¿vas a volver?

Capitulo 46: Jaque Mate.

Cinco días después, el hospital ya no olía tan extraño. Tal vez era que nos habíamos acostumbrado, o que la idea de que Lucas estaba vivo hacía que todo se sintiera menos gris.

Naim y yo caminábamos por el pasillo con una bolsita de papel en la mano, de esas marrones con asas ruidosas. Dentro llevábamos empanaditas, galletas caseras, un termo con jugo natural —obra de mi mamá— y un par de caramelos que Naim juró que eran medicinales.

—No te comas los de menta, son míos —le advertí mientras caminábamos—. Magalis los ama.

—No prometo nada —sonrió, dándole un golpecito a la bolsa como si eso activara su función secreta de dulces.

La puerta de la habitación de Lucas estaba medio abierta. Iba a tocar, por pura costumbre, pero algo me hizo detenerme.

El tablero de ajedrez estaba en el suelo, con las piezas regadas por todas partes. Y en la camilla, Lucas y Magalis se besaban con esa sonrisa tonta que aparece solo cuando uno se olvida del mundo.

—Eres un tramposo —susurró Magalis encima de sus labios, con una voz entre risa y amenaza.

—Tú me distraes —contestó él, mirándola como si ella fuera su medicina entera.

Tosí suavemente, solo para anunciarme.

—¿Interrumpimos una jugada maestra o un movimiento estratégico de lengua? —dije, apoyándome en el marco de la puerta.

Magalis se giró sin apuro y sonrió.

—Llegaron justo a tiempo. Estábamos por declarar tablas.

—¿Tablas? —preguntó Naim—. Desde aquí parecía jaque mate.

Lucas levantó las manos como si se rindiera, pero su cara decía lo contrario.

—Trajimos jugo natural, directo del laboratorio de mi mamá —anuncié, alzando la bolsita—. Y comida decente, por si se cansaron de gelatina de hospital.

—Eres una santa —suspiró Magalis.

Dejó un beso corto en la nariz de Lucas antes de bajarse con gracia de la camilla.

—Sofi, ¿me acompañas a buscar vasos y café? Hay que amortiguar lo dulce con cafeína —dijo, tomando la iniciativa.

—Yo voy —intervino Naim enseguida, con ese tono protector suyo.

—Tranquilo, el hospital está lleno de gente —le respondí con una sonrisa—. Además, tú y Lucas tienen que practicar jugadas legales en el ajedrez.

Lucas abrió la boca, como si fuera a decir algo, pero Magalis se inclinó y le dio un beso en la punta de la nariz, dejándolo desarmado.

—Te portas bien —le dijo, y luego me tomó del brazo para salir.

Policías por todos lados. Uniformes, chalecos, radios. Algunos en la puerta, otros en el pasillo. Era una imagen que ya se nos había hecho familiar, pero no dejaba de recordarnos por qué estábamos ahí.

Caminamos hasta la cafetería. La fila era larga, como siempre. Había olor a pan viejo y café quemado, pero igual sabíamos que íbamos a comprarlo. Nos ubicamos al final de la fila, y por un momento, solo respiramos.

—¿Cómo lo estás llevando? —le pregunté, rompiendo el silencio mientras miraba la cartelera pegada en la pared—. Cinco días encerrado... Lucas no debe estar fácil.

—Se desespera —respondió Magalis, mirando al frente—. Hace chistes cada dos minutos, me reta al ajedrez, finge que se duerme para que yo me preocupe... pero está mejor. Y yo también, supongo. Aunque todavía me cuesta dormir.

Asentí.

—Lo entiendo. Yo no puedo caminar por la casa sin mirar por la ventana cada cinco minutos. Pero al menos ya estamos en un lugar seguro.

—Sí... y con cámaras por todos lados. Mi mamá ya hasta sabe cuántas veces va el vecino al baño.

Ambas reímos en voz baja. Fue un alivio. Un respiro real.

—Gracias por venir hoy —dijo Magalis, mirándome con ternura—. Sé que estás lidiando con mucho también. Pero tenerte cerca me ayuda a respirar.

Le apreté la mano.

—A mí también me ayuda saber que estás ahí. Con él. No sé qué hubiera hecho si Lucas... —Me detuve, tragando saliva—. Me alegra tanto que esté bien.

—Yo también.

Avanzamos un poco más en la fila. La cafetería estaba ruidosa, pero dentro de nosotras había un silencio compartido. Uno de esos silencios que no incomodan, que entienden.

La paz no había vuelto del todo.

Pero sí lo habían hecho los abrazos. Y las risas. Y esa sensación de que, por muy roto que esté todo, al menos estamos reconstruyéndolo juntas.



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En el texto hay: romance, romance y desamor, amor dolor

Editado: 15.07.2025

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