi bendición a ciegas. Aunque cuando lo vea en persona, prepárate, le haré el interrogatorio más intenso que haya visto un chico en su vida.

Me reí, entre lágrimas.

—Gracias, Magis. En serio.

—No he terminado. Voy a decirle a mis papás que necesito viajar. ¡Que tú me necesitas! ¡Les dramatizo una crisis emocional si hace falta!

—¿Vas a venir?

—¡Sofía! ¡Por supuesto! ¡Voy a implorar de rodillas si es necesario! ¡Haré caritas de gato triste y todo!

Solté otra risa entre sollozos.

—Tranquila, Magis... estoy... bien. O eso intento.

—No estás sola, ¿sí? Si todo el mundo quiere convertir esto en una novela, entonces que sepan que tú tienes un fandom fiel, empezando por mí.

—Te amo, ¿lo sabías?

—Y yo a ti, baby cancelada por besar con sentimiento.

Nos reímos juntas. Lloramos un poco más. Y después colgamos.

Miré el techo de mi cuarto, sabiendo que todavía faltaban más días difíciles... pero con el corazón un poquito más fuerte.

Porque sí, todo era un caos.

Pero tenía a Magalis.



#5739 en Novela romántica
#2358 en Otros
#571 en Humor

En el texto hay: romance, romance y desamor, amor dolor

Editado: 15.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.